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Empresarios sonorenses, uníos

Forman un grupo de aproximadamente 1,500. Son emprendedores y tienen en alta estima la cultura del t
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

"Hemos aprendido que el desierto hay que trabajarlo para que produzca”, dice uno de los empresarios que hace unas pocas semanas se han juntado con funcionarios y académicos para formar el Consejo Estatal de Promoción Económica (CEPE). Son los hombres de negocios de Sonora. Los que saben que el discreto encanto de crecer estriba en métodos de acción muy alejados a los de sus homólogos del centro y del sur del país.

- “Nos sentimos tan mexicanos como cualquiera... Sin embargo, somos menos dependientes que el resto”, señala Arturo Clamont, líder de la Canacintra local. La frase de Clamont expresa la actitud de la mayoría de estos empresarios, quienes han preferido mirar más hacia al norte que atender las prácticas tradicionales del centro. Suelen tener talante tranquilo, pero no dudan en hablar abiertamente de lo que les molesta. Y que se lo pregunten al propio presidente Ernesto Zedillo, quien cometió la torpeza de anunciar los recortes al presupuesto federal en su pasada visita al estado. “Lo que queremos que nos aclare es qué tanto va a reducir el gasto y qué tanto las inversiones en el estado”, pregunta Clamont.

- Pablo de la Peña, del Centro de Estudios Estratégicos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Sonora Norte, va más allá y asegura que “nosotros siempre resentimos los efectos negativos de las crisis, pero nunca hemos tenido los beneficios de las riquezas nacionales”.

- No desdeñan las buenas relaciones con el gobierno local, mas prefieren guardar marcadas distancias y se dicen animados a probar la oposición, proceso que califican de irreversible y al que auguran resultados interesantes.

- “Somos muy grillos”, dicen. Pero consideran que sus actividades son de política de altura. No en vano Sonora ha sido, y sigue siéndolo, veta de políticos con trascendencia nacional. Fueron los sonorenses los que dieron forma y rumbo a la Revolución. Desde Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles hasta Luis Donaldo Colosio. Son reacios a ser utilizados por los gobiernos en turno y se han dado cuenta de que la fuerza de sus acciones se multiplica si actúan en conjunto. Como lo hicieron hace dos años para ayudarse mutuamente con los fuertísimos adeudos fiscales que muchos de ellos arrastraban.

- Pero no todo son intereses propios. También manifiestan aspiraciones sociales: “Sabíamos que no sólo debíamos ver por el bienestar de nuestros trabajadores, sino por el del estado en su conjunto”, confiesa José Islas, director de la planta Ford en Hermosillo, un sonorense que pronto será premiado por la multinacional con la dirección general en Brasil como pago por haber llevado a su planta al primer lugar mundial de productividad y calidad total.

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- Estos empresarios, que evitan la formalidad hasta en el vestuario, no ignoran que mucho de su futuro depende del resto del país. A pesar de ello, llevan muy arraigada la idea de que en su tierra “nada se da fácil” y eso les da fuerzas para obstinarse en su más acariciado sueño: hacer de Sonora el líder del desarrollo económico y social del norte mexicano.

- CABEZA DE RATÓN
Ante la frenética carrera por lograr espectaculares índices de exportación, los empresarios sonorenses se han conducido con cautela. “El verdadero reto de exportar es fortalecer el mercado doméstico”, señala Clamont. Y como saben que faltan tres o cuatro años para llegar a niveles aceptables de mercado interno en México han hecho de la mesura su estrategia para venderle al extranjero.

- “Con la contracción del mercado y la baja de los precios internacionales de los metales hemos encontrado en nuestro mercado interno una forma de sortear la crisis”, dice Óscar González, director general del Grupo México y presidente de la Asociación de Mineros de Sonora.

- “Taiwan era el principal exportador de carne de cerdo a Japón. Vino una fiebre aftosa y la industria taiwanesa, cuya producción era 100% de exportación, se vino abajo”, cuenta Jorge F. Landgrave, director general del Grupo Alpro. El industrial de la ganadería dice que sólo un tonto podría desdeñar un mercado interno de más de 100 millones de personas.

- En el sector pesquero, Rosalío Lizárraga, gerente administrativo de Productos Pesqueros de Guaymas (Propeguay), señala que se aventuraron en los mercados extranjeros una vez que tenían un firme mercado interno, lo que para la principal enlatadora de sