Enrique Piracés se llama un santiaguino de 23 años dispuesto a demostrar que la vida puede ser organizada de manera completa a través de la red mundial. Para ello, desde el pasado 4 de mayo se encerró en una casa vacía donde piensa permanecer hasta diciembre equipado sólo con una computadora conectada a internet.
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Su primera misión ha sido ir amueblando el espacio paulatinamente mediante transacciones en línea con tiendas departamentales y usando tarjetas de crédito. Al inicio, el experimento estuvo a punto de fracasar por fallas imprevistas en la computadora, lo que le impidió a Piracés hacer sus primeros pedidos de comida, pero superadas las fallas, diariamente ordena, mouse en mano, sus alimentos a restaurantes y supermercados conectados a la red.
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La idea original era que Piracés recibiera únicamente visitas restringidas a cuestiones urgentes que no pudieran ser resueltas por e-mail, pero algunos sicólogos, previniendo el daño emocional que la falta de estímulos afectivos podría causar en el muchacho, recomendaron permitirle tener una vida social de persona a persona. Los cambios se hicieron, pero la cláusula fue concertar previamente todas las citas por e-mail.
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La aventura cibernética, denominada “Vivonline”, es vigilada por un equipo de 15 ejecutivos de empresas computacionales, siquiatras y médicos, a través de sendas cámaras de televisión instaladas en la casa. Gabriel Vergara, gerente de Internet Holding Co., la empresa financiadora, dice que se han hecho ya algunas cambios y adaptaciones al proyecto original y que, debido a los numerosos imprevistos surgidos, si el experimento llega a los seis meses será considerado un éxito.
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El suceso, que ya fue cubierto por CNN y otros medios europeos, ha tenido más impacto en el extranjero que en el propio Chile. Interesados de todo el mundo pueden observar en vivo los pesares, alegrías y sueños de este solitario conejillo de indias si visitan www.vivonline.com o se comunican con él por chat o a su correo electrónico: vivonline@vivonline.com.