Cómo entrar en Brasil
Quien entraba al hotel Sheraton María Isabel de la capital mexicana a fines de agosto perdía la noción geográfica. Desde la recepción hasta los salones, los amarillos y verdes en banderas y pancartas dominaban la escena. Curvilíneas promotoras cariocas repartían folletos y bolsos con la palabra “Brasil” estampada. En los pasillos, elevadores y restaurantes el idioma portugués endulzaba los oídos.
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Eran 188 los empresarios brasileños registrados en el hotel como parte de la misión comercial encabezada por Sergio Amaral, el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de aquel país. Venían a participar en un seminario para fomentar el comercio bilateral con México . Quienes no abundaron fueron los hombres de negocios mexicanos: no sumaron más de 70.
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La anécdota sintetiza la avanzada sudamericana en la relación empresarial bilateral. El revoloteo brasileño, incluida su participación en dos ferias de calzado y la visita de autopartistas en la Expo Jalisco, se debió al Acuerdo de Complementación Económica (ACE) firmado en julio pasado, el paso previo para llegar a un tratado de libre comercio antes de finalizar el año.
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El ACE sembró muchas interrogantes en torno a quién se beneficiará más con su firma. Justificadas o no tales dudas, lo cierto es que la balanza comercial entre ambos países no muestra resultados positivos para México: acumula con Brasil un déficit creciente en los últimos cinco años (más de $1,500 millones de dólares en 2001).
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La proximidad de las elecciones presidenciales brasileñas (en este mes) y la incertidumbre generada en torno a ellas entre los inversionistas respecto al futuro económico de ese país, han puesto un velo político sobre el Acuerdo. Hoy resulta más difícil ver hombres de negocios mexicanos desembarcando en São Paulo que cariocas haciendo lo mismo en el Distrito Federal.
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Hay quienes predicen que Brasil resultará más beneficiado por este pacto porque necesita más de él que México. Sus socios del Mercosur agonizan y el Fondo Monetario Internacional presiona por la generación de divisas para el pago de su deuda externa. "México y Brasil simplemente están aprovechando una coyuntura regional e interna. De las 796 fracciones arancelarias incluidas en el ACE, 728 ya habían sido negociadas a través de tratados parciales; ello demuestra una utilidad limitada del convenio para abrir nuevas oportunidades, al menos para México", afirma Fernando Flores Kato, director de la consultora Infoaméricas en México.
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Desde hace un lustro, la relación comercial entre las dos naciones ha sido inversamente proporcional: mientras más exportan los brasileños, México les vende menos . Por cada tres autos exportados por los primeros, sale uno de los puertos nacionales. Las importaciones desde la mayor economía de la región ($2,101 millones de dólares) más que triplican las exportaciones hacia allá ($585 millones). En los últimos cuatro años, el país subió del 15º al 7º lugar como destino de las ventas foráneas brasileñas, pero bajó del puesto 10 al 20 como proveedor de mercancías.
-Hasta mayo de 2002, cerca de 25 empresas mexicanas habían invertido $580 millones de dólares en Brasil, mientras que la apuesta de sus pares brasileños –155 empresas– en México representó menos de 10% de esa cifra ($55.5 millones de dólares hasta fines de 2001).
-Generalmente se ha visto a ese mercado sudamericano como algo lejos del alcance de los empresarios nacionales –y no sólo por razones geográficas–; para ellos es un desafío hacer de ese país un destino promisorio de negocios. Algunos ya lo están intentando con éxito. Varias compañías se han atrevido a vencer el vértigo de una economía con características casi desconocidas para los mexicanos, con otro idioma, pautas culturales muy diferentes, y a miles de kilómetros de distancia. Las historias de esos adelantados, muestran las potencialidades actuales en el cono sur.