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Antonio del Valle Ruiz

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El hombre que está al frente del ahora famoso Bital y de la Asociación de Banqueros de México (ABM) tiene como mérito haberle demostrado a muchos de sus colegas que el negocio de la banca en México sigue siendo el mismo a pesar de todo: prestar dinero y guardárselo a muchos miles de clientes.

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Mientras que banquitos nuevos como Capital, Quadrum y demás, se mantienen ahí, pequeñitos y persiguiendo como pueden los grandes créditos corporativos, Del Valle se lanzó con una agresiva estrategia de banca de menudeo. Era para no creer el que alguien se animara a competirle a los dos gigantes, y de hecho le costó sangre, sudor y lágrimas (su banco fue el principal vendedor de cartera vencida al gobierno de todo el sistema), pero ahí está ahora, con sus cientos de sucursales y sus muchos clientes que se están creyendo eso de que en este banco si los consienten.

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Por poco no se le hace llegar ahí, por cierto. De largo historial financiero (fundó Bancrecer en 1977, sólo para que se lo estatizaran en 1981), Del Valle tardó unos años en formar primero su Grupo Financiero Privado Mexicano (Prime), apoyado en su casa de bolsa del mismo nombre. Apenas listo, con grupo formado, le entró con todas sus ganas a nada menos que cinco bancos, perdiendo en cada vez. No fue sino hasta que se vendió el penúltimo banco del sistema, un patito feo llamado Internacional con negro antecedente como banco de "desarrollo", que Del Valle pudo llegarle al precio. No fue poco, eso sí: $1.48 billones de viejos pesos, casi tres veces el capital contable en 1992.

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Lo que siguió ahí fue un largo y penoso proceso de -reestructuración. Dicen que Del Valle es un tipo amigable y simpático; sin embargo, mucho de eso tuvo que ocultarlo al principio, pues despidió a no menos de 2,500 personas del vetusto banco, además de eliminar bonos, cortar vacaciones y demás medidas que no lo hicieron quedar como rey de la primavera ante sus empleados.

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En ese entonces se le empezó también a formar una fama de reacio a los medios de comunicación, pese a que sus puestos e coordinador del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN) y de vicepresidente de la ABM lo ponían constantemente en el candelero. De la política económica, la política–política y demás, a declarar se ha dicho, pero cuando se trataba de hablar de su banco... nada.

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No porque fuera muy atinado en sus comentarios "macro", claro. Siempre apoyando al gobierno, Del Valle ha tenido que desdecirse en no pocas ocasiones. He aquí una joya: "Ninguna de las políticas macroeconómicas del gobierno está en riesgo; se tienen bases sólidas y quienes afirman que la política económica se puede caer, están equivocados. Era marzo de 1994.

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Claro, quién iba a saber la verdad. Lo más duro le llegó en 1995 a este egresado del IPADE, cuando la crisis le acabó de abultar la cartera vencida y tuvo que lanzarse a los brazos del Fobaproa (¿quién recuerda lo que significa?) para sobrevivir. Por un momento se llegó a pensar que éste sería otro banco que caería en manos de la banca extranjera.

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Pero Del Valle aguantó: vendió algunas cosas, emitió bonos, vendió mucha cartera vencida y logró mantener en 10% la participación de sus socios españoles y portugueses en Bital. Hoy hasta habla más con la prensa, aunque sea para pedirle a los reporteros que no usen la palabra "usura" porque es muy fea.

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De 59 años, robusto, Antonio Del Valle no parecería ser el símbolo de la banca joven y agresiva que combate a los anquilosados gigantes. Sin embargo parece estarlo logrando, al grado de que su pelea hoy es en contra de Bancomer y Banamex, que a menudo "se tropiezan" con el cable que los conecta con Bital, justo en días de quincena. Esas cosas pasan, pero ahora sí que Del Valle las ha visto peores.

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