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El nuevo rol post-crisis de México

La crisis es un acelerador de cambio y la participación activa de China está resultando crucial; México tiene que asegurar su papel y no ser indiferente a la relación China-EU en la globalización.
sáb 10 octubre 2009 06:00 AM
Los chinos deberán consumir más de lo que producen, para ayudar a equilibrar la economía. (Foto: AP)
compras (Foto: AP)

Esta crisis económica implica un cambio de juego y es un acelerador del cambio, con profundas implicaciones económicas y geopolíticas. Es la primera crisis de la historia que Estados Unidos solo, e incluso EU y Europa en conjunto, no puede resolver aisladamente. La participación activa de China está resultando crucial. Es un punto de inflexión en cuanto al balance de fuerzas y al futuro reordenamiento del sistema internacional.

El hecho de que esta crisis se gestara originalmente en Estados Unidos y que sea una crítica al modelo estadounidense de capitalismo financiero global promovido por ese país a nivel mundial, tendrá consecuencias de largo alcance en cuanto a la influencia y el prestigio de Estados Unidos, su capacidad futura para configurar el funcionamiento de los mercados financieros globales, y hasta la evolución del proceso de globalización. Finalmente, es probable que la crisis produzca (o acelere) profundos cambios estructurales no sólo en las economías de EU, Europa y China, sino que también lleve a cambios significativos en la manera de operar de las corporaciones globales y en el manejo de las cadenas de abastecimiento global.

Deben considerarse por lo menos cinco consecuencias fundamentales, cada una de las cuales implica grandes desafíos para las empresas en México y nuevas estrategias económicas nacionales:

1. Menor influencia del modelo estadounidense. Esta crisis es un importante elemento para ‘cambiar el juego’ desde una perspectiva psicológica y geopolítica. Está acelerando los cuestionamientos sobre la credibilidad, la supremacía y la legitimidad de los modelos y soluciones económicos de Occidente. Hasta ahora, la opinión general era que ante un problema global, la respuesta surgiría del mundo occidental. Esta crisis global ha desatado profundos cuestionamientos sobre en quién hay que confiar para que dirija el mundo. ¿Esto significa que en el futuro el país tendrá que recurrir a formas ‘más específicas de México’ para sostener su crecimiento? ¿Esto impactará o no en los próximos pasos que dé la nación en su política de liberalización de la economía?

Independiente de la mística generada en torno a Barack Obama, parece poco probable que este presidente pueda sostener el modelo de liderazgo de Estados Unidos que ha funcionado hasta ahora. Por la pérdida de prestigio que produjo el fracaso del modelo estadounidense de capitalismo financiero global, EU tendrá que enfrentar obstáculos y dificultades cada vez mayores para hacer valer la legitimidad de su liderazgo en el escenario internacional. ¿Qué implica para México esta nueva situación? ¿Esto aumenta su margen de acción y cómo se puede apalancar este margen? O por el contrario, ¿esto genera dudas en Washington que podrían ser perniciosas para los intereses de México a largo plazo? ¿Un Estados Unidos más introspectivo es bueno o malo para México, y en ambos casos qué significa esto en términos de opciones de políticas?

2. La relación entre EU y China será radicalmente diferente en el futuro. La crisis ha servido para poner en evidencia cómo está evolucionando la correlación de las fuerzas económicas y financieras entre Pekín y Washington, y los cambios de actitud de los dos países. También ha servido para ilustrar la creciente interdependencia económica y financiera entre ambas naciones.

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La consecuencia más relevante de esta crisis es que podría terminar de acelerar la tendencia para que EU y China se conviertan en los coimpulsores de la economía mundial, situación que implicaría una aceleración del juego, y no un cambio de juego. El surgimiento del concepto de un ‘G.2’ demuestra el papel crucial de EU y China para sacar a la economía de esta recesión.

Pero, más allá de esto, hoy existe una convergencia en las agendas internas de ambas naciones que no había existido antes: EU y China han tomado conciencia de que sus modelos actuales de crecimiento ya no son sustentables y deben someterse a cambios estructurales profundos. En estos momentos, Estados Unidos debe producir más de lo que consume y China tiene que consumir más de lo que hace; ambos estarán dando especial importancia a la infraestructura durante los próximos años. Tienen que crear o modernizar los sistemas sustentables de salud y de asuntos sociales; los dos tienen como meta futura el crecimiento sustentable de las tecnologías de energía limpia.

