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Construir un nuevo país

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

México vive una hora difícil. A la incertidumbre económica se suman la inseguridad social y el evidente desgaste del sistema político. El país está en el umbral de una etapa escabrosa. Los mexicanos asisten a la reedición de una película que ya les es conocida: de nuevo, se les receta una medicina amarga, al igual que ha sucedido varias veces en los últimos 18 años, a fin de paliar los efectos de la devaluación del peso.

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Además del paquete de medidas para enfrentar la emergencia económica, no hay que desestimar la dimensión del problema político: desde la necesidad de una solución definitiva al capítulo Chiapas (es decir, alcanzar una paz justa, sobre bases sólidas) hasta los conflictos postelectorales en esa entidad, así como en Tabasco y en el sur de Veracruz. Por si no bastara lo anterior, hay que añadir el deterioro de la credibilidad en las autoridades, causado en buena medida por los evidentes tropiezos cometidos en fechas pasadas en su comunicación con los inversionistas extranjeros que habían -por ponerlo de algún modo- confiado en el país y, no menos importante, con los mexicanos, quienes merecen explicaciones oportunas, suficientes y claras sobre la actual crisis económica. ¿O no es de elemental justicia esto, cuando desde hace varios años se les viene prometiendo a asalariados y micro empresarios que se aprieten una vez más el cinturón, porque "ahora sí ya viene la recuperación"?

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No queda duda, de nueva cuenta, que el país ha cambiado tanto que requiere transformarse a fondo en diversos órdenes. Entre otras cosas, el gobierno debe crear las condiciones que recuperen y mantengan la confianza de, por ejemplo, los hombres de negocios nacionales y extranjeros (no se exagera al decir que en parte la reciente debacle económica se debe a la pérdida de ese vital factor). De todos es sabido el enorme cúmulo de lastres que aún agobian al sector privado y que pueden aliviarse con decisiones tomadas desde la cúpula gubernamental. Como se apunta en la página 20, "lo que está en el fondo de la desconfianza (...) es el sistema político y la subcultura de irresponsabilidad que propicia". Después de todo, una mayor participación ciudadana -de la mano de una mayor responsabilidad estatal- serían una buena forma de trabajar para superar el actual trago amargo y replantear las estructuras sociales para un nuevo país.

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Signos alentadores y de esperanza son el primer acercamiento entre el discreto secretario de Gobernación, Esteban Moctezuma, y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la selva chiapaneca, así como la reciente concreción de los Compromisos para el Acuerdo Político Nacional signados por el gobierno y representantes de las principales fuerzas políticas del país. Aunque no hay que echar todavía campanas al vuelo, se trata de un primer paso sólido para reconstruir las bases de la convivencia democrática e iniciar el desmantelamiento del excesivo presidencialismo y los abusos del poder; se trata, finalmente, de refundar la república. Sean, pues, bienvenidos estos avances en la construcción de un nuevo país.

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