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El otro Dorado

La familia Zúñiga vende $2 MDD de ámbar al año y Europa es su principal cliente. Negocios y conf
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

No es mito que el ámbar posea energía positiva. Al frotarlo, su carga atrae el papel y eriza los vellos de la piel. En Chiapas, la piedra también magnetiza a los negocios que rodean las minas de Simojovel, la única región productora de ámbar de América continental.

- La actividad más intensa de esta región apenas surgió hace 15 años, cuando Lilia Mijangos, originaria de este municipio chiapaneco, vendió una piedra de 12.8 kilos al Museo de Historia Natural de Nueva York a cambio de $16,000 pesos. Esta pieza vale hoy más de $12,000 dólares.

- Las cosas han cambiado mucho desde esta primera venta. En 1990, sólo había 18 mineros trabajando con el ámbar. Hoy, en cambio, la mayor parte de los habitantes dejó el cultivo del café para dedicarse, de una u otra forma, a extraer el mineral. Más de 150 personas, en su mayoría indígenas, venden las piedras en bruto a comercializadores mexicanos y extranjeros que se llevan las gemas por la carretera curveada y nebulosa de la sierra chiapaneca.

- Tanto ha crecido este pueblo de 7,800 habitantes, que en 2001 sólo existían tres empresas de materiales para la construcción y el año pasado, abrieron cinco nuevos locales.

- En el mundo, el ámbar mexicano cada vez tiene mayor demanda, porque es considerado exótico y muy escaso. Si el Mar Báltico arroja 600 toneladas anuales, los montes chiapanecos producen solamente dos toneladas por año, que se venden 50% más caras que las gemas europeas.

- Los extranjeros aprecian que la piedra mexicana tiene 30 tonalidades que van desde el amarillo hasta los tonos coñac, jaspeado, e incluso verde, el más raro y costoso de todos. Pero la fiebre de los italianos es el ámbar rojo, por el que pagan hasta $45 pesos por cada gramo, casi 10 veces el precio promedio.

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- “Es un negociazo”, dice Martha Zúñiga, nieta de Lilia Mijangos y comercializadora de ámbar en el extranjero. En abril pasado, ella vendió una pieza con un escorpión en $14,000 dólares en Estados Unidos y, cada mes, recibe alrededor de $20,000 dólares de sus exportaciones a Alemania, Italia y Hungría.  Ella es descendiente de la familia que controla una séptima parte de todo el ámbar que se extrae en Chiapas.

- De su negocio 70% está en el extranjero, pues en México, los precios que compran a los mineros van de los $3 a los $8 pesos y la venta afuera del país llega hasta $3 dólares por gramo.

- Esta bonanza está lejos de los mineros. Los mejores ganan hasta $1,000 pesos mensuales, aunque deben pagar una renta de $500 pesos para explotar las tierras. Sus vidas transcurren en cuevas donde no tienen luz ni cascos, y donde el riesgo de un derrumbe los puede enterrar para siempre. Cuando terminan su trabajo, toman aguardiente hasta quedarse dormidos.

- El gobierno ha tratado de despertarlos de este sueño para organizarlos como microempresarios y, así, formalizar la extracción del ámbar. Ellos temen que esto sólo signifique pagar impuestos. “Es un círculo vicioso, porque trabajan duro, luego toman y después todo mundo tiene la culpa de su pobreza”, denuncia Richard Kulczynski, un polaco que se ha convertido en uno de los comercializadores más importantes de ámbar.

- La mayoría de los joyeros e intermediarios conoce el problema de los mineros, pero poco se relacionan con ellos. Por ejemplo, el joyero francés Philippe Chatillon espera las visitas diarias de los coyotes para comprar ámbar en sus dos joyerías de San Cristóbal, en lugar de viajar a este pueblo. “Simojovel es una región muy conflictiva, pero yo no me meto en política”, declara sonriente.

- A través de los intermediarios que hacen el contacto entre mineros y joyeros, crece la demanda que ha quintuplicado los precios en los últimos cuatro años y ha promovido la reproducción de joyerías. En 2000, había sólo cuatro joyerías de ámbar en San Cristóbal de las Casas y en estos días, hay más de 30. “Cada vez hay más joyeros y artesanos”, dice César Zúñiga, hijo de la fallecida Lilia Mijangos.

- La familia Zúñiga aprovecha esta bonanza para vender mensualmente 120 kilos de ámbar al extranjero. “Los Zúñiga es la (familia) que maneja el mayor volumen de ámbar de todos los que estamos en este negocio”, dice Tito Rubio, dueño de la joyería Lágrimas de la Selva.

