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Cosa publica Jalisco azul y blanco

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El resultado electoral en Jalisco, punto final de un proceso que culminó el 12 de febrero, no debería sorprender a nadie. Es el desenlace de una historia cuyos trazos, aunque no fueran lineales, se dirigían a un rumbo inequívoco, entre avances y retrocesos de la oposición.

- En Guadalajara se instaló el primer comité organizador del Partido de Acción Nacional (PAN), en fecha tan temprana como el 4 de marzo de 1939, siendo que la fundación del partido demoraría hasta septiembre siguiente. El primer candidato presidencial de ese partido en 1952, fue un tapatío, don Efraín González Luna, uno de los principales parteros del alumbramiento panista. La Fundación de estudios (análoga a la que en el PRI se llama Luis Donaldo Colosio y Lázaro Cárdenas en el PRD) lleva el nombre de don Rafael Preciado Hernández, del pie fundador procedente de Guadalajara. Hay estirpe blanquiazul en Jalisco, pues.

- Pero, no obstante esos hechos y la influencia católica (una de las vetas del panismo) en la vida pública de esa entidad, durante mucho tiempo el priísmo laico y hasta izquierdizante dominó la escena electoral. La herencia de la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO) configuró buena parte de los cuadros del partido oficial hacia el medio siglo. Y por añadidura, las divisiones de los católicos (que se evidenciaron en la fundación de dos universidades, la Autónoma de Guadalajara y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) debilitaron el conservadurismo que se adhería al partido blanquiazul.

- Pero en 1985 el lento ascenso de las preferencias electorales panistas conoció un fuerte repunte. El fenómeno, allí, fue parte de uno más general que se hizo evidente sobre todo en el norte, por la presencia de núcleos empresariales decididos a evitar que se repitieran las experiencias de 1982, que ellos consideraron nefastas. En Jalisco, esa participación ocurrió a través del grupo Desarrollo Humano Integral, AC (DHIAC), que aun dentro del propio partido genera polémicas, pues el panismo tradicional lo ve como el instrumento de un peligroso arribismo, capaz de adulterar los principios y la esencia del partido.

- Según se sabría después, por un documento interno del propio PRI, el PAN ganó tres distritos en las elecciones intermedias de 1985, pero los triunfos no fueron reconocidos. Eso no obstante, votaron por el PAN más de un cuarto de millón de personas, que era ya una cifra considerable; alrededor de 10% de la obtenida por ese partido en todo el país. Ya en 1949 Jaime Robles León había ganado para el PAN una primera elección de diputados federales. Pero los avances fueron lentos y los triunfos vinieron a cuentagotas. Ramón Garcilita Partida fue diputado en 1952, y sólo 12 años después, en 1964, lo fue Guillermo Ruiz Vázquez. Pero la primera compensación a esas frustraciones llegó en 1988.

- En julio de ese año, siete de las ocho diputaciones federales en la zona metropolitana de Guadalajara quedaron en manos panistas. Y en el único distrito en que perdió, la diferencia fue de sólo 5.5% en favor del PRI. En todas partes creció la votación panista (salvo en el octavo distrito, donde descendió de 15,000 a 9,000 sufragios), aunque fue más notorio el descenso de las preferencias por el PRI.

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- Ese panorama, halagueño para Acción Nacional, no se mantuvo en las elecciones locales de diciembre siguiente. Muchos factores obraron en su contra. Jorge Alonso (un estudioso de la realidad jalisciense, actualmente miembro del consejo electoral local) asegura que la designación de Guillermo Cosío Vidaurri como candidato del PRI tuvo buena acogida entre una porción significativa del electorado panista. "La alta burguesía lo apoyó de inmediato. Y así como se había lanzado una vistosa compañía por Clouthier, empezaron a pulular las calcomanías en favor de Cosío. Con esto se evidenciaba la afición priísta panista de una burguesía que se acomodaba según soplaban los vientos. El DHIAC dudó... pero finalmente prefirió una discreta inactividad".

- Una compañía priísta muy dispendiosa, una candidatura del PAN (la del señor Pérez Plazola) que no cobró particularidad ante los electores y maniobras de todo género (desde cortar la línea telefónica de la sede panista el día de la elección hasta el robo de ánforas al viejo estilo, pasando por carruseles y urnas cambiadas de lugar) hicieron que los candidatos del partido oficial arrasaran: el PRI ganó la gubernatura, 24 de las 34 diputaciones y casi todos los 124 ayuntamientos. Acción Nacional sólo alcanzó siete curules y cuatro alcaldías.

