Alfredo Achar Tussie, por René Rivial

Debo confesar que conocí muy poco a don Alfredo Achar. Como colega fabricante de pinturas y competidor tengo mucho que decir, ya que por sus obras se conoce a la gente.

Don Alfredo Achar se inició en el campo de las pinturas como distribuidor de Sherwin Williams en los años 50, tomó la decisión de dejar la distribución y volverse fabricante; como comerciante tenía una visión muy precisa de las necesidades del cliente. A los pintores les ofrecía lo que ellos querían, una pintura con alta viscosidad, alto rendimiento y bajo precio.

Inicialmente su campo de acción fue el DF. Tratando de colocar sus productos en la forma clásica como se hacía en la época, o sea, a través de distribuidores multimarcas, en ese mercado incursionábamos todos; aunque hay que reconocer que Sherwin Williams tenía una cadena de distribuidores ferreteros propios que la convertían en líder nacional.

Don Alfredo se dio cuenta de que a través de competir en la forma clásica, su empresa no iba a destacar y comenzó a tener una red de tiendas propias que se distinguían de otros distribuidores multimarcas porque eran exclusivas.

Cuando tuvo tiendas propias decidió que ese sistema tampoco era el ideal, ya que su administración era onerosa, complicada y sujeta a fraudes, por lo que ideó venderle a los mismos encargados las tiendas de pintura que ellos manejaban.

Durante más de 50 años, Comex se desarrolla en un ambiente dinámico con una visión muy clara y en lo particular, don Alfredo Achar y su familia vivieron con un bajo perfil; era imposible saber el tamaño de la firma, las ventas o el número de tiendas y sucursales.

Comex es una empresa sólida, bajo la dirección de su descendiente, Marcos Achar Levy, y se ha convertido en la fabricante de pinturas número 16 del mundo, con ventas anuales de 1,400 mdd, teniendo fábricas en México, Canadá, EU y Centroamérica.