- Desde una pequeña casa amarilla ubicada en Simojovel, Zúñiga recibe pedidos por fax de todas partes del mundo que él se encarga de surtir por paquetería, sin registro de las autoridades mexicanas, ya que no existe regulación para la exportación del ámbar.

- Bien conocido entre los mineros, César Zúñiga recibe diariamente piedras de ámbar. El negocio, iniciado por su madre, empezó surtiendo pedidos que llegaban en telegramas desde el extranjero a Simojovel. Hasta hace pocos años, este pueblo carecía de líneas telefónicas. “Desplazo todos mis productos porque casi no tengo competencia”, afirma sin recato. Si su familia vende cerca de 120 kilos de ámbar al mes, a un precio promedio de $20 pesos por gramo, esta familia puede presumir que sus ventas anuales superan los $2 millones de dólares.
 
Piedras viajeras
Aparte de la familia Zúñiga, cada verano llegan extranjeros a Chiapas en busca de buenas piezas de ámbar. Cardell Calhoun, coleccionista estadounidense que vive en Guadalajara, viajó en abril pasado para comprar 4,500 gramos, por los cuales pagó $16,000 pesos. “Después de cortarlo, me quedarán 4 kilos y si vendo cada gramo en $2 dólares, obtendré $8,000 dólares”, cuenta el especialista, que regresará a su país acompañado de un saco de piedras amarillas y rojas.

- Su negocio, sin embargo, es minúsculo si se le compara con el de Richard Kulczynski, un empresario de Polonia dedicado a la venta profesional de ámbar en Suiza. ‘El polaco’ (como le dicen todos en Chiapas) permanece dos o tres meses por año en México para hacer contactos, comprar un promedio de 50 kilos y encargar el pulido a artesanos mexicanos. Después, exhibe las piezas en su galería Cool Design, ubicada en Ginebra, o las llevará a la feria de Basilea, en Suiza, el evento más importante del mundo de la joyería.

- Sólo él tiene capacidad para pagar $300 euros ( $4,015 pesos, por cada metro cuadrado del stand en esta feria donde exhibe 200 kilos de ámbar báltico, mexicano y dominicano.

- Sin revelar sus cifras de negocio, los joyeros chiapanecos temen a este hombre de rostro desconocido para ellos. “Sé que empezó a pagar más, subió el precio (del ámbar) y ya nunca bajó”, recuerda Víctor Ramírez Jardines, dueño de la joyería Alux, instalada en San Cristóbal de las Casas. Pero el miedo que inspira ‘el polaco’ es mayor desde que compró una propiedad en Simojovel. “No tienen porqué asustarse”, dice Kulczynski en perfecto español. “Compré la casa porque los hoteles de ese pueblo son horribles”. La propiedad le costó $120,000 pesos, y con este gasto impresionó a los pobladores. “Trae mucho dinero para comprar”, dice Víctor Ramírez.

- Como él, nadie sabe cuántos extranjeros más llegan a Chiapas para hacer un negocio periódico en sus países de origen. Bibiano Luna, presidente del Museo del Ámbar, calcula que al menos 25% de las dos toneladas que se extraen por año se van al extranjero. En el Báltico, el ámbar no recauda las exportaciones pero sí fija impuestos a los importadores.

- “Hay una economía informal, el gobierno no sabe cuánto ámbar está saliendo del país”, expresa el coleccionista Cardell Calhoun, quien cuando viaja no declara la salida de las gemas porque las aduanas mexicanas nunca se lo han pedido.

- La salida del ámbar al extranjero es necesaria, de acuerdo con Luis Alonso Zúñiga, dueño de dos joyerías y comercializador. “Si sólo estás en el mercado local, dependes del turismo. En cambio, si tienes clientes en el extranjero, ya no hay problemas”.

- Proyectos atrapados
Al lado de este auge comercial del ámbar, hay kilos de plástico y vidrio que se venden como auténticos. En las calles de San Cristóbal de las Casas, se venden collares que suenan como vidrio al chocar, pero que sus vendedores aseguran que es ámbar.

- “El precio está tan alto que también aumenta la falsificación”, dice el joyero Víctor Ramírez Jardines. Las autoridades hacen poco, pese a que la denominación de origen está reconocida desde el 15 de noviembre de 2000. Hasta la fecha no existe un sello certificador de este material como ocurre con el tequila.

- Así como la resina del ámbar atrapó insectos, musgo y hojas hace 30 millones de años, también dejó paralizado el proyecto político de la certificación desde 2001. Mientras este sector no se organice para formar un consejo regulador, es imposible tipificar como delito la venta de ámbar falso.

