El estratega
Quien ha escuchado a Carlos Slim decir que si a sus hijos no les gustan los negocios lo mejor es que no se metan en ellos, porque fastidiarán su vida y el negocio, bien podría pensar que escuchó a un padre pudiente y consentidor, como cualquier otro.
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Las empresas familiares están evolucionando y no siempre el progenitor deposita el poder en el hijo por mera tradición, sino que se busca un jefe duro que lleve las riendas de la firma. Esta es la carta que desde 1995 juega Jaime Chico Pardo , director general de Teléfonos de México (Telmex).
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No es partidario de aparecer en revistas del corazón y difícilmente otorgará una entrevista si se trata de hablar de su estilo de management. Claramente, estar en la vitrina no es su estilo y con sus atributos se ha ganado la confianza de Slim, el hombre más rico de Latinoamérica, sabiendo mantener la relación laboral de jefe con Patricio Slim y Arturo Elías Ayub, hijo y yerno del empresario, respectivamente.
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Si bien es cierto que el directivo no estuvo en la época de la privatización de Telmex, sí le tocó vivir el último año de gracia que el gobierno le concedió a la compañía para transformar la infraestructura telefónica nacional y la apertura del mercado de telecomunicaciones. Según muchos, la prueba de fuego de Chico Pardo fue en 2002, cuando enfrentó la queja a la OMC del gobierno de Estados Unidos, alegando supuestos abusos de la telefónica contra Alestra y Avantel. En ese momento, logró ponerse de acuerdo con un sindicato de 43,000 trabajadores para mejorar sus programas de productividad con un solo fin: conservar a los clientes.
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Carlos Llano, profesor emérito y fundador del IPADE, quien conoce de cerca al ejecutivo, afirma que es un tipo duro, acertado y que sabe hacer equipo. No obstante, dentro de Telmex, hay quien asegura —claro, pidiendo el anonimato— que cada vez que llama Ivette Santoyo, su asistente, el temor es inevitable.
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El propio Chico Pardo ha declarado que la eficiencia de su liderazgo recae en la correcta instrumentación de estrategias adecuadas y coherentes. Guillermo Güemez, vicegobernador del Banco de México, avala esta idea. “Lo conocí porque ambos trabajamos en el área Internacional de Banamex. Estábamos a la par y siendo yo unos 10 años más grande que él me llamó mucho la atención su precisión en los conceptos. Es un visionario que sabe convertir su idea en un hecho concreto y esto no era fácil de lograr, sobre todo cuando nos tocó la nacionalización de la banca.” El funcionario lo recuerda como una persona enérgica, más que dura.
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Gonzalo Martínez Maqueo, quien fuera director de Compras en Mercedes Benz México, lo conoció cuando fue presidente y director general de Grupo Condumex.
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Lejos de parecerle un jefe que inspire miedo, guarda una imagen distinta del hombre que comanda Telmex, la empresa calificada como la número uno de telecomunicaciones por Forbes debido a su desempeño financiero. “Un día Jaime me dijo que ya había tomado la determinación de hacer regresar a México al ingeniero Ordaz —que estaba en Alemania para entablar relaciones y negocios con Mercedes Benz— por cuestiones de presupuesto. Pero estaba interesado en conocer mi punto de vista. Le dije que era un error porque nadie mejor que él conocía las decisiones de la automotriz, incluso que ya se había ganado la confianza de los directivos alemanes y que eso tenía valor, porque era lo que le permitía a Condumex estar adelante de su competencia. Él nunca me interrumpió y mucho menos salió en defensa de su resolución. Al día siguiente me llamó Ordaz: ‘Gonzalo, no sé si darte las gracias o mentarte la madre. Me acaban de llamar de México para decirme que la decisión se cambió y no regreso. Sé que Jaime Chico platicó contigo y que por eso se revocó la determinación. Lo peor es que ya no tengo casa y tuve que adelantar mi boda, pero ya ni modo’.”
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También a Martínez Maqueo, Chico Pardo le confió que para él era sumamente molesto estar a la luz pública tras la compra de Telmex, pero que era algo con lo que tenía que luchar.
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Quizá por eso desde entonces prefiere mantener un bajo perfil hacia la opinión pública, aunque en el interior de la organización sea el mandamás de la principal compañía de Slim, el que trabaja pegado a ella con todo el equipo operativo y quien decide las estrategias generales.