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A tener suerte, se aprende

Un psicólogo estudió durante 10 años a la gente con suerte. No hay nada de azar: ser afortunado s
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Barnett Helzberg Junior es un hombre afortunado. Para 1944 había formado una cadena de joyerías altamente exitosas, que tenían ingresos anuales por alrededor $300 millones de dólares. Un día que pasaba frente al Hotel Plaza, en Nueva York, escuchó a una mujer que llamaba “Mr. Buffett” al señor que iba junto a él. Helzberg se preguntó si podría tratarse de Warren Buffett, uno de los inversionistas de mayor éxito en Estados Unidos. No lo conocía personalmente, pero había oído acerca de los criterios financieros que usaba para comprar una compañía. Helzberg había cumplido 60 años, estaba pensando en vender su empresa y comprendió que podría ser la clase de firma de interés para Buffett. Así que aprovechó la oportunidad, se acercó al extraño y se presentó. El hombre era realmente quien esperaba y el encuentro casual resultó muy afortunado, porque un año después le compró la cadena de joyerías. Todo sucedió gracias a que Helzberg caminaba cerca de una mujer que pronunció un apellido en una esquina de Nueva York.

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Esta historia ilustra el efecto de la suerte en los negocios, aunque la buena fortuna también desempeña un papel vital en todos los aspectos de nuestras vidas. El azar ejerce una dramática influencia en ellas. La suerte tiene el poder de transformar lo improbable en posible, de hacer la diferencia entre la vida y la muerte, entre recompensas y ruinas, felicidad y desesperación.

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El poder de la superstición
La gente ha buscado durante siglos una manera efectiva de mejorar su buena fortuna. Fetiches, amuletos de la suerte y talismanes han sido encontrados a través de la historia en prácticamente todas las civilizaciones. Muchas de estas creencias y comportamientos siguen con nosotros y han sido pasados de generación en generación. Nuestros padres nos hablaron acerca de ellos y nosotros los heredaremos a nuestros hijos. Pero, ¿por qué persisten? La respuesta se encuentra en el poder de la suerte.

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A través del tiempo la gente ha reconocido que la buena y la mala suerte pueden transformar vidas. Unos cuantos segundos de mala fortuna son capaces de dar al traste con años de esfuerzos y los momentos de buena suerte pueden ahorrarnos una enorme cantidad de trabajo pesado. En pocas palabras, las supersticiones fueron creadas y han sobrevivido porque prometen el más escurridizo de los santos griales: una manera de mejorar la buena fortuna.

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El proyecto suerte
Hace una década decidí hacer una investigación más rigurosa sobre el concepto de suerte. Determiné que el mejor método era examinar el porqué algunas personas son uniformemente afortunadas en tanto que otras no tienen sino mala fortuna. En pocas palabras, estudiar las causas por las que algunos individuos parecen vivir vidas encantadas, plenas de oportunidades, mientras que otros experimentan un desastre tras otro.

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Coloqué anuncios en periódicos y revistas de circulación nacional en los que pedía a las personas que se consideraban excepcionalmente afortunadas o desafortunadas que se pusieran en contacto conmigo. En el transcurso de los años, 400 hombres y mujeres extraordinarios se ofrecieron para participar en mi investigación; el más joven era un estudiante de 18 años; el mayor, un contador jubilado de 84 años. Pertenecían a todas las profesiones y condiciones sociales: hombres de empresa, obreros, maestros, amas de casa, doctores, secretarias y vendedores. Todos tuvieron la bondad de permitirme poner sus vidas y sus mentes bajo el microscopio.

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He entrevistado a estos voluntarios, les he pedido que lleven diarios y que participen en cuestionarios de personalidad y pruebas de inteligencia. También los he invitado a mi laboratorio para participar en experimentos. Los hallazgos revelaron que la suerte no es una habilidad mágica o el resultado de una oportunidad ocasional. Las personas no nacen con buena o mala suerte. Aunque en ambos casos los protagonistas casi no tienen ninguna percepción de las causas verdaderas de su condición, los responsables de mucha de su mala fortuna son sus pensamientos y comportamientos.

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Mis investigaciones revelaron que las personas afortunadas generan esta cualidad mediante cuatro principios básicos:

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  • Tienen habilidad para crear y notar las oportunidades casuales.
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  • Escuchan sus intuiciones para adoptar decisiones afortunadas.
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  • Crean profecías que se transforman en realidad como resultado de sus expectativas positivas.
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  • Adoptan actitudes de recuperación que transforman la mala suerte en buena.

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Oportunidades casuales
Las personas con suerte tienen oportunidades azarosas con regularidad, lo cual no les sucede a las que no tienen suerte. Hice un experimento muy sencillo para identificarlas. Les di un periódico a sujetos de los dos grupos y les pedí que lo vieran y me dijeran cuántas fotografías contenía. Las personas sin suerte tardaron como dos minutos en promedio para contarlas, en tanto que las del otro bando tardaron unos cuantos segundos. ¿Por qué? Porque la segunda página del periódico contenía el mensaje: “Deje de contar, este periódico tiene 43 fotografías.” El mensaje ocupaba la mitad de la página y estaba escrito con letras de más de cinco centímetros de altura. Era claro para todo el mundo, pero las personas sin suerte tendían a pasarlo por alto y las personas con suerte tendían a notarlo. Sólo por divertirme, coloqué otro mensaje de gran tamaño en la mitad del periódico. Éste anunciaba: “Deje de contar, dígale al experimentador que ha visto esto y gánese $250 dólares.” De nuevo, las personas con mala suerte perdieron la oportunidad porque seguían muy ocupadas buscando fotografías.

