La que hoy ya se llama vitamina O promete incrementar los niveles de oxígeno en las células, elevar la reserva de energía, fortalecer el sistema inmunológico, aumentar la concentración, aniquilar rápidamente bacterias, virus y hongos sin dañar otros microorganismos benéficos y, por si fuera poco, también luchar contra el estrés.
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Todas estas buenas noticias permiten predecir que muy pronto estará de moda ingerir dosis de oxígeno, como una forma más de defenderse frente al avance inexorable del tiempo. Si se toma en cuenta que cerca de 90% de la energía en el organismo es creada por este elemento y que todas sus funciones están reguladas por él, sale sobrando justificar su importancia.
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La dieta, la falta de ejercicio, la contaminación y el estrés son quizá los tres ladrones más importantes del suministro de oxígeno. Para equilibrar esas deficiencias surge el llamado oxígeno estabilizado –vitamina O han comenzado a llamarle–, producto de una nueva generación de la tecnología de la superoxigenación. Esta vitamina ya ha sido utilizada en la NASA, como un medio para evitar que los astronautas sean portadores de gérmenes u organismos extraños en sus fluidos corporales.
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La vitamina O se presenta como un suplemento no tóxico y seguro, en una solución salina y agua destilada. Tomada oralmente, en dosis de 10 a 40 gotas diluidas en agua, dos o tres veces al día, reporta beneficios que suenan muy atractivos.