Pese a que todavía no se descubre una vacuna, se ha avanzado mucho en el tratamiento del VIH. Primero apareció la azidotimidina (AZT), que se utilizó como monoterapia durante años. Ahora es el turno de los inhibidores de la proteasa, medicamentos que combinados con otros reducen significativamente el virus y dan a los pacientes mayores expectativas de vida.
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En México, uno de los nuevos fármacos es el Viramune (uno de los más potentes contra el sida, según Boehringer Ingelheim, compañía que lo lanzó mundialmente en 1998), el cual tiene la ventaja de que casi no produce efectos secundarios. Además se administra a razón de una tableta cada 12 horas, mientras que en el caso de otros antirretrovirales deben ingerirse hasta 12 cápsulas al día.
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El problema es su elevado precio. Un tratamiento para 50 días cuesta $4,462 pesos, sin contar los otros medicamentos necesarios. Para ayudar a los pacientes de escasos recursos, Fonsida ha estado comprando Viramune y ofreciéndolo a precios más bajos. Por ahora, este fondo de lucha contra el sida está dando prioridad a las mujeres embarazadas, pues se ha demostrado en pruebas clínicas que reduce los riesgos de transmisión del virus de madre a hijo.
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En el mercado mexicano ya hay al menos 10 medicamentos para reducir los niveles de VIH en la sangre, pero el gran reto es acercarlos a las miles de personas de bajos recursos que padecen este mal.