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Las pruebas de personalidad revelaron que los miembros del grupo de infortunados son generalmente mucho más tensos y ansiosos que los del opuesto, y los estudios muestran que la ansiedad perturba la capacidad para notar lo inesperado.

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La gente desafortunada no ve las oportunidades casuales porque está muy concentrada en buscar alguna otra cosa. Van a las fiestas con la intención de hallar a la compañera perfecta y así pierden la opción de hacer buenos amigos. Ven los periódicos con la determinación de hallar anuncios de cierta clase de empleos y el resultado es que se pierden otros. Las personas afortunadas son más relajadas y abiertas, y el resultado es que ven lo que hay en el periódico en lugar de sólo lo que buscan.

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Pero ello es sólo una parte de la historia cuando se trata de oportunidades casuales. Muchos de mis participantes afortunados hicieron esfuerzos considerables por introducir variedad y cambios en su vida. Uno de ellos acostumbraba variar su camino al trabajo antes de tomar una decisión importante.

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A la gente le es fácil agotar las oportunidades que le presenta la vida. Siga conversando con las mismas personas de la misma manera. Continúe tomando la misma ruta para ir al trabajo y regresar de él. Siga yendo a los mismos lugares durante las vacaciones. Está en la mejor ruta para no encontrarse nunca con la suerte, ni por casualidad.

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Luchando con la mala suerte
Pero la ventura no es sólo cuestión de crear y notar las oportunidades casuales. Otro principio importante es la manera en que las personas afortunadas y las desafortunadas enfrentan los reveses en sus vidas.

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Imagínese que ha sido seleccionado para representar a su país en los Juegos Olímpicos. Compite, se desempeña muy bien y gana una medalla de bronce. ¿Qué tan feliz cree que lo haría sentirse eso? Supongo que la mayoría de nosotros nos sentiríamos muy orgullosos de nuestra hazaña. Imagínese ahora que le da marcha atrás al reloj y compite por segunda vez en el mismo evento. Esta vez su desempeño es aún mejor, por lo que gana una medalla de plata. ¿Qué tan feliz cree que se sentiría ahora? La mayoría pensamos que nos sentiríamos más dichosos de obtener una presea de plata después de ganar una de bronce. Lo cual no tiene nada de sorprendente. Después de todo, los premios son un reflejo de nuestro desempeño y la condecoración de plata indica mejor actuación que la otra.

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Pero las investigaciones dejan entrever que, en realidad, los atletas que ganan medallas de bronce se sienten más felices que los que obtienen medallas de plata. La razón de ello tiene que ver con la manera en que piensan sobre su propio desempeño. Los ganadores de la plata se concentran en la noción de que si se hubieran desempeñado un poquito mejor tal vez habrían ganado una de oro. En contraste, los que obtienen el bronce se enfocan en la idea de que si se hubieran desempeñado ligeramente peor, no habrían ganado medalla alguna. Los psicólogos llaman “contrahecha” a nuestra capacidad para imaginar lo que habría podido suceder en lugar de lo que pasó en realidad.

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Me pregunté si las personas afortunadas estarían utilizando pensamiento contrahecho para suavizar el impacto emocional de la mala suerte que experimentaban en sus vidas. Con el fin de determinarlo, decidí presentar a personas afortunadas y desafortunadas con varias supuestas situaciones desdichadas y ver cómo reaccionaban. Les pedí que imaginaran que estaban en espera de ser atendidas en un banco. De repente, un ladrón armado entra, dispara un tiro y la bala les da en el brazo. ¿Este hecho sería afortunado o desafortunado? Las personas con mala suerte tendieron a decir que sería enormemente desafortunado y que el hallarse en el banco durante el atraco era parte de su infortunio. En contraste, las personas afortunadas consideraron la situación como un ejemplo de su buena suerte y con frecuencia comentaron de manera espontánea que la situación podría haber sido mucho peor. Uno de estos participantes dijo: “Fue una suerte, porque podría haber sido baleado en la cabeza; además, podría vender la historia de mi experiencia a los periódicos y ganar un poco de dinero.”

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Las diferencias entre ambos grupos fueron asombrosas. Los venturosos tienden a imaginar de manera espontánea cómo la mala suerte con que tropiezan podría haber sido peor y, al pensar así, se sienten mucho mejor tanto respecto a sí mismos como a sus vidas. Esto, a su vez, mantiene en alto sus expectativas acerca del futuro y aumenta la posibilidad de que sigan llevando vidas afortunadas.

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Escepticismo positivo
Después de 10 años de investigaciones científicas, mi trabajo ha revelado una manera radicalmente nueva de considerar la suerte y el papel crucial que desempeña en nuestras vidas. Demuestra que gran parte de la buena y la mala fortuna que encontramos es el resultado de nuestros pensamientos y comportamientos.

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Aún más relevante: representa un potencial de cambio y ha producido el más escurridizo de los santos griales: una manera eficaz de aumentar la suerte que la gente experimenta en su vida diaria.

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El proyecto demostró la manera como el escepticismo puede desempeñar una función positiva. La investigación no se limita a desacreditar el pensamiento y el comportamiento supersticioso. En vez de ello, su objetivo es animar a la gente a que abandone el pensamiento mágico y que acepte una visión más racional de la suerte. Tal vez lo más importante de todo es que tiene que ver con el empleo de la ciencia y el escepticismo para aumentar el nivel de suerte, felicidad y éxito en la vida de las personas.

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*Richard Wiseman es un psicólogo de la Universidad de Hertfordshire, Inglaterra, y miembro de CSICOP, una institución dedicada a la investigación de lo paranormal.

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