Los disturbios callejeros en los barrios de inmigrantes de París y otras ciudades francesas no sólo dejaron más de 3,000 autos calcinados: también quedó así el modelo francés de integración.
- “Es un mensaje de rechazo dirigido a un universo que a su vez rechaza a los jóvenes de las banlieues (guetos étnicos de las periferias urbanas), arrumbados en los márgenes del sistema”, señala el analista Laurent Greisalmer.
- Del total de la población de la Unión Europea, 3.6% es inmigrante (13 millones, incluyendo a dos millones de latinoamericanos). Cada año entran 700,000 más de manera legal y otros 500,000 ilegales. Muchos forman parte de los 72 millones de pobres de la región.
- “No es el modelo social francés como tal el que ha sido desafiado, más bien hay un divorcio entre la realidad y los principios. ¿Cómo puedes clamar la universalidad de tu modelo cuando la libertad, la fraternidad y la igualdad no existen en la vida diaria?”, cuestiona Dominique Moisi, miembro del Grupo de Expertos en Prevención de Conflictos del Parlamento Europeo.
- Trevor Phillips, que preside la Comisión por la igualdad racial en Reino Unido, afirma que el problema no es tanto la pobreza, sino el silencio de Europa sobre las cuestiones de razas y culturas: “Hoy la gente quiere ser británico o francés conservando fuertes lazos con su país de origen; el modelo galo no puede sobrevivir a la globalización porque obliga a los inmigrantes a olvidar su identidad”.
- Los expertos aseguran que si se quiere evitar que las revueltas se transformen en ‘guerrillas endémicas’, Europa debe interiorizar que parte de la igualdad es la diversidad, es decir el derecho a la diferencia.
- “Y dejar de pensar como los franceses”, dice el politólogo Alain Duhamel, “Que el inmigrante, sea cual sea su color de piel o creencias originales, debe convertirse 100% en un galo bigotudo y patriota que se queja de todo”.