Convertido a través de los años en un centro cultural y artístico, así como lugar de residencia de pintores y escultores mexicanos y extranjeros, San Miguel de Allende preserva un aire del pasado plasmado en su arquitectura de inspiración española y en sus calles empedradas.
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Ubicado en el estado de Guanajuato, este pueblo colonial ofrece muchos atractivos a sus visitantes. Cuenta con varios hoteles, entre los que destaca el Casa de Sierra Nevada, famoso en todo el mundo por sus bellas instalaciones, así como por el rancho –también parte del hotel– donde los amantes de los deportes ecuestres pueden disfrutar a sus anchas.
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Entre las galerías más importantes están la San Miguel, Arte Estudio, Klingerman Gallerie y Duo Duo, donde también se venden artículos como ropa y muebles, todo hecho por artistas locales. Tiendas como El Ático, especializada en antigüedades, Cuatro Vientos y Terra –esta última con artículos para el hogar– invitan a los paseantes a deleitarse en su interior.
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Para quienes gustan del buen comer, ahí están La Terraza (junto a la catedral), con comida mexicana casera, así como las famosas pizzas de Mamma mía. ¿Lo más nuevo? El cielo y la fragua, un sitio con un interesante concepto ya que en el piso de abajo se sirven las españolísimas “tapas”, mientras que en el de arriba hay un divertido bar, muy concurrido por las noches.
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Una buena idea para media tarde es acercarse a Petit Four, una deliciosa pastelería donde preparan todo tipo de postres a la vista de la clientela que, a través de una ventana, puede empezar a deleitarse con las dulces tentaciones.
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Y por supuesto que las fiestas no pueden faltar. Pamplonadas, celebraciones en honor al santo patrono o la famosa procesión de Semana Santa convierten el pueblo en un lugar inolvidable. Aunque, en realidad, para llegar por ese rumbo no se necesitan “pretextos”.