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A mí, mis timbres

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Tres casas filatélicas para 20 millones de habitantes del Distrito Federal y sus alrededores no es una cifra muy halagüeña. La filatelia vive en México uno de sus momentos más bajos y, aunque son muchas las causas que esgrimen los expertos en la materia, la crisis económica vino a sumarse a ellas. El estudio, clasificación y coleccionismo de sellos de correos vive tiempos difíciles.

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Si comparamos a la filatelia mexicana con la del resto del mundo, el resultado es desolador. “Cualquier país de Europa tiene más vida filatélica que México –comenta Pascual Ortega, propietario de Filatelia D’Colección– y la diferencia de personas que se dedican al coleccionismo aquí, con respecto a Estados Unidos, es de 5,000 a uno. Lo mismo, desde luego, puede decirse del comercio filatélico.”

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Sin embargo, las opiniones coinciden en cuanto a que la filatelia mexicana es una de las más interesantes del mundo. “Desde que en 1856 se emitiera el primer sello, el “medio real azul” –explica Ignacio A. Esteva, presidente de la Federación Mexicana de Filatelia–, y hasta los años 30, el país ha vivido en convulsiones, guerras, invasiones e imperios, lo que provocó un cambio considerable en los diseños de los timbres, que les ha dotado de matices muy interesantes.”

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La filatelia se convierte, por tanto, en parte de la historia de un país, en una forma de conocimiento que exige como cualidad indispensable una mente creativa e inquieta.

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Hobby de ricos
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El perfil del coleccionista mexicano es, según algunos comerciantes, el de una persona con una situación económica desahogada, fundamentalmente profesionistas o estudiantes. Pero no falta quien discrepe y afirme que no es necesario gastar mucho dinero para tener una colección. Los timbres usados son una opción barata para todo aquel que no quiera o no pueda desembolsar grandes cantidades ni aspire a hacerse de la pieza más codiciada del mercado. Muchas veces, no obstante, el filatelista acaba haciéndose comerciante porque, ¿quien no sueña con encontrar ese timbre secreto que lo haga a uno millonario?

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Los parámetros a la hora de determinar el valor de un sello de correo son determinados por la ley de la oferta y demanda. Más que la antigüedad, rareza o procedencia, la escasez en el mercado de un determinado timbre puede subir su precio hasta alcanzar cifras inimaginables.

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El timbre más raro y más caro del mundo, el “centavo negro sobre magenta”, valía eso, un centavo de libra cuando vio la luz en 1856. Este sello octogonal se imprimió en la Guayana Inglesa y fue confeccionado, a mano, por el propio administrador de correos al no llegar a tiempo el barco que normalmente llevaba los timbres desde Inglaterra a sus colonias. Después de pasar por varias manos, el único ejemplar hasta ahora hallado de este timbre casi llegó al millón de dólares en un último remate en 1980. Tal espécimen se encuentra hoy en Estados Unidos y es el único sello que necesita la Corona Inglesa para completar la colección de sus colonias.

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El primer sello adhesivo de la historia, con el que nacería la filatelia, fue emitido en Inglaterra el 6 de mayo de 1840. El -Penny Black, que actualmente vale $1,900 dólares, no valía más que el centavo que marcaba. Por aquel entonces, todos pensaban que la filatelia sería un fracaso. El primer timbre mexicano, el medio real azul, representa al cura Miguel Hidalgo y cuesta actualmente $35 dólares.

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Dejando a un lado las cifras, la filatelia se presenta también como una forma de aprendizaje sobre el mundo, sus países y costumbres. Una mente curiosa es, según los expertos en la materia, el único requisito para lanzarse al coleccionismo de timbres. Un comerciante de la ciudad se quejaba de esta falta de creatividad como factor decisivo en la crisis filatélica mexicana. “Con la televisión, los niños ya no buscan aprender coleccionando timbres, lo tienen todo ya en la pequeña pantalla.”

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Con los tiempos modernos surge otro enemigo para el coleccionismo de sellos postales, y es esa nueva forma de comunicación sin sellos que se llama correo electrónico. “Aunque desaparezcan los timbres –afirma Esteva– la filatelia puede seguir coleccionando algo que, precisamente por no encontrarse ya en el mercado, tal vez hasta suba de valor.”

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Los conocedores señalan ciertos parámetros para esta afición:

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  1. sólo lo postal es filatélico;
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  3. las seis pautas para la clasificación correcta de sellos son: el papel; la marca de agua o filigrana; el diseño o dibujo; la impresión; la goma y la separación, y
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  5. el valor no necesariamente depende de que haya sido usado.
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Puede que un día los timbres no sean más que historia, pero, como decía un reconocido comerciante del DF: “El que tiene una colección de filatelia, el que tiene un timbre, tiene el mundo en sus manos”.

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