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El filo de la guillotina fiscal

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Hacienda se enojó, sacó los colmillos y comenzó a dar sus zarpazos. Se sabe: en México la evasión fiscal es ya parte de la cultura. No es nada nuevo que, para remediarlo, los gobiernos exhiban en la plaza pública a personajes prominentes, y en su calidad de contribuyentes incumplidos, los erijan como “víctimas” ejemplares.

- En este caso le tocó el turno a Juan Francisco Ealy Ortiz (El Universal), Alfredo Hakim Aburto (Hakim Grupo Industrial) y Juan Bernardo Sarquís (el zar capitalino de los estacionamientos públicos). Semanas antes de las acusaciones a tan selecta terna, el nombre de Julio César Chávez llenó espacios en los periódicos (y no precisamente en las secciones de deportes). En medio de lo que ya parece una tradición sexenal, estas figuras vendrían a suplir los espacios que en la administración salinista llenaron Eduardo Legorreta, Lupita D’Alessio y Laureano Brizuela.

- No cabe duda: los empresarios demandados faltaron a su deber, no sólo como administradores, sino también como ciudadanos privilegiados responsables en remediar, aunque sólo sea mínimamente, la enorme injusticia social que todavía prevalece en México.

- “Pero, ¿de qué sirve pagar impuestos de primer mundo si a cambio sólo recibimos servicios de quinta categoría?”, argumentarán algunos. Y seguramente tienen razón de quejarse. Sin embargo, para exigir, primero cada parte tiene que cumplir con su trecho de obligaciones. Enfrentarse al “no rindo” de los gobiernos con el “no pago” de los ciudadanos sólo sirve para que ambos bandos encuentren sus propias excusas y así perpetuar incansablemente el actual círculo vicioso de ineficiencia y falta de recursos que, a fin de cuentas, todos terminamos por sufrir en nuestra vida cotidiana. Es tiempo ya de romper con el ancestral e inoperante esquema de “tú haces como que me pagas, yo hago como que trabajo”.

- Lo que no se vale (y es bastante perjudicial para la propia imagen de Hacienda) es llevar a cabo operativos judiciales escandalosos, tipo SWAT, con los que se equipara a un evasor fiscal con psicópatas de la talla del “carnicero de Milwaukee”. Desde cualquier ángulo, estas muestras innecesarias de poder son absolutamente reprobables.

- En todo caso, lo importante es preguntarse si la exhibición de figuras públicas ayuda, en verdad, a solucionar los incumplimientos fiscales de manera definitiva. Dados los antecedentes de exacerbada discrecionalidad y vergonzante favoritismo con los que hasta ahora han operado la mayoría de las administraciones públicas de este país, no está de más preguntarse si esta reciente reclamación de deudas se remite únicamente al ámbito contable, o si detrás de todo no se esconden ajustes de cuentas entre facciones políticas que, vista la falta de institucionalidad que rige en los organismos, es casi lo mismo que hablar de rencillas personales.

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- Si este fuera el caso, es decir, si muchos “amigos” o allegados al régimen actual no se vieran ante las mismas reclamaciones tributarias, el mensaje sonará, una vez más, a hueco: mientras unos “malosos” tendrán que efectuar onerosos pagos, otros “héroes de la patria” disfrutarán de generosas e injustas exenciones.

- Pero, a decir de muchos empresarios optimistas y bien pensados, éste no sería el caso: las vistosas reclamaciones de Hacienda servirán para que todos los administradores sean conscientes de sus obligaciones ante el fisco, es decir, ante la sociedad. Tal vez. Pero, a falta de comprobarlo fehacientemente, la pregunta que queda en el candelero es si será verdad que, ahora sí, ese “todos” no contempla excepciones.

- Para tomarse en cuenta
Desde enero de 1994 ha quedado clara la importancia de que, para hacer negocios en México, no se puede cerrar los ojos al entorno político y social. Por ello, en la edición pasada pusimos en marcha una nueva subsección, “Señales”, la cual pretende trazar un mapa quincenal de los principales acontecimientos políticos, económicos y sociales que pueden afectar la marcha de su empresa.

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