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El león de los negocios

Es la personificación del entusiasmo, un voraz emprendedor que todo lo convierte en un negocio Virg
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Aunque esté haciendo cualquier otra cosa en ese momento Richard Branson también está moldeando su propia imagen. Ya lo conoce. Ahí está su amplia sonrisa (no una simple sonrisa), su barba de candado, que ha usado muchas décadas antes de que todo el mundo lo hiciera, su cabellera leonina que a sus 54 años le da la apariencia de estar siempre batallando contra el viento como un marinero en un barco gentil.

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Es bajo de estatura, pero nadie lo nota porque nunca está parado en el mismo sitio el tiempo suficiente para hacer las comparaciones necesarias. Es uno de esos personajes atrevidos, titilantes, de los que siempre se escucha hablar, que siempre está convencido de que lo que va a venir será bueno, será importante, será lo mejor.

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Para bien o para mal, Richard Branson es la personificación del entusiasmo. Todo en él parece en constante movimiento. Branson está imaginando hacer, es todo lo que a cualquiera se le ocurra menos irrelevante. Mientras más lo observa, más nota qué podría ser lo más importante entre todas las cosas importantes de él. Y no es que el historial laboral de Branson sea poco admirable. A los 17 años comenzó su carrera empresarial con un diario estudiantil y a los 20 era propietario de un sello discográfico al que llamó Sex Pistols. Branson ha transformado su Grupo Virgin en un conglomerado de más de 350 compañías, muchas de las cuales son aún pequeñas, pero que combinadas suman más de $8,000 millones de dólares anuales en ventas.

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Una marca de mil cabezas
Ciertamente, conocemos su empresa musical, su aerolínea transcontinental y su servicio de telefonía móvil que, según las declaraciones de la compañía, es el negocio en la historia que alcanzó más rápidamente ingresos por $1,000 millones de dólares.

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Muchos hemos visto alguna noticia acerca de Virgin Galactic, la oferta de Branson para llevar pasajeros al espacio. Y pronto oiremos hablar sobre el lanzamiento de Virgin, una aerolínea de cabotaje para el interior de Estados Unidos, ya que él cree que este mercado está miserablemente atendido.

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Pero, ¿cuántos de nosotros sabemos de la compañía de limusinas Virgin o del negocio de vinos y trenes, o de sus empresas que rentan bicicletas, o hacen cosméticos, que operan tiendas para novias (Virgin Brides), que dirigen centros de salud, que venden paquetes de vacaciones, que ofrecen vuelos en globo o que distribuyen lencería (Virgen Ware: “ropa interior sexy y suave”)?

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Aunque es difícil imaginar que cualquier cosa que Branson haga carezca de publicidad, sólo 10% de los negocios de Virgin se llevan a cabo en Estados Unidos, y por lo tanto es casi seguro que la mayoría desconozca su bar de jugos exóticos o el negocio de manicura dentro del creciente imperio Virgin.

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Richard Branson no se detiene, y parece que no le importan las críticas (que comenzaron en 1984 con el lanzamiento muy difamado de la ahora exitosa aerolínea Virgin Atlantic). Un gurú/académico decía, repitiendo lo que muchos piensan: “Una marca no puede ser el símbolo de tiendas de negocios, aerolíneas, teléfonos móviles, colas, servicios financieros, etcétera. Eso es puro ego”.

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Branson se encoge de hombros: “Sí, lo sé”, apunta. “La sabiduría popular dice que deberías especializarte en lo que sabes y nunca desviarte de ello, pero no hay otra marca que se haya transformado en una marca que simboliza un estilo de vida como lo ha hecho Virgin. Y no fue que nosotros buscáramos establecernos como una marca de estilo de vida, sino que yo estoy continuamente interesado en aprender cosas nuevas. Tenemos gente en todo el mundo que siempre están proponiendo ideas nuevas y excelentes y no nos significa mucho costo el probar si funcionan en relación al tamaño general del grupo”. Por lo tanto, ellos intentan. Para esto, Virgin ha desarrollado un método de negocio que Branson denomina “capital de riesgo con marca”, en el que él lanza y administra todos los aspectos de una nueva compañía bajo el nombre de Virgin, mientras que los socios aportan la mayor parte de la inversión.

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La tarde en la que Branson nos está explicando todo esto vía telefónica, está navegando a Antigua y la conexión celular se pierde y se reestablece cuando rodea algún extremo de tierra y luego se abre camino entre los yates del Astillero de Nelson, que cualquier marinero experimentado reconocerá como uno de los lugares más festivos de los puertos de Leeward Islands.

