Depto. de préstamos. Por lo pronto sigu
Fernando De la Rúa logró finalizar el primer año al frente de Argentina con el anuncio del blindaje financiero para 2001. Luego de recibir la visita de Timothy Geithner, segundo del Tesoro estadounidense y el aval del Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno obtuvo ayuda externa financiera por $39,7000 millones de dólares.
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Sin embargo, para muchos economistas del país austral, el optimismo gubernamental (del ministro de economía José Luis Machinea) es cuestionable. Carlos Pérez, de la Fundación Capital, sostuvo que el blindaje “sólo salva en 2001”. De hecho, las obligaciones que debe afrontar en materia de vencimientos de capital, intereses y déficit fiscal, representan la totalidad de los fondos frescos, ya que la otra mitad de los $40,000 millones otorgados corresponden a renovaciones de créditos ya tomados.
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Según el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas únicamente se debería apelar al blindaje “cuando el mercado de capitales exija tasas exorbitantes”. Con una visión más optimista, Joaquín Cottani, economista jefe para América Latina del banco de inversión de Lehman Brothers, sostiene que la ayuda externa en sí no hubiera representado más que una anestesia financiera por tres meses si la tasa seguía subiendo. “Pero el mercado se recuperó, y los capitales vuelven a los países emergentes”, explica.
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Para el analista económico Raúl Cuello, el gobierno “tendría que dejar de ver la obtención del blindaje como un logro, ya que es lamentable que se haya llegado a esta situación de suspensión de pagos”. Augura que si no se hace una correcta utilización de los fondos “hay que pensar en el default como una posibilidad cierta para los próximos dos años”.
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Juan Alemann, ex ministro de Economía, señala que el blindaje “no necesariamente impulsa el crecimiento”, que en 2000 fue nulo; en tanto, para el economista Marcelo Lascano, el país “necesita encarar un proyecto de crecimiento orientado hacia el comercio exterior, porque necesita dólares”.
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