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1997: ¿Ahora sí habrá respuestas?

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Finaliza 1996, ¿qué nos aguarda a la vuelta de la esquina? ¿Qué asuntos dejamos agendados para el año que comienza?

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En el escenario económico, deberá tomarse muy en cuenta que el aumento en el gasto gubernamental programado para 1997 creará, durante el primer semestre del año, un espejismo de crecimiento. Para muchos resulta obvio que, ante los resultados electorales adversos al PRI en varias entidades, el sistema trata de recuperar terreno. En ese sentido, la relajación en la disciplina de gasto que el gobierno había mostrado hasta ahora no constituye, -per se, una buena noticia. Cierto, se reactivará el deteriorado sector de la construcción, pero en el largo plazo este tipo de prácticas podrán ejercer mayor presión sobre una economía que aún se encuentra en vías de recuperación. Sería absurdo echar campanas al vuelo y no está de más prever una cierta recaída para el segundo semestre.

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En la arena política hay que considerar, en primer lugar, el carácter trascendental de las próximas elecciones federales. Tanto el clima en el que se celebren como la transparencia de los resultados —independientemente del partido que resulte ganador de la mayoría en el Congreso— son factores que ofrecerán un retrato fiel de la viabilidad política del país y de la fortaleza de sus instituciones. Para la clase empresarial ya no resulta extraña ni indeseable la alternancia en el poder y muy pocos son los que todavía no se acostumbran a vivir en un país de opiniones distintas y con frecuencia encontradas.

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En este sentido, un muy buen signo de recuperación es la anunciada firma de la paz entre el gobierno federal y el EZLN. Cierto: muy pocos de los grandes problemas políticos nacionales se resuelven en Chiapas, pero con el acuerdo crecería la confianza de la sociedad mexicana y del resto del mundo, incluidos los inversionistas, en la administración de Ernesto Zedilllo.

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Ambos eventos son fundamentales en el marco de la agenda política que la Nación deberá enfrentar puntualmente. Está visto que, para sobrevivir, el sistema debe transformarse y estos cambios transitar por una demanda popular, largamente aplazada en aras del crecimiento: la democracia. Resulta imprescindible que el Presidente de la República sea sensible a este llamado.

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En lo que toca al escenario social diversos actores seguirán insistiendo, con plena razón, sobre realidades como la inequitativa distribución de la riqueza, la injusticia con los que menos tienen y la inseguridad pública generalizada. Aunque se trata de demandas estrechamente vinculadas a procesos políticos, no está de más que en el seno de la clase empresarial surjan iniciativas y compromisos que empujen una acción más decidida del Estado. Una sociedad con las groseras y alarmantes diferencias que padece la mexicana es, a pesar de los esfuerzos económicos y políticos, una sociedad que cancela de antemano su propio futuro. Igualdad de oportunidades e igualdad ante la Ley son elementos cardinales del pacto social. Si bien la inseguridad mantiene estrecha relación con la descomposición de vastos sectores del sistema político y policíaco, las actuales diferencias económicas son un excelente caldo de cultivo para los conflictos. La remoción de Antonio Lozano Gracia como Procurador General de la República, podría ser indicio de que la labor de limpieza de los aparatos policíacos aún llevará tiempo y que la inseguridad pública perdurará en 1997.

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