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&#34Un poco de presión&#34

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Las tasas de interés están dentro de lo legal puesto que no ha habido una autoridad que diga que no lo están, señala Ricardo Acosta Jaime, di: rector de Consorcio Jurídico. Por otra parte, admite que la actuación de los cientos de despachos –que, como el suyo, hacen por encargo de los bancos la cobranza a los clientes morosos – tampoco está regulada por la ley.

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"No hay una norma que diga: tú, despacho, te debes comportar así”. Por lo tanto, sostiene, en el caso de Consorcio Jurídico, es éste quien marca las directrices: requerir el pago, y si no funciona, hacerle ver al deudor las consecuencias legales que puede haber por "su negativa o negligencia de pago".

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En una notificación sin fecha –facilitada a EXPANSIÓN por un deudor del Banco del Atlántico-, este despacho le "informa" que "el embargo genera una serie de grandes gastos, ya que la ley señala embargar TRES VECES (sic) el monto del adeudo, independientemente de la pena moral que sufre usted y su familia... Es conveniente mencionarle que el artículo 1393 del Código de Comercio menciona que no encontrándose el deudor a la primera búsqueda, se le dejará citatorio, fijándole día y hora para que aguarde. Por el solo hecho de que el deudor no aguarde el emplazamiento, se procederá a practicar el embargo con cualquier persona que se encuentre en casa o con el vecino más inmediato..

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Sin embargo, Acosta dice preocuparse por ser "el mejor" y no por el dinero, y se distingue a sí mismo de los que llama "abogados aboneros", aquellos que, al modo antiguo, lo primero que dicen en un embargo es ‘Llévate la televisión, el coche, y verás como al día siguiente te pagan’. "Nosotros lo que tratamos de hacer es entender al deudor, ver dónde estamos parados y de qué manera podemos negociar su adeudo", abunda.

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El tiempo del que los clientes disponen para las polémicas negociaciones de sus deudas, varía según el banco; algunos, a los 90 días de atraso, turnan los casos a los despachos y ahí pueden pasar otros tres meses, "un tiempo muy razonable para que el deudor “salve su nombre", considera Acosta. Los pasos jurídicos en este último periodo inician "acudiendo ante un juez de lo civil, (y luego) presentar una demanda ejecutiva y mercantil, esperar a que la acuerde un juez, y presentarnos a intentar un embargo, en el cual nosotros como despacho tratamos de darle otra oportunidad al deudor, pues señalamos bienes que garanticen el adeudo, pero él se los queda como depositante, porque tampoco se trata de quitarle sus bienes sino de que sienta un poco de presión".

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Egresado de la UNAM, como director de Consorcio Jurídico –que en su cartera incluye a firmas como American Express, Banca Serfin, Banco del Atlántico, General Electric, Bayer, Diners Club y Sky-Tel-, Acosta comparte uno de los lemas de los deudores: "Deber no es un delito". "Ellos también tienen problemas, debemos entenderlos, saber por qué deben, cuánto ganan, cuánto pueden separar para su deuda o de qué otra forma pueden obtener créditos, pero que también reconozcan que cometieron un error, que deben y tienen que pagar." Respecto de los bancos, opina que no dan suficiente información acerca de las posibilidades de negociación por las que pueden optar los deudores, además de que las tasas son "exageradas".

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A su juicio, en lugar de acercarse a negociar, muchos endeudados están aprovechando la crisis para no pagar, aunque puedan hacerlo. "Prefieren dejarse apapachar por líderes políticos o por asociaciones que los usan como carne de cañón, o bien optan por una de sus mejores armas: hacerse el digno".

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Si bien acusa que la mayoría de la cartera vencida en tarjetas de crédito se generó en diversiones, ropa y viajes, acepta que pueden existir casos en que el crédito pudo haberse usado por necesidad. Además, opina que muchos de los despachos que operan surgieron "al vapor", que los que recurren a la amenaza y al terror -si se les comprueba dicho comportamiento- pueden ser enjuiciados y que moralmente las tasas son "muy excesivas".

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La clave para salir de todo esto, según Acosta, es encontrar el justo medio.

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