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Fuga de cerebros, la otra ola migratoria

La salida de talentos es parte del fenómeno migratorio global, de acuerdo con Luis Miguel González; el reto es atraer a no nativos e integrar en redes a quienes salieron de México, dice el periodista.
sáb 18 diciembre 2010 06:00 AM
El monto estimado al que asciende la formación de los 20,000 mexicanos con doctorado que han abandonado el país en los últimos 15 años, es de 40,000 millones de pesos, según un estudio de BBVA Bancomer. (Foto: Photos To Go)
talento (Foto: Photos To Go)

Cada día salen de México un promedio de cuatro personas con estudios de doctorado. Esto ha sido así desde hace tres lustros. Ya son 20,000 doctores mexicanos los que viven en el extranjero, según un estudio de BBVA Bancomer. Es difícil saber cuánto costó formarlos, pero si calculáramos sobre la base de 2 millones de pesos por cada uno, tendríamos una cantidad cercana a 40,000 millones de pesos.

Brain drain, le llaman los estudiosos del tema. Así, en inglés, porque buena parte de los estudios se han hecho en universidades del mundo angloparlante.

En español se traduce como fuga de cerebros , aunque sería mejor hablar de fuga de talento. Esta palabra se refiere a una categoría elusiva pero poderosa que nombra a individuos con capacidad de generar gran impacto en la ciencia, los negocios, el deporte, etcétera.

Vivimos en un nuevo mundo económico, gobernado por el talento, y tenemos una hemorragia. Son mucho más de cuatro mexicanos valiosos los que salen cada día.

Sin contar los cientos de emprendedores y trabajadores con bajo nivel de escolaridad que abandonan nuestro país, hay un río de excepcionales que se busca la vida en otro lado.

El cineasta Guillermo del Toro , el científico Luis Adolfo Orozco, el músico Carlos Sánchez Gutiérrez, el actor Gael García Bernal y el empresario Alejandro Junco son botones de muestra.

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No hay una sola causa: búsqueda de seguridad, aprovechamiento de oportunidades y procuración de una comunidad de afines, entre otras.

Los talentosos son una manifestación peculiar del fenómeno migratorio. Son un porcentaje mínimo del total y casi nunca tienen problemas de visa. Son bienvenidos porque enriquecen la sociedad donde llegan.

Un diferencial de 40% en los ingresos entre un país y otro parece ser suficiente para generar una fuerte corriente migratoria irreversible, me dijo el ex banquero central de Nueva Zelanda y brillante economista, Donald Brash:

"El problema de largo plazo es que el talento requiere de una masa crítica mínima para florecer. El país que no tiene una estrategia para formarlo y retenerlo está condenado a convertirse en un desierto".

¿Cuál es la mejor estrategia? La movilidad internacional es parte de la vida contemporánea. No hay forma de evitar que los talentosos se vayan. Tampoco es posible obligarlos a volver. Esto lo acepta hasta la dictadura china.

El reto es transformar la fuga de talento en un proceso de ida y vuelta. Convertir el brain drain en brain gain , como dice Yevgeny Kusnetzov, editor del libro Migración internacional de habilidades, publicado por el World Bank Institute.

La clave está en la atracción de talento no nativo y en la construcción de redes que integren a los que se fueron. En la primera categoría, México está en déficit. En la segunda... también.

En nuestro país radican 7,000 doctorados de origen extranjero y no tenemos una política migratoria promotora de la atracción de talento.

No hay recetas, pero sí un menú de buenas prácticas.

China, India e Israel están a la cabeza en lo que se refiere a la formación de networks de expatriados. Son tres modelos diferentes con un denominador común: la conciencia de que los talentosos que viven en el extranjero pueden apoyar desde fuera el desarrollo del país donde nacieron.

India formó una red de emprendedores expats desde 1992. Ellos promueven la inversión en India y las exportaciones de servicios hechos en el subcontinente.

Israel cuenta con una poderosa red en el extranjero que funciona como una extensión de su cuerpo diplomático, en materia de negocios, seguridad y promoción de la causa israelí.

México ha logrado mucho a través de los clubes de migrantes, aunque el modelo no aplica para los expatriados mexicanos del más alto nivel.

Podríamos tener redes de investigadores radicados en el extranjero, como hace Colombia, o programas activos de vinculación entre científicos mexicanos y sectores productivos, como Chile en agrobiotecnología.

Podríamos hacer muchas cosas para mejorar nuestras posibilidades de futuro, pero estamos atrapados en un presente, en el que lo mejor que podemos hacer son grandes fiestas de despedida a los que se van.

* El autor es director editorial del periódico El Economista.

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