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Carlos González Nova <br>(1917)

Comerciante de nacimiento y líder nato, este hombre conserva la humildad y la sencillez
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El negocio arrancó hace 69 años en un pequeño local en la esquina de Venustiano Carranza y Correo Mayor, en el corazón de la Ciudad de México. Era la década de los 30, la época en que los inmigrantes extranjeros dominaban el comercio en el centro de la capital.

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Ahí, entre la pléyade de comerciantes israelitas y libaneses, un mercader de origen español, Antonino González Abascal, y su hijo adolescente, Carlos, trabajaban para sacar adelante la Comercial Mexicana, un jacalón de 200 metros cuadrados donde vendían artículos de jarciería y algunas telas.

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Aquel muchacho acomedido, que a los 15 años barría el local, no sólo ayudó a su padre a levantar el negocio, sino que con el tiempo edificó un emporio. Carlos González Nova condujo los destinos de Comercial Mexicana hasta convertirla en la segunda cadena de supermercados más importante del país.

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Hoy, el grupo cuenta con 138 tiendas de autoservicio (incluyendo unidades tradicionales y Megas), 35 restaurantes y tres centros de distribución. Tiene una plantilla de 30,000 empleados y sus ventas superaron los $2,200 millones de dólares en 1998. Incluso, cotiza con la clave Comerci en las bolsas de valores de México y Nueva York.

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“Si a mí me hubieran dicho que iba a tener 30,000 empleados, hubiese contestado: eso es una barbaridad, no, no quiero ese negocio con tanta gente”, confía González Nova, un hombre que a sus 81 años de edad sigue transpirando la sencillez que lo caracteriza desde su juventud, según lo corroboran quienes han estado cerca de él.

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Don Carlos no es afecto a los reconocimientos, aunque ha recibido varias distinciones por su trayectoria empresarial. No es del tipo de personas que exaltan sus logros. Asegura que el éxito de Comercial Mexicana no es personal, sino colectivo y afirma que él sólo siguió las enseñanzas de su padre, a quien define como “un gran comerciante”.

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“Yo nomás seguí sus pasos, realmente tuve la mesa puesta, no me pongo el sombrero”, afirma el empresario.

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Entre los principios más importantes que aprendió de su padre –y que ahora forman parte de la filosofía de la compañía–, González Nova cita la honestidad, la armonía, la constancia y la justicia en el trabajo. Aunque la suerte, asegura, también ha sido un factor clave en su vida.

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La primera tienda
Carlos González Nova nació el 14 de agosto de 1917. Fue el segundo de 12 hijos –cinco hombres y siete mujeres– de Josefina Nova y Don Antonino. Éste, oriundo de Santander, había llegado a México a principios de siglo, a la edad de 13 años. Aprendió a ganarse la vida como comerciante y vivió en San Luis Potosí, Durango y Puebla, antes de establecerse en la capital del país.

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La Comercial empezó a prosperar y Don Antonino necesitó quien le ayudara. Su hijo mayor, del mismo nombre, había decidido estudiar una carrera, de modo que Carlos, el segundo en el orden, tuvo que dejar la secundaria. A los 15 años, Carlos empezó a trabajar en la tienda desempeñando pequeñas labores. Su padre le enseñó el oficio y contrató a un profesor para que le diera clases de contabilidad. “El negocio nunca lo tomé como trabajo, yo me divertía…”, recuerda el empresario.

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La Segunda Guerra Mundial trajo muchas oportunidades para la economía mexicana y la familia no se quedó al margen. Compraban telas en crudo a los textileros poblanos, las transformaban y las vendían a países como Estados Unidos y China. Asimismo, comenzaron a exportar a Centroamérica.

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La Comercial Mexicana se hizo de fama y de éxito. Los González, por su parte, se hicieron de una gran liquidez, lo que les permitió convertirse en productores textiles e incursionar en otros negocios. Algunos, como la fabricación de aceites, resultaron infructuosos.

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En 1943, don Carlos se convirtió en socio formal de su padre y asumió una posición de mayor liderazgo en la empresa. Tres años después, padre e hijo empezaron a producir telas propias. Instalaron sus primeras plantas en Puebla, Veracruz y Querétaro. En 1949, otros de sus hermanos se incorporaron al negocio.

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Durante un par de lustros, la tienda del centro y las fábricas textiles ocuparon el tiempo y la dedicación de los socios, pero a fines de los 50 un nuevo giro comenzó a llamar su atención.

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National Cash Register (NCR), la firma estadounidense de máquinas registradoras, empezó a impartir conferencias sobre las nuevas tendencias del comercio en Estados Unidos. Les explicó a los comerciantes mexicanos cómo sus contrapartes en ese país habían transformado fábricas viejas y bodegas abandonadas en grandes mercados, donde los clientes podían escoger libremente los productos.

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Entusiasmadas por la idea, varias familias de comerciantes –entre ellas los Arango (Aurrerá) y los Losada (Gigante)– siguieron la tendencia estadounidense. Los González Nova invirtieron sus ahorros para alquilar un terreno de 12,000 metros cuadrados, ubicado en Insurgentes Sur y Perpetua, al sur de la Ciudad de México, e instalar ahí su primera tienda de autoservicio.

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Don Antonino no pudo ver la obra terminada. La muerte le sorprendió en 1958, cuatro años antes de la inauguración del primer autoservicio. Su sueño era tener cuatro tiendas en la capital y una en cada estado de la república. González Nova trabajó duro para alcanzar ese sueño y no pasó mucho tiempo antes de que su trayectoria fuera reconocida. En 1973, fue nombrado “Ejecutivo Distinguido”, por la Asociación de Ejecutivos de Ventas y Mercadotecnia, y tres años después fue condecorado con la Medalla de Honor al Mérito Empresarial de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco). Por esas fechas ingresó también al Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.

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El comerciante justo
“No hay ningún genio, somos muy normales. Lo primero es el trabajo, la honradez y la justicia, porque a veces uno es muy injusto con sus semejantes”, comenta Don Carlos.

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Su padre le enseñó a respetar a sus colaboradores y a hacer equipo con ellos, reitera.

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Don Antonino le inculcó también que nunca hay que engañar a un cliente, pues al final siempre hay repercusiones: “Un comerciante que no es honrado ni ético es un mal comerciante.”

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¿Y cuáles son las características de un buen comerciante?

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"Se necesita un poco de dedicación, un poco de constancia y ser muy disciplinado.”

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Y suerte. Esto último, un factor que, asegura, lo ha acompañado toda la vida. “He sido un hombre con suerte, no solamente en mis negocios, sino en mi familia”. Don Carlos se casó con Yolanda Zabalegui y tuvo siete hijos: tres hombres y cuatro mujeres.

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Los años 80 y 90 fueron de expansión para Comercial Mexicana. En 1981 adquirió Sumesa y un año después abrió su primer restaurante California. En 1991 se asoció con Price Club (hoy Costco) e inauguró el primer almacén de ventas por membresía en México. En 1996, participó en un efímero joint-venture con la cadena francesa de hipermercados Auchan y, en 1997, compró a K-Mart las cinco grandes tiendas que tenía en México y las convirtió en Mega Super Center.

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El sueño de su padre aún no se realiza del todo, pues hay estados de la república a los que no ha llegado Comercial Mexicana. Otros descendientes tendrán que acometer la hazaña, pues hace algún tiempo que González Nova dejó las riendas de la empresa a sus hermanos Guillermo y Jaime, y a su hijo Carlos González Zabalegui.

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“Es un sueño a medias, porque todavía falta mucho por recorrer”, termina don Carlos.

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