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El plan de desarrollo

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El autor es columnista de los periódicos Reforma y El Norte, y también comentarista económico de Televisión Azteca.

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El Plan Nacional de Desarrollo (PND) que el presidente Ernesto Zedillo presento al Congreso a finales de mayo sorprende por sus diferencias con el que surgió al inicio del sexenio de Carlos Salinas de Gortari. A pesar de que Zedillo, como secretario de Programación y Presupuesto, tuvo un papel muy importante en la elaboración del plan de Salinas, cuando le tocó a Zedillo decidir los elementos que había que incluir en su propio plan prefirió dejar de lado las proyecciones detalladas y asumió una actitud más filosófica.

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Esa actitud es sensata. Ningún economista puede pretender ofrecer proyecciones detalladas para un plazo de cinco años y medio. Precisamente, el intento de lograr este detalle en el Plan Global de Desarrollo de José López Portillo y en los planes de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas de Gortari llevó a serios cuestionamientos políticos a lo largo de sus sexenios. Es mejor establecer criterios generales sobre cuales son los propósitos de largo plazo de una economía, que pretender micro manejarla a lo largo de un periodo muy prolongado.

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Son muchos los aspectos relevantes del actual PND y no tiene sentido tratar de cubrirlos todos en este espacio. Pero hay dos que vale la pena destacar por lo que significan para el futuro a largo plazo del país: uno es la promoción de ahorro interno; y el otro, la necesidad de moderar el crecimiento demográfico.

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En los últimos tiempos se ha venido reconociendo la necesidad de generar ahorro interno para construir una prosperidad de largo plazo. El presidente Zedillo está convencido de que el gran fracaso del país en las últimas décadas ‑el cual ha provocado desastres financieros en momentos en que se han venido aplicando políticas económicas muy distintas‑ es la incapacidad de generar ahorro interno. Pero no parece haber una noción clara de lo que esto significa en términos de sacrificio de la sociedad. Para promover el ahorro interno, por supuesto, es indispensable disminuir el consumo, pero es algo que rara vez se dice cuando se habla del ahorro.

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El ahorro interno del país en 1994 fue de aproximadamente 16% del Producto Interno Bruto (PIB). El PND plantea elevarlo a una cifra de 22% hacia fines del actual sexenio. Se trata de un incremento sustancial que tendría implicaciones muy importantes para la economía.

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El otro punto interesante es el que corresponde al crecimiento demográfico. Este es un tema que el gobierno de la República ha procurado no ventilar públicamente en el pasado, ante el riesgo de generar una disputa con la jerarquía católica, que se opone a todo intento por lograr una verdadera planificación familiar en el país.

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Sin embargo, en estos tiempos en que la Iglesia esta asumiendo un papel cada vez más activo en la política, criticando a las autoridades por la pobreza del país, el gobierno ha decidido tomar al toro por los cuernos y señalar la importancia de moderar el crecimiento demográfico para asegurar un mejor nivel de vida para la población. Para quienes participaron en la elaboración del PND queda claro que, si no se logra moderar el ritmo de crecimiento de la población, todos los esfuerzos por promover una mayor prosperidad simplemente fracasarán.

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Los planes de desarrollo que se han elaborado en nuestro país a lo largo de los últimos años han resultado siempre fallidos por las mismas razones por las que han fracasado los planes quinquenales de las sociedades comunistas. Es quizá imposible realizar proyectos de largo plazo o con objetivos cuantitativos precisos.

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El PND del actual gobierno se distingue de los anteriores en que busca desenfatizar esta obsesión con tales objetivos específicos y en cambio propone mecanismos que permitirían al país lograr en el largo plazo ‑esto es, una vez que se consolide la recuperación económica‑ un crecimiento de 5% anual, el cual se considera indispensable para generar empleos para la población.

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Los dos mecanismos más importantes en este sentido ‑el ahorro interno y el crecimiento demográfico‑, precisamente porque son cruciales serian también controvertidos. Hay demasiados intereses que buscan promover el consumo sobre el ahorro y el crecimiento explosivo de la población como para esperar que no habrá resistencia a estas medidas fundamentales del programa de largo plazo del gobierno.

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