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El enigma de Carlos Slim

Luis Miguel González cree que tener al más rico del mundo en México es una bendición y una tragedia; ¿qué tanto sabemos los mexicanos de él?, se pregunta el director editorial del diario El...
mié 28 abril 2010 06:00 AM
Carlos Slim aplaude la salud de las finanzas públicas. (Foto: Jorge Garáiz)
Carlos Slim (Foto: Jorge Garáiz)

México tiene al hombre más rico del mundo , pero los mexicanos no sabemos si esto es una tragedia o una bendición. Contar con un hombre que tiene un patrimonio equivalente a 5% del PIB nacional, ¿es un activo para detonar el desarrollo o un lastre que nos impide salir del subdesarrollo ?

Los datos duros son de sobra conocidos. Carlos Slim Helú tiene la mayor fortuna del planeta , según la revista Forbes. Son 53,300 millones de dólares, resultado de su participación en 222 empresas, entre las que destacan Telmex y América Móvil , firmas dominantes en el mercado de la telefonía en México.

La interpretación de esos datos es lo complicado. Somos un país de monopolios que tiene una relación difícil con el éxito y los exitosos. El señor Slim está en el centro de ambas categorías. El porcentaje de los mexicanos que considera que su riqueza es fruto de sus méritos es similar al que la atribuye a sus conexiones con el poder político, dice una encuesta elaborada por María de las Heras para el diario Milenio.

From the cradle to the grave (de la cuna al sepulcro), los mexicanos tenemos algo que ver con este magnate , dijo el académico inglés George W. Grayson, el mismo que llamó ‘Slimlandia’ a nuestro país. De la cuna hasta la tumba nos encontraremos con alguna de sus empresas o fundaciones filantrópicas. Tiene 270,000 empleados que nos venden comida, ropa, cigarros, servicios telefónicos, financieros y pensiones de retiro. Es protagonista en los sectores en los que tiene empresas dominantes, pero también en aquellas donde participa en mercados competitivos . En telefonía es la bête noire (el animal negro) de los reguladores. En otras actividades, como las financieras, un agente de cambio y competitividad.

Es héroe y villano, según el color del cristal con que se mire. Sus actividades en filantropía son importantes y crecen año con año. Ha becado a más de 200,000 estudiantes universitarios; donado decenas de miles de computadoras y restaurado el centro histórico de la Ciudad de México; apoya a comunidades asoladas por desastres naturales y patrocina equipos deportivos y estudios sobre historia de México, investigaciones sobre la hepatitis, el cáncer y el uso de las tecnologías para la medicina en zonas marginadas. Sus fundaciones tienen un patrimonio de 6,000 millones de dólares. No se puede comparar con Bill Gates o Warren Buffett, porque el régimen fiscal en México no es tan favorable a la filantropía.

Si usted tuviera en sus manos la posibilidad de escribir un libro o filmar una película sobre la vida de Carlos Slim, ¿cómo la contaría? La pregunta parece ociosa, pero no lo es tanto. México sabe muy poco de este hombre, al que muchos consideran “El más poderoso”. Él es discreto, pero algunos detalles de su vida se asoman. Sabemos que es fanático del béisbol y con enorme talento para todo lo que tiene que ver con números. Hombre apegado a su familia y gran lector de Alvin Toffler, aquel que escribió La tercera ola. Participa en el debate político nacional y cabildea en la defensa de sus empresas .

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¿Quién es Carlos Slim? Un genio para surfear los ciclos económicos. Compra en crisis y prospera en las alzas. Un hombre de negocios que no está dispuesto a ceder la hegemonía en la telefonía . Se trata de compartir los frutos, no el árbol, ha dicho más de una ocasión. Es un mito, un enigma que influye en nuestras vidas.

Su vida está llena de paradojas. Es el mayor empresario de las telecomunicaciones en América Latina aunque casi no utiliza la computadora. Se sirve del papel y la pluma. Es dueño de la franquicia mexicana de la tienda de superlujo Saks, pero no está fascinado por el consumo conspicuo. No tiene yates ni residencias fuera de la Ciudad de México. Hasta hace poco tiempo utilizaba un reloj de plástico, de esos que llevan calculadora incluida. Por momentos parece una persona normal, un ingeniero graduado de la UNAM, pero no puede ser tan normal. Los extremadamente ricos son diferentes, nos dice Richard Coniff, en Natural History of the Rich, “los distingue su pulsión por el control, el dominio y, sobre todo, el estatus”.

Tener al hombre más rico del mundo en México es una bendición y una tragedia. Todo depende de la forma en que contemos la historia, dónde pongamos los acentos y qué tanto peso le demos al destino, nos dicen los personajes de Woody Allen en Melinda y Melinda. No es fácil lograr que la parte buena triunfe sobre el lado oscuro, pero ahí está el arte, nos recuerda el superguionista Robert McKee. ¿Tendremos la capacidad de escribir la historia de Carlos Slim y lograr un final feliz?

 El autor es director editorial del periódico El Economista.

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