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Branson tiene a bordo de su yate a sus colegas de Virgin, y más tarde, esa noche, estará compartiendo una velada animada con 15 o 20 de ellos, y como siempre con su cuaderno de notas al lado. “Siempre tengo un cuaderno en mi bolsillo”, señala, “y realmente escucho lo que dice la gente aunque estemos de fiesta en un club a las 3 de la mañana y alguien que está ebrio me esté sugiriendo alguna idea. Las buenas ideas vienen de las personas que te encuentras en cualquier lugar, y no necesariamente en la sala de juntas”. “De todos modos, estoy seguro que va a ser una noche divertida”, dice inocentemente, pareciendo desatento a la envidia que está desatando en el receptor de su conversación. “Siempre he tratado de asegurarme de trabajar en un ambiente placentero y divertido. Si el presidente de la junta directiva la pasa bien, es más fácil para el resto de los asistentes. “Y si la estás pasando bien sigues hasta que tus fuerzas no dan más”.

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A pesar de los onerosos obstáculos flotantes que interrumpieron la comunicación, Branson mostró su disponibilidad habitual para expresar sus ideas. A continuación, algunos extractos de los que nos dijo:

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* “En términos generales, el mundo es ahora un lugar más hospitalario para los emprendedores que hace 20 años atrás. En la mayoría de las industrias, es prácticamente posible pensar al mundo como un único país. Todos nuestros planes de expansión son en el extranjero: China, India… En realidad, no estamos interesados en cosas nuevas a menos que se puedan convertir en globales”.

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* “Ni siquiera las compañías más pequeñas y más jóvenes deberían temerle a los proyectos de ultramar. Las oportunidades en el mundo son inmensas, China tiene un índice de crecimiento de entre 9 y 10% anual, y puedes ir allí, participar en él y disfrutarlo. DISFRUTARLO”.

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* “Derrocha adulaciones para con la gente y florecerán; critícalos y se marchitarán”.

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* “Dale a tu gente una segunda oportunidad si han cometido un error. Hasta los empleados que nos han robado se han convertido en seres absolutamente fieles y valiosos al dárseles una segunda oportunidad. Yo no sé dónde estaría si no me hubieran dado segundas oportunidades”.

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* “Si puedes manejar una empresa bien, puedes hacerlo con cualquier tipo de empresas. Simplemente tiene que estar tu necesidad imperiosa de ingresar al mercado. El momento de ingresar a un negocio es cuando ya está profundamente dirigido por otros”.

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* “La mayoría de nuestras empresas son exitosas, pero si alguna fracasa, siempre y cuando digamos adiós airosamente, paguemos la totalidad de nuestras deudas y no dañemos a nadie, entonces no creo que la gente tenga menos respeto por Virgin por haberlo intentado. El público valora a los que se arriesgan, a los que tienen empuje. ¿Quién ha sido exitoso en la vida sin haber fracasado?”

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* “Es importante para el bien de la compañía que el presidente de la junta directiva no se aburra”.

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* “Mi filosofía general de vida es: realmente nunca te equivocas si dices que sí”.

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* “Quiero que Virgin sea tan conocida en el mundo como lo es Coca-Cola”.

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Muchos han usado este último comentario para sintetizar el pensamiento de Richard Branson. Pero ni la comparación con esta empresa le hace justicia. Coca-Cola nunca ha intentado abrir un negocio de viajes a la Luna, ni se ha expandido a la venta de automóviles o al negocio de ferrocarriles. O a cualquiera de los cientos de actividades impulsadas por el voraz apetito de Branson. ¿Ese mismo apetito hará que la marca Virgin se disipe hasta que se diluya? Habrá que ver y descubrir qué sucede.

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Pero volvamos a la figura que este hombre modela, porque finalmente no es su estrategia o apetito delirantemente ambicioso lo que nos atrae, sujeta y nos ofrece inspiración. Hay algo en la figura misma, en la manera empeñadamente alerta, y encantadora y divertida.

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¿Cuándo trabaja Branson? ¿Cuán- do no? Todo parece tan continuo y tan auténticamente placentero. Contrariamente a la mayoría de los emprendedores, Richard Branson se anota un tanto por no ser compulsivo u obsesivo o ni siquiera muy orientado a algo, aunque no se puede cuestionar su empuje. No, por el contrario, él sigue pareciendo estar en la proa de aquel barco gentil, riendo ampliamente porque conoce algún secreto, feliz porque no sabe exactamente qué es lo que sigue pero totalmente convencido de que no será aburrido y que lo más probable es que sea un buen negocio aún mejor que el último.

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