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Apuntes del 6 de julio

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Funcionó. Sería mezquino escatimar los avances democráticos del pasado 6 de julio. No fue un cambio repentino, fue el resultado de una penosa acumulación de pequeños logros. Hay que recordar a los pioneros, algunos que casi nadie menciona en la euforia: Manuel Gómez Morín (“que no haya ilusos para que no haya desilusionados”), Daniel Cosío Villegas (“hay que hacer pública la vida pública en México”), Manuel J. Clouthier (“estamos cambiando a México sin odio y sin violencia”), Luis H. Álvarez y su valiente ayuno en Chihuahua, en 1986, Gabriel Zaid, quien imaginó con inteligencia los escenarios sobre el fin del PRI y denunció “el estado de chueco” que padecemos.

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Paradojas de la democracia. Al menos para la capital del país es totalmente falso que estas elecciones hayan significado “el fin del priato” como escribió en su portada un semanario al lado de una foto del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Al contrario, se trata de la restauración del priísmo perdido en 1987. Cito la respuesta de Cárdenas: en 1987 cambió el PRI, no yo (domingo 22 de junio, entrevista en televisión). Cito otra respuesta de Cárdenas: “Yo me considero identificado con la parte avanzada de la Revolución Mexicana (sic, con mayúsculas) y así lo he manifestado siempre”. Atención: Cuauhtémoc Cárdenas no es un “converso” a la democracia, sino un restaurador de los “valores” del nacionalismo revolucionario que considera extraviados del PRI a partir de 1987. Buena parte de los electores capitalinos que votaron por él quizá lo ignoran. Estamos hablando del PRI de Luis Echeverría, de Gustavo Díaz Ordaz, de José López Portillo, del mismo partido de Lázaro Cárdenas y de Plutarco Elías Calles.

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En contraste, sorpresiva victoria en Querétaro de un pequeño empresario, ingeniero agrónomo, antítesis del político profesional, con un nombre tan revelador como “Ignacio Loyola”. Le ganó la gubernatura a un distinguido miembro del PRI que “sonaba” fuerte para sustituir a Luis Donaldo Colosio en la candidatura a la Presidencia de la República. Relevará a un buen gobernador del PRI (que ya es decir), Enrique Burgos.

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Dicen que “ya salió el sol”. Sin embargo, hasta los que lo dicen siguen usando paraguas. Además, cuidado con el sol. Produce ceguera parcial. Los síntomas: no se ve al 53% del electorado capitalino que NO “cruzó el sol”, tampoco se ve al resto del país.

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Democracia, decía Pericles, significa que la administración pública está en manos no de unos pocos sino en manos de la mayoría. Esto implica el escrutinio público. ¿Soportarán Cuauhtémoc Cárdenas y sus seguidores tal escrutinio?, ¿cómo dará el salto del “revisionismo” del que hizo gala en su campaña (“habrá que revisar esto... habrá que revisar aquello”) a los actos de buen gobierno? Necesidades inmediatas del gobierno capitalino a partir del 5 de diciembre: tolerancia e inteligencia, ¿habrá?

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Nunca falta el aguafiestas. Eugenio, el “yuyín”, Pacheco ya planea el gran negocio para la primavera de 1998: pegotes y emblemas con la leyenda “A mí no me eches la culpa, yo no voté por Cuauhtémoc”. Por ahora, parece descabellado a la vista de la “cargada cardenista”. Habrá que ver.

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Así es esto de la democracia. Garantiza que se cumpla la voluntad de los ciudadanos (de la mayoría relativa), pero no garantiza que el gobernante electo sea un demócrata, ni mucho menos que la elección sea acertada. Ante esto la propia democracia tiene sus remedios: la opinión pública, el escrutinio de la ciudadanía y, por supuesto, las siguientes elecciones. Es como en el ámbito militar: el pueblo no se equivoca cuando manda, pero si llega a equivocarse, vuelve a mandar.

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La buena es que la composición plural que tendrá la Cámara de Diputados obligará a que los legisladores trabajen en serio como políticos, con tolerancia e inteligencia, con razones. La mala es que pocos parecen preparados para cumplir con esa obligación insólita en México. Ojalá la Cámara no sea el escenario de la parálisis por la grilla, ni la plataforma para las campañas electorales del año 2000.

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El autor es colaborador de TV Azteca y de El -Economista.

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