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México no es un estado fallido: Pascual

El embajador de EU en México afirma en entrevista con Expansión que México tiene un Estado fuerte; admite las responsabilidades compartidas en el tema del narco y niega el fracaso del TLCAN.
lun 12 octubre 2009 06:00 AM
Carlos Pascual se asoma a la realidad mexicana con una mirada que rechaza su designación como una señal de que EU cree que México es un estado fallido. (Foto: Alfredo Pelcastre/Monda Photo)
Carlos Pascual (Foto: Alfredo Pelcastre/Monda Photo)

Carlos Pascual tiene una carrera de 23 años en el gobierno de Estados Unidos. Antes de que el presidente Barack Obama lo nominara embajador en México, pasó por el Departamento de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia para el Desarrollo Internacional de EU.

Entre 2000 y 2003 fue embajador en Ucrania. Más tarde, coordinó la asistencia de EU en países de Europa y Euroasia, en donde promovió estados democráticos y orientados al mercado. Por eso su nombramiento se asoció a su trabajo en países con estados fallidos. “México no es un Estado fallido”, reitera ahora el embajador.

Pascual conversa con facilidad sobre temas espinosos como los retos de la soberanía en el marco de la lucha contra el narcotráfico, migración y los problemas del acuerdo de libre comercio de la región.

En su libro Power & Responsability, escrito en colaboración con Bruce Jones y Stephen John Stedman, ex colegas en Naciones Unidas, Pascual refiere el concepto de soberanía compartida. A diferencia de la administración anterior, para el gobierno de Obama la globalización ha demostrado que el crimen organizado, el medio ambiente y la crisis económica no son cosas que un país pueda resolver por sí solo.

El diplomático nacido en Cuba (y que sigue manteniendo algo de su acento en español) se refiere con soltura a temas complejos como el del cruce de camiones en la frontera pero también le dedica tiempo a los temas culturales de la relación y a su afición al arte. Ha tomado personalmente la responsabilidad de elegir a los artistas cuyas obras decorarán los pasillos de la embajada durante su estancia en ella. Coleccionista aficionado, guarda obras de su paso por el mundo.

¿Cómo se puede reconciliar la guerra contra el narcotráfico y el tema de la soberanía? Sobre todo en México, en donde se ha hecho tanto énfasis en el segundo punto.
Es algo absolutamente consistente. Lo que encontramos ahora son amenazas transnacionales, que no se dirigen sólo a un país. Son amenazas contra el hemisferio entero y contra el mundo entero. Encontramos una realidad nueva que ningún país solo puede vencer, ningún país se puede aislar de esas amenazas. Se ha hecho necesario trabajar juntos, porque es la única manera en que vamos a tener éxito contra esas amenazas que no respetan fronteras.

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Nosotros somos parte de esa historia. Tenemos que tomar ciertas acciones, como controlar la demanda, el dinero que regresa a México, las armas, y trabajar con México para apoyar los esfuerzos mexicanos, extendiendo la información y las lecciones que nosotros hemos aprendido.

¿Qué diferencia hay entre el Plan Mérida, que México tiene con EU, y el Plan Colombia? ¿Hay posibilidad de que ambos planes se asimilen en el largo plazo?
El Plan Mérida empezó aquí, en México. Fue una idea de México. El Presidente Felipe Calderón vio que había una amenaza contra el país y propuso que debíamos combatirla juntos. El método, los objetivos del Plan Mérida, son métodos que se originaron aquí, en México, y nosotros estamos cooperando para apoyar ese proceso. Otra cosa crítica es que los dos lados estamos analizando constantemente la situación.

¿Cómo evalúa la cooperación militar entre ambos países?
Una cosa importante es que se ha creado la suficiente confianza entre los dos países que podemos tener contactos profesionales entre los militares para aconsejarse unos a otros, intercambiando ideas para que los dos lados puedan entender algo que puede ayudarnos a ambos. En algún tiempo hubo una cierta resistencia, pero ahora yo creo que hay la capacidad de tener ese intercambio y esa cooperación.

A largo plazo, ¿podría incrementarse esa cooperación?, ¿de qué dependería esa decisión?
Primero, no lo creo. Segundo, eso dependería absolutamente de los deseos de México. Y México, lo que tiene, es un sistema de check and balances que no es nada más el punto de vista del Ejecutivo, del Legislativo, del Judicial, sino también del público. Existe aquí una voz pública que es fuerte y ésa se va a oír también. Todas esas cosas van a definir cómo es que vamos a seguir definiendo la cooperación para el futuro.

¿Qué opina de que el Ejército tome un papel decisivo en la lucha contra los cárteles de la droga?
Lo que es más importante es lo que ha dicho el Presidente Calderón, que esto no es una solución para el largo plazo. Se tiene que entender por qué el Ejército tomó este papel. Y particularmente fue porque, a nivel estatal y municipal, las policías no están capacitadas para combatir a los narcotraficantes. Hay que ver qué es lo que se tiene que hacer para crear las condiciones para remover el Ejército.

Yo creo que hay dos partes, una es romper las capacidades de los narcotraficantes. Y esto ya se empezó. Por el otro lado, capacitar a las policías civiles. Eso no pasa de un día a otro, se tiene que tener un plan para tener al fin un Estado de ley administrado por los civiles.

Ya hemos empezado en ese proceso de entrenamiento con las policías. Este último verano, por ejemplo, se entrenaron 1,500 investigadores de la Policía Federal que van a tomar su papel en poco tiempo.

