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Dueño o empleado

Perder una batalla no significa perder la guerra. Aunque varios de sus proyectos han fracasado, este
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Podría decirse que la historia de Fernando Maqueo tiene un doble hito: uno, cuando en los años 70 fabricó carros eléctricos para golf, logrando crear un producto con 75% de sus piezas de origen mexicano y a precios por debajo de los niveles internacionales; otro, cuando decide dedicarse a la fabricación de “cuartos limpios” en hospitales y restaurantes.

- En el primer caso, la poca fe de los inversionistas, la imposibilidad de conseguir capital, la falta de apoyos y la existencia de obstáculos en instancias de gobierno lo llevaron a la quiebra. Más de 20 años han transcurrido desde entonces y, como el Ave Fénix, los proyectos empresariales de Maqueo resurgieron de sus cenizas. Antes tuvo que, en sus propias palabras, transitar por una “vereda llena de hoyos” para alcanzar el éxito.

- La mirada atrás
Inventor y dueño de empresas, las experiencias de Maqueo como empresario han sido a veces decepcionantes. “Tengo la teoría de que, en México, la creatividad se castiga”, afirma. El mal sabor de boca le viene desde su primera empresa, dedicada al control de procesos industriales, la cual se estableció en 1968 y desapareció en forma prematura debido a que las industrias comenzaron a tener sus propios departamentos de inspección.

- “Sin embargo —cuenta—, fue mi experiencia con la segunda empresa, la de los carritos de golf, la que más me marcó. Ha sido la que mayor satisfacción me ha brindado, aunque con ella no haya ganado dinero y al final me hayan defraudado.”

- Esta peculiar odisea comenzó en 1973, cuando un amigo le pidió que le ayudara a componer su carrito eléctrico de golf, el cual tenía constantes desperfectos.

- Gracias a su curiosidad y una natural inclinación hacia la investigación, encontró los errores del mecanismo. Tras observar el funcionamiento, Maqueo arregló la maquinaria, aunque para ello tuvo que cambiar el diseño del carrito. Al darse cuenta que todos los autos de este tipo eran de la misma marca y de importación —y que tanto la compostura como las refacciones eran muy costosas—, se dedicó a diseñar un modelo con sólo 25% de componentes importados, en el que hasta el chasis podía ser producido en México.

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- Aunque no pertenece a una familia encumbrada, logró hacer contacto con personas dispuestas a financiar su prototipo. Éste requirió una inversión de $1.8 millones de pesos de “aquellos”. Meses después, en asociación con varios accionistas, instalaba su fábrica de carritos de golf: Automotores Fermac.

- Lo más agobiante, recuerda, no fue tanto el escepticismo por parte de inversionistas o amigos, sino la desconfianza de los organismos gubernamentales, que nunca creyeron que un producto de este tipo y con calidad se pudiera fabricar en México. El papeleo administrativo fue un verdadero viacrucis. Maqueo recuerda que funcionarios de la Secretaría de Comercio le insistían: “Sé sincero, ¿de dónde lo estás importando?” Nunca hubo ni siquiera la posibilidad de que los trámites para exportar fueran más ágiles. “Pero nosotros teníamos un mercado nacional que demandaba el producto y pensábamos en grande. ¿Quién iba a imaginar que ahora los papeles se han invertido?”

- Para su desgracia, la devaluación de 1976 coincidió con la firma de su primer contrato grande con el Club Campestre Churubusco, del cual su empresa ya había aceptado hasta un anticipo. El dinero se invirtió en la compra de piezas de importación y Maqueo esperaba adquirir el resto de los materiales necesarios para acabar de construir los coches sirviéndose de otros contratos que estaban por firmarse. “¿Cómo íbamos a saber que todos los contratos se nos iban a caer?”

- Maqueo soportó casi solo toda la situación. Sus socios terminaron por regalarle sus acciones, pues aunque técnicamente la empresa no había quebrado, en realidad sí lo estaba. Tenía una bodega llena de piezas con gran valor, pero carecía de acceso a un crédito que le permitiera tener los medios para terminar los carros y tampoco podía pagar salarios. “En esa coyuntura no pude más que aceptar como inversionista a Jorge Rincón Gallardo Aduna, quien trabajó en el Consejo Nacional de Turismo y que fue muy cercano al ex presidente Miguel Alemán.”

- Aunque Rincón invirtió dinero, no tenía idea de cómo manejar la empresa y las diferencias entre ambos no tardaron en aparecer. El pleito concluyó cuando, por resolución legal, el nuevo socio se quedó con Automotores Fermac. De poco valieron las actas notariales y otros documentos que daban fe de la formación de la empresa. “Una docena de abogados míos no pudieron nada contra el suyo. Ni siquiera pude sacar las fotos de mis hijas que estaban sobre mi escritorio.” El resto del capital de Maqueo se fue en los honorarios de los abogados y en asesorías.