- "En el caso de Guadalajara ‑es nuevamente Alonso quien informa‑, el PAN, aunque mejoró su votación respecto de las elecciones de l985 (119,606 votos contra 99,759) perdió votos respecto de las elecciones de 1982 (120,896). El candidato panista, Petersen, bajó en 1988 14.3% respecto de su propia votación en 1973".

- Ese retroceso se agravó en las elecciones federales de 1991, que en general reflejaron el éxito propagandístico del presidente Carlos Salinas en todo el país. Pero en los comicios de 1994 de nuevo el panismo quedó al alza. Su crecimiento fue apabullante. En el décimo noveno distrito, por ejemplo, pasó de 4,270 a 24,143 votos, es decir, un incremento de i465%! Eso le permitió ganar la mitad de los 20 distritos en disputa y alcanzar una votación muy semejante a la del PRI: en el caso de la elección presidencial, la diferencia, en un total superior a dos millones de votos, fue de apenas 44,000 sufragios en favor de Zedillo.

- Muy poco tiempo después del 21 de agosto los dos mayores partidos definieron sus candidaturas para las elecciones locales, que por un ajuste del calendario se efectuarían en febrero y ya no en diciembre. Lo hizo primero Acción Nacional y el resultado fue sorprendente. Por lo menos a ojos externos, la candidatura natural parecía ser la de Gabriel Jiménez Remus. Quizá su presencia nacional provocó un error de óptica en las apreciaciones sobre sus posibilidades. Pero había sido contendiente de don Luis H. Álvarez por la presidencia nacional de su partido; le hizo un enorme servicio al abandonar a la corriente disidente, que llegó a encabezar, y se mantuvo en la ortodoxia; lo que le permitió ser jefe de la fracción panista en la Cámara de Diputados, a la hora en que Diego Fernández de Cevallos se convirtió en candidato presidencial. Como aspirante a senador, Jiménez Ramus casi empató con la fórmula priísta en que figuraba Eugenio Ruiz Orozco, que llegaría a ser el candidato del PRI a gobernador.

- Elites desbordadas
Las fuerzas panistas locales, para las que algo en Jiménez Remus no fue aceptable, escogieron como aspirante a la gubernatura al ingeniero Alberto Cárdenas Jiménez, que renunció a la alcaldía de Ciudad Guzmán ganada por él en 1991. Al examinar a mediados de enero las posibilidades del triunfo panista, Jorge Zepeda Patterson, director del dinámico diario Siglo XXI, de Guadalajara, aseguró que Cárdenas "es visto con desconfianza por las élites tapatías, verdaderas rectoras de la vida en Jalisco", aunque concluyó que "para efectos electorales, las élites parecen haber sido desbordadas por el descontento de los habitantes".

- En efecto, a la prolongada lista de adeudos del gobierno federal con Guadalajara (entre los que sobresalen las secuelas del estallido del 22 de abril de 1992 y el asesinato del cardenal Jesús Posadas al año siguiente, resueltos ante la insatisfacción local) se agregó en las vísperas electorales la devaluación de diciembre de 1994 y su caída de efectos material y emocionalmente negativos. Eso explicaba por que la mayor parte de las encuestas anticipaban el triunfo panista sobre Ruiz Orozco.

- En otras circunstancias, éste hubiera sido el perfecto candidato priísta, con carrera local y firmes lazos con el gobierno federal. Legislador y funcionario en todos los sexenios en el último cuarto de siglo, especialmente vinculado a Enrique Álvarez del Castillo, quien lo hizo presidente municipal de Guadalajara, donde se concentra la mitad de los votantes, Ruiz Orozco fue secretario local de Educación en el tiempo en que la administración federal respectiva recayó en Ernesto Zedillo y Esteban Moctezuma, lo que lo condujo directo a la senaduría y a la candidatura, si bien esta última le fue otorgada luego de un experimento de presunta participación de la base.

- Lo que no fue presumible sino que se comprobó a lo largo del proceso, fue la conducción ciudadana de las elecciones. El prestigiado notario, ex presidente del comité de la Cruz Roja, Felipe de Jesús Preciado, encabezó el consejo organizador de los comicios. De eso, al menos, pueden sentirse ampliamente satisfechos los jaliscienses, cualquiera que haya sido su suerte electoral.

- El autor es director de la revista Mira y columnista del diario Reforma.

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