- “Al principio, el consejo tuvo una constitución equivocada, porque sólo los artesanos eran miembros. Y el consejo exige que participen todos, desde mineros hasta escultores”, explica Ernesto Ramírez, funcionario de la subsecretaría de Comercio del Gobierno de Chiapas.

- El consejo ya tiene la participación de comercializadores, artesanos y joyeros, pero siguen faltando los mineros. Para ellos, esta regulación implica enlistarse en un padrón que registrará el número de piezas que obtienen y de dónde provienen. Sin esta información, las autoridades carecen de una estimación oficial de las minas y del ámbar extraído. “Hoy, todo es una venta sin control por eso es difícil saber cuánto se vende y cuánto se saca”, asegura Bibiano Luna.

- El consejo no se ha constituido porque los mineros piensan que todo es una estrategia para cobrarles impuestos. Sobre el tema, Ramírez confirma que el proyecto es registrarlos como microempresarios para cobrarles gravámenes 15% más bajos de la tasa normal.

- “Son puros ejidatarios y el gobierno no se mete con ellos porque Simojovel es zona conflictiva”, advierte César Zúñiga.

- Los conflictos sociales son la raíz del problema en un municipio de tradición zapatista. Hace unos meses, Kulczynski trató de filmar las minas para que sus clientes europeos aprecien el valor de las gemas mexicanas, pero ni siquiera los policías chiapanecos garantizaron protegerlo.

- Una periodista quiso hacer un documental para la televisión francesa sobre la vida en los cerros de Simojovel y la respuesta fueron amenazas con machetes. Los mineros temen que los extranjeros comiencen la explotación de sus minas y por eso las ocultan a los extraños. “Ellos toman una actitud de que todos vienen a chupar su sangre y su error es mantenerse cerrados al mundo”, opina Kulczynski.

- Un futuro limitado
A falta de una solución, cada uno se organiza a su manera. “Yo creo que es una idea bonita pero ninguna institución puede analizar todo el ámbar que se produce. En la práctica esto sólo va a significar un impuesto más que pagar”, dice Paolo Castigione, dueño de joyerías en San Cristóbal.

- A Kulczynski, tan reconocido entre la comunidad europea, tampoco le hacen falta los sellos que garanticen el origen del ámbar. “Yo doy mi propio certificado porque soy una autoridad del ámbar”, expresa. Desde su opinión, sólo se trata de medidas administrativas.

- Aparte de él y de la familia Zúñiga, pocos entran en el  comercio internacional. Tito Rubio, de origen italiano, descarta vender piezas mexicanas fuera de San Cristóbal, a pesar de que ha recibido varias propuestas. “No me puedo comprometer con grandes compañías porque no es un trabajo de serie, no puedo garantizar piezas calibradas para una gran joyería”, explica.

- Las grandes marcas están acostumbradas al trabajo industrial del ámbar báltico, que garantiza tamaño y calidad. Pero tratar de usar máquinas para moldear el recurso chiapaneco sería matar esta industria de reservas desconocidas.

- “El problema del ámbar mexicano es que no tiene volumen, y sólo se puede manejar como piezas muy exclusivas”, explica el empresario de Polonia.

- Además de su escasez, el transporte está en su contra. La carretera de San Cristóbal a Simojovel es un camino lleno de curvas y de neblina que atraviesa las comunidades zapatistas de San Andrés Larráinzar y El Bosque. La otra opción de llegada sería desde Villahermosa, pero faltan 10 kilómetros para completar la construcción de este camino boscoso. Los recorridos turísticos a las minas también son imposibles debido a la hostilidad de los mineros hacia los extraños.

- En cambio, un giro profundo sería la difusión de la piedra en México y el extranjero, donde está probado el gusto y la demanda de consumidores refinados. Por ejemplo, la colección de 20 piezas únicas de la platería Tane, se agotó pronto a pesar de que los precios iban de $25,000 a $40,000 pesos.

- Martha Zúñiga, dueña de la joyería Ámbar Mexicano en Taxco, está segura del potencial de esta piedra gema. “Tengo contactos y podría exportar más, pero necesito ayuda de inversionistas”, declara. Sus planes son conseguir una inversión de $40,000 dólares para poder exportar 300 kilos mensuales de ámbar.

- Ella ha sorteado la codicia ajena que despierta esta gema. La colección de su abuela fue robada cuando murió y ella sufrió un asalto  en una exposición de la Ciudad de México, así como otros robos en los envíos a sus clientes europeos. “Pero ya no me roban porque aprendí”, declara orgullosa.

- Alejar el “mal de ojo” de la ignorancia y la explotación es algo que todavía no aprenden a hacer los mineros. Mientras eso no ocurra, dependen de sus machetes para defender sus minas.

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