- Pero el carrito tuvo éxito internacional y llegó a ganar algunos concursos de diseño. “Sé que algunos clubs aún conservan estas unidades.” ¿Volverá a fabricar sus carritos? Maqueo no lo sabe. Acepta que existe el proyecto, pero se reserva el derecho de dar a conocer el nombre de la empresa interesada en darle nueva vida al auto eléctrico.

- Cambio de giro
Sin empleo y quebrado, gracias a la intervención de un amigo se dedicó un tiempo a la fabricación de coples y conectores para Pemex; luego, formó parte de una compañía productora de canicas, al tiempo en que participaba en otros proyectos eventuales. Así fue como llegó a su actual giro de negocio: el diseño y la fabricación de “cuartos limpios”.

- Maqueo, quien dejó trunca su carrera de ingeniero en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que la manera de lograr el mayor nivel de esterilización de un lugar es evitando las uniones. Ello es posible mediante la instalación de lienzos de hasta 25 metros de largo que “envuelven por dentro” toda la superficie de una habitación. Maqueo señala que aún existen quienes fabrican cuartos “limpios” usando lozas o mosaicos, en cuyas conexiones proliferan bacterias y virus. En cambio, el sistema de este emprendedor es diseñar espacios con esquinas sanitarias (redondas y de fácil limpieza), que cuentan con un sistema de iluminación sin sombras.

- Maqueo fue elegido para hacer los quirófanos para la vasectomía sin bisturí, y áreas de quimioterapia y rayos X del Instituto Nacional de Pediatría. También ha realizado trabajos para el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, el Instituto Mexicano del Seguro Social y el Hospital Infantil Privado, entre otras instituciones del sector salud. Otros de sus contratos incluyen a empresas como Oxxo, Coca-Cola, Herdez, Gerber, Domino’s Pizza, Vips, Compactos Orientales, Ferrocarriles Nacionales de México y hasta estaciones del Metro.

- Si bien es redituable, el trabajo no llega a ser estable. “Hay meses en que todo parece ir viento en popa; a la siguiente semana, ya no tienes trabajo.” Igual que le sucedió a casi todos los mexicanos, 1995 fue un año difícil y muchos proyectos que tenía en puerta se suspendieron.

- Como proyectista y vendedor free-lance, Maqueo vive de los contratos que gana en los concursos. Si bien es independiente, cuenta con el apoyo de Stabilit, que es la empresa que factura. Pero no se queja de su situación económica y dice que actualmente está por concretar varios proyectos, aunque tampoco está conforme y es consciente de que sus ingresos podrían ser mayores si mejorara la situación de la economía nacional... o lograra levantar su antigua empresa.

- Durante 1995, las ventas de Stabilit sumaron $2’550,000 pesos, de los cuales Maqueo obtuvo por comisión entre 25 y 30%, es decir un promedio de $50,000 mensuales. Este año, dice, tiene esperanza en que mejoren las cosas y planea facturar al menos 50% más.

- Pero aun cuando siempre está buscando vender, también tiene claro que hay empresas con las cuales no trabajaría nunca, como sería el caso de Ingenieros Civiles y Asociados (ICA). La razón, explica, es que “sólo te utilizan para simular la competencia: toman tu cotización y la inflan al momento de presentar el proyecto a concurso. De esta manera, los materiales que ellos mismos fabrican, y que por supuesto en ese momento son los más baratos, son los que resultan elegidos”.

- Talento castigado
Dueño de una gran iniciativa, Maqueo resiente sin embargo los efectos negativos de su natural tendencia a emprender. “En México se castiga al talento —asegura—. Mientras más ideas nuevas tengas, más gente desconfía de ti.” Menciona también que, aunque hay mucha creatividad, en México los dueños de las empresas terminan siendo las personas con dinero suficiente para comprarlas, aunque no las hayan fundado. “Es difícil admirar a los grandes empresarios, hay pocos y la mayoría sólo son los dueños. En muchos casos, existe muy poca ética en el manejo de sus empresas y las pruebas están en los periódicos.”

- Sin embargo, admite que durante su vida laboral le ha tocado conocer a personas de gran calidad moral. “Habría que admirar a los que de la nada formaron empresas, las levantaron y las mantienen en pie, a pesar de las adversidades”.

- Por ello, no piensa volver a asociarse. “O soy dueño o soy empleado. Si soy lo último, mejor trabajo como consultor y cobro por fuera. Ya aprendí de mis errores: las asociaciones no son para mí”, concluye.

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