La música cubana cobra auge a escala mundial a principios de los años 90. La moda comienza en España, en un ambiente para la trova y el son tradicional, en el que invitan a músicos cubanos y se reeditan los viejos discos del son tradicional. Europa y América, cansados ya de los ritmos electrónicos , buscan alternativas más originales. Tienen añoranza por el pasado y también por las raíces de toda la música bailable.
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Desde los años 40, Dizzy Gillespie y Chano Pozzo mezclaron ritmos cubanos con jazz moderno. El Grupo de Juan Formell y los Van Van fusionó la música tradicional cubana, el rock y el jazz, creando el Songo. Omar Sosa, por su parte, hace un innovador jazz cubano que va desde lo latino hasta la música clásica europea.
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Al notar el éxito de los músicos de la isla, el director de cine Wim Wenders realizó un documental, Buena Vista Social Club, con el que dio a conocer de cerca la vida de estos. La película despertó una “fiebre cubana” de proporciones mundiales. Se presentaron en el Boston Simphony Hall y los boletos se agotaron en la primera media hora, lo mismo sucedió en la ciudad de Tokio.
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Debido a la popularidad que obtuvieron, los músicos independientes decidieron formar el grupo Afro-Cuban All Stars, que tiene entre sus integrantes a grandes estrellas como Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Cachao López, Omara Portuondo y Rubén González.
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