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El peso de la ideología

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mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

La reforma a la Ley del Seguro Social durante el periodo extraordinario de sesiones del Congreso de julio y agosto demostró que los políticos mexicanos sí pueden ponerse de acuerdo en algunos temas. Sin embargo, la agenda de reformas estructurales que el país necesita y que se acumula en el Congreso sigue siendo enorme y no hay indicios de que se vaya a destrabar.

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Debería haber un incentivo práctico muy fuerte para la realización de las reformas. Después de todo, los tres principales partidos políticos del país tienen fundadas esperanzas de ganar la Presidencia en 2006 y a cualquiera le convendría tener un país más preparado para competir a nivel internacional.

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Esto no ocurrirá mientras mantengamos un sistema fiscal con altas tasas y enormes exenciones y evasiones que disminuyan radicalmente la recaudación, un sector energético en el que se prohiba formalmente la inversión privada pero se deje a las empresas estatales sin recursos para invertir.

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El problema es que la resistencia a las reformas es fundamentalmente ideológica. El Congreso sigue dominado por una vieja clase política populista con aspiraciones de izquierda pero que no ha entendido las lecciones de la izquierda moderna en países como España, Francia o Chile. En este populismo, curiosamente, los tradicionales enemigos políticos se vuelven aliados: Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Bartlett, Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo. Su discurso, que se sustenta en una crítica a eso que llaman el “neoliberalismo” y que no es otra cosa que la economía de mercado, está cimentado en el más viejo corporativismo latinoamericano.

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Contra la ideología es muy difícil luchar. Por eso la vieja clase política de todos los partidos se resiste a unas reformas que se están llevando a cabo en todo el mundo y que generan la llave para la competitividad. Incluso China, un país que es nominalmente comunista, las está adoptando mientras nuestros políticos las rechazan.

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Las reformas del Seguro Social generaron un momento de esperanza, porque por primera vez en muchos años dos partidos distintos, el PAN y el PRI, o por lo menos la mayoría de los legisladores priístas, estuvieron dispuestos a llegar a un acuerdo para beneficio del país. Pero es difícil pensar que ese mismo acuerdo se logrará en otras reformas. La ideología, después de todo, sigue pesando en nuestro país más que la inteligencia.

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* El autor es analista político.

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