La secretaria Hillary Clinton, un poco de manera inesperada, ha admitido la responsabilidad del consumo estadounidense de drogas y estupefacientes dentro de esta guerra. ¿Qué consecuencias se deducen de esta responsabilidad?
Es muy importante enfocar la atención en este tema. Y no sólo en reducir la demanda por las drogas, sino también en controlar las fuentes de dinero y armas que vengan para México, porque todo eso está tejido y es parte de la amenaza que nos afecta. Para reducir la demanda tenemos que hacer varias cosas, una parte es empezar a amplificar la manera que tratamos los asuntos de drogas y los programas de prevención y tratamiento a los adictos. Lo que hemos visto es que muchos programas no han sido tan efectivos como deberían de haber sido, y cuando hemos tenido más focos sobre el tratamiento hemos visto que se puede reducir la demanda. Ya vimos en la cocaína una reducción de 14% de la demanda en EU.

Va a ser absolutamente crítico trabajar juntos en la frontera y ahí estamos aumentando las capacidades de investigar el tráfico que viene a México para controlar el flujo de armas. Y la otra parte, especialmente con el dinero, es la cooperación que ya ha empezado sobre los intercambios electrónicos entre los dos países. De ahí es de donde viene el dinero, no nada más por la frontera. En diciembre vamos a introducir un sistema nuevo electrónico que nos deje mirar las cifras de todas las armas que ingresen y ver si vienen de EU, en dónde fueron vendidas la última vez, saber a quién se le vendió y usar eso como parte de las investigaciones para tener la capacidad de seguir los casos en Estados Unidos.

Mucha gente piensa que, dado su perfil y su currículo, y los países en los que ha estado, EU identifica a México como un Estado fallido. Como si enviar a Carlos Pascual fuera mala señal. México no es un Estado fallido. México es un país democrático, con un presidente elegido, un Congreso elegido. Tuvieron elecciones en julio, la oposición ganó, el presidente lo aceptó, eso no pasa en un Estado fallido. Es un país que tiene un Ejército fuerte, que tiene una capacidad para proteger su soberanía, eso no existe en un Estado fallido. México es un Estado cuya voluntad pasó una reforma judicial en 2008, yo no he visto un Estado fallido que haya podido hacer esto.

¿El TLCAN fracasó en su propósito inicial?, ¿cómo lo valora usted?
Yo no veo al Tratado de Libre Comercio como un fracaso. Entre México y EU encontramos una de las fronteras más activas del mundo. Para EU, México es el socio económico número dos o tres, dependiendo si son exportaciones o importaciones. Eso no es un fracaso.

¿Hemos llegado al éxito que podemos tener? No. Pero ahí es donde tenemos que regresar a asuntos de la competitividad de las dos economías y cómo es que podemos mejorar la competitividad norteamericana de manera que las dos economías compitan más dentro de una economía global.

Hemos puesto mucha atención en cómo parar las cosas malas. Pero si enfocados en ese objetivo tenemos colas de cuatro horas en Tijuana o El Paso, entonces vamos a perder, porque no vamos a tener el intercambio de comercio y de gente que deberíamos tener para lograr el tipo de competitividad que nos hace falta para realmente integrar las economías.

Lo que estamos haciendo es mirar todas las posibilidades en la frontera. Crear modelos que se puedan extender, para entender en todos los ámbitos cómo se puede tener una frontera del siglo XXI y no una del siglo XX.

México tiene un sector salud desarrollado; muchos estadounidenses cruzan la frontera para comprar medicamentos o a tratarse algún mal. ¿Hay algún proyecto para que los seguros estadounidenses puedan aplicar en México?
Ahora no hay una propuesta. He hablado con varias empresas que han tratado de seguir esta idea y desarrollarla más, pero estamos en un proceso crítico y complicado en EU en la reforma en la política de salud. Y en eso tenemos que mantener la atención ahora. No hay nada que afecte tanto la competitividad dentro de EU como la salud. Tiene un impacto en 16% del PIB, y si no podemos llegar a una política más efectiva, entonces va a tener un impacto en la competitividad de la economía. Pero eso no quiere decir que las otras cosas en algún momento no se puedan discutir.

¿Qué va a pasar en el tema del transporte? El plan piloto fue cancelado por el gobierno de EU.
Se va a tener un programa, pero no un programa piloto, sino un programa que sea permanente. Lo que le pidió el Presidente Obama al secretario de Transporte fue que desarrolle y proponga un plan nuevo de comercio y de relaciones exteriores. Esperamos que en un momento podamos empezar a revisar ese plan entre los dos países, pero no hemos llegado a ese punto todavía.

¿Hay fecha límite? La vigencia de este proceso venció hace años.
Hace muchos años, y por eso es que estamos pagando unas tarifas altas, porque se decidió que era algo dentro del NAFTA que México pudo hacer y nosotros somos los que la estamos pagando. Es algo serio, pero no hemos llegado al punto de tener algo.

¿Qué visión tiene el gobierno del Presidente Obama sobre el tema migratorio?
Él lo dijo claramente cuando estuvo en Guadalajara, es un reto que tenemos que mantener en la agenda. No se puede poner al lado. Aunque sea una agenda complicada se tiene que mantener en la agenda. Es algo justo para tratar los derechos de los que estén trabajando en EU ahora, pero también tratar las necesidades de EU y México en el futuro sobre el trabajo. La realidad pública es cuándo es que se puede hacer. El Presidente dijo que el objetivo es empezar ese proceso a principios del año 2010. Y ahí vamos a trabajar para eso. Lo bueno es que tenemos un apoyo bipartidario para tener una reforma en migración. Lo complicado es que los republicanos tienen un punto de vista en las áreas que quieren dirigir, impulsar; y los demócratas, otra. Tenemos que combinar estos puntos de vista.

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