Esto no quiere decir que no continuarán las divergencias en algunos temas importantes o las sospechas que podrían empañar la relación. Hasta ahora, quizás la falla más grande en las relaciones China-Estados Unidos ha sido la malograda construcción de confianza entre ambos países.

Sin duda, la relación se extenderá. Sin embargo, esta tendencia tendrá dos tónicas aparentemente contradictorias. Por un lado, la relación podría volverse más tensa si Pekín hiciera valer su opinión con más fuerza, basándose en una creciente confianza en su sistema económico que parece haber funcionado mejor que el estadounidense; lo mismo sucedería si expresara sus inquietudes sobre cómo proteger el valor de sus activos en EU. Por otra parte, habrá un interés creciente en el desarrollo de sistemas regulatorios comunes para proteger la economía mundial de los shocks sistémicos, o al menos para mitigar su impacto.

Como un país que seguirá siendo muy dependiente de las tendencias económicas de EU, México no puede ser indiferente a la manera en que se configurará la relación China-EU. México tiene que asegurar su importancia y el papel que le corresponde en el nuevo mapa geopolítico que se está redefiniendo en la mente de los responsables de políticas de la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Y no sólo como consecuencia de los temas relacionados con el narcotráfico o por las inquietudes equivocadas de algunos círculos de EU sobre el hecho de que México se esté convirtiendo en un ‘Estado fracasado’.

3. ¿La recesión desacelerará o revertirá el proceso de globalización? Hasta ahora, el crecimiento de la economía internacional ha sido el motor que impulsa este proceso. ¿La globalización se desacelerará o revertirá en el próximo periodo? Si bien ya ha aumentando el proteccionismo y éste seguirá siendo una amenaza durante el próximo periodo, el proteccionismo financiero ya es un hecho inevitable. En todo el mundo se está implementando un cerco financiero, ya que los gobiernos ordenan a los bancos y a los prestamistas financieros –o al menos los incentivan– concentrarse en las necesidades y en los prestatarios domésticos.

En su condición de país para el cual la Inversión Extranjera Directa (IED) es un importante motor para el crecimiento, y que ha visto una caída de un tercio de la IED en este año, ¿cómo puede México asegurarse de que seguirá siendo un destino atractivo para los inversionistas extranjeros?, ¿cuáles serán las políticas o mejoras en las condiciones estructurales que ayudarían a sostener y mejorar su competitividad?

Sin embargo, esta crisis no significa la ‘desglobalización’, como argumentan algunos observadores. En realidad, está marcando el inicio de un nuevo estilo de globalización; la llamaremos la “globalización, parte III”. Esto significa que, en lugar de incrementar la convergencia hacia un modelo económico, lo que estamos viendo en este momento es una fragmentación del modelo.

El modelo chino se está manteniendo firme frente al estadounidense; Europa continental se está volviendo más cautelosa y, en algunos casos, más renuente a la liberalización económica; el establishment político de India ve en la crisis más razones para mantenerse fiel a su propio enfoque hacia la apertura económica; la campaña antiliberalización de Japón ha encontrado en la crisis nuevos argumentos para respaldar su causa. Pensando en el futuro, este nuevo estilo de globalización será mucho más multifacético y la versión asiática, la de Europa continental o hasta la versión rusa reclamarán su igualdad de legitimidad frente a la versión estadounidense. ¿Dónde se ubica México en este panorama de globalización más multifacético?, ¿cómo puede México hacer valer una posición propia en este nuevo contexto de globalización ilustrado, por ejemplo, por el nuevo perfil del G20, en donde México aspira a jugar un rol más importante?

Del mismo modo, ¿cómo operarán en el futuro las cadenas de abastecimiento global una vez que las corporaciones evalúen el impacto de la crisis en sus modelos de negocio? La revolución de las cadenas de abastecimiento ha sido un impulsor determinante de la globalización en los últimos 20 años. China se ha convertido en el centro de montaje final de un sistema de fabricación integrado de Asia, reconfigurando la economía regional asiática y la economía global en general.

¿Cómo saldrá este sistema de fabricación integrado de las presiones generadas por la crisis? En este sentido, quizás la crisis ofrezca a México una oportunidad única de volver a conquistar el terreno que perdió a manos de China durante los últimos años, y de establecer su posición como un nuevo polo importante en la cadena de abastecimiento global. Esta podría ser una de las mayores oportunidades que la crisis ofrece a México, pero, para poder aprovecharlas, el país debería actuar rápidamente y avanzar hacia mejoras en su productividad y en el perfeccionamiento de su infraestructura, y hacer progresos en sus condiciones generales para la actividad económica.

4. La crisis implica el fin del modelo de crecimiento liderado por las exportaciones, ya que los estadounidenses tendrán que consumir menos y producir más de lo que consumen. Esto debería servir para crear una estructura económica global más equilibrada; pero también implicará nuevas maneras de sustentar el crecimiento en algunas partes del mundo y –quizás– un ritmo de crecimiento más lento de la economía mundial en el futuro.

¿Cómo podrá México garantizar que la reducción en las exportaciones de EU no lo perjudique? En los últimos seis años, las exportaciones de productos y servicios de México han representado un incremento del PIB de 26.6 a 28.5%. ¿Está progresión se mantendrá en el futuro? De todas maneras, esta situación acelera la necesidad de que México estimule más su consumo interno para poder impulsar su crecimiento económico. ¿Esto qué significado tendría en términos de política fiscal?, ¿cuáles podrían ser las implicaciones para el mercado de crédito de México? Con un Estados Unidos más precavido en sus gastos que atravesará un periodo de lenta recuperación y escasa mejora de su mercado laboral, ¿qué tipo de plan de contingencia podría poner en marcha México para ayudar a mitigar el impacto doblemente negativo de la caída en sus ingresos por el turismo y la caída del flujo de remesas provenientes de Estados Unidos?

5. Un desafío real será evitar que las soluciones que se implementen para abordar esta crisis no siembren las semillas que produzcan la próxima. La crisis actual se gestó a partir de la solución de la última crisis de 2001: la inyección masiva de liquidez. Muchas de las soluciones que se proponen en este momento dependen de la intervención del sector público, de una inyección de dinero público sin precedentes y del aumento del control de la vida económica y empresarial. Se busca la solución de esta crisis en el sector público. Las semillas que se plantan en este momento, como el exceso en el control del gobierno, podrían actuar en detrimento de la competencia.

Por primera vez en la historia ha habido coincidencia en el modo de actuar desde Pekín a Berlín: todos han seguido más o menos las mismas tendencias: el súper-keynesianismo (una forma de liberalismo económico), con Washington liderando a casi todo el mundo en esa dirección, y desatando el mayor plan de acción súper-keynesiano de la historia. El resultado: un déficit de presupuesto de 12.5%. Si esto ha evitado que la economía global caiga en el abismo, también está generando una cantidad de deuda pública mundial sin precedentes.

Por ejemplo, la deuda nacional de EU alcanzó los 11 billones de dólares a mediados de marzo de 2009, pero se espera que llegue a 16.2 billones para fines de septiembre de 2012, o a 100% del PIB de EU estimado para ese año. La deuda pública alemana ascenderá a 75% del PIB en 2009; el déficit de presupuesto de Francia probablemente llegue a 8% de su PIB, el de Italia y España, a 10%. Se espera que la deuda de Japón aumente a 219% del PIB para fines de 2009.

El paquete de estímulo de México alcanza 55,300 MDD (incluyendo el estímulo de 1,300 MDD que se necesitó para la influenza AH1N1). Esto dará como resultado un déficit fiscal de al menos 2% del PIB durante 2009. Afortunadamente, debido a las políticas monetarias y fiscales de los últimos 15 años, la proporción de deuda pública con respecto al PIB se ha mantenido a un nivel sustentable de aproximadamente 23% y, por lo tanto, la deuda adicional del paquete de estímulo no debería incrementar la proporción deuda pública general/PIB a más de 26 o 27% (tomando en cuenta la reducción de 7-8% del PIB que se espera para este año).

Sin embargo, esto demuestra la necesidad de políticas macroeconómicas sustentables, especialmente en el probable contexto de la recuperación que llegaría recién durante 2010.

Claude Smadja es presidente de Smadja & Associates Suiza y Yael Smadja es presidenta de Smadja & Associates.

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