Chico digital

Tiene apenas un cuarto de siglo y ha hecho lo que a muchos les lleva el doble de tiempo: dirige una posproductora.

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A los 17 años ya estaba inmiscuido en el negocio. A los 18 ayudó en el diseño de las campañas presidenciales y municipales en Teleglobo, de Brasil, y dirigió efectos visuales para comerciales en Colombia. Un año después instruyó a productores de diseño digital de Venevision y se trazó un plan de tres años sabáticos para estudiar.

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Un reencuentro con ex compañeros de preparatoria y trabajo lo hizo cambiar de opinión. Fundó Ollin Studio, una de las dos empresas de posproducción en México, que este año facturará $40 millones de pesos. Hoy, además de procesar cuatro decenas de comerciales al mes, trabaja en la primera cinta de Disney producida en América Latina (Lady’s Night). “Las películas de estudio implican un procedimiento nuevo que comenzó con Titanic”, dice Iturriaga.

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Como parte de Ollin (que significa movimiento flexible y constante en náhuatl), el empresario prodigio quiere crear herramientas de efectos visuales para el cine mexicano, “que hoy sólo se contratan fuera” y convertir a la firma en un semillero de profesionales.