Tradicionalmente, se daba por sentado que la instancia que debía cumplir con el papel de agente distribuidor de la riqueza era el Estado. Pero a más de 60 años de gobiernos emanados de la “revolución”, ha quedado claro que las diferentes administraciones gubernamentales han sido “eficientes” promotoras del desarrollo económico del país, aunque con un enorme costo social, mismo que se expresa en las groseras diferencias que marcan a los mexicanos. Para ello, hay que decirlo, han contado con la complicidad muda (y a veces ciega) de muchos actores sociales; entre ellos, la mayoría de los empresarios.
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Es un hecho que, mientras México no logre acortar las brechas que separan a las distintas clases sociales, todos los proyectos económicos serán estériles y contribuirán a la injusticia. ¿Es necesario recordar otra vez que la borrachera primermundista de esta sociedad terminó abruptamente el 1o. de enero de 1994? Luego del levantamiento armado en Chiapas, los mexicanos no pudieron más que aceptar como verdad lo que ya se sabía: millones de compatriotas viven, a pesar de tratados y procesos de globalización, en condiciones de absoluta miseria.
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Tres años después, parece increíble, la preocupación de mucha gente vuelve a ser el crecimiento por el crecimiento mismo, el desarrollo por el desarrollo. Otras voces, no obstante, han insistido sobre la urgencia de darle un rostro humano a la economía.
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Mientras el sistema se debate sobre los términos en los que pactaría su propia sobre vivencia, creemos que, hoy por hoy, debe ser responsabilidad de los empresarios humanizar los procesos de desarrollo. En otras palabras: contribuir a una mejor y más justa distribución de los recursos.
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Una persona que, al margen de los esfuerzos gubernamentales y sus ineficaces instrumentos, se ha preocupado por darle cabida a la creación y distribución de riqueza en sus negocios, sin que por ello dejen de ser rentables, es Alfonso Romo Garza, presidente de Pulsar Internacional.
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Para muestra, un botón: en el centro mismo del conflicto chiapaneco, Romo ha montado una operación agrícola, asociándose con pequeños propietarios, quienes de no ganar nada, ganan ahora en promedio $1,000 dólares por hectárea. Lo fácil hubiera sido comprar la tierra y quedarse con todo; el empresario regiomontano prefirió darle apoyo financiero y canales de distribución a los campesinos. Su razón: “O hacemos muchos ricos, o no vamos a durar mucho. La obligación del empresario es crear y compartir la riqueza”. Los zapatistas han respetado totalmente el proyecto de Romo.
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¿Cuántos empresarios entienden los negocios de la misma manera? Desgraciadamente, Romo es una de las pocas agujas en el pajar del empresariado nacional.
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El DF en busca de gobernador
-Nombres van, nombres vienen. La pregunta persiste: ¿quiénes son los políticos más adecuados para contender por la gubernatura del Distrito Federal?
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De acuerdo con los resultados de la encuesta realizada por RC Estudios –publicada en la página 58 de esta edición–, los candidatos más aptos para participar en la histórica contienda son: por el PAN, Diego Fernández de Cevallos; por el PRD, Porfirio Muñoz Ledo; por el PRI, Esteban Moctezuma Barragán; y de manera independiente, Manuel Camacho Solís.
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La citada encuesta también le toma el pulso al sentir ciudadano sobre la situación económica en México. No hay sorpresas: 39.3% de los encuestados considera que es muy mala; 45.7%, mala; 13.5%, regular y 1.3% buena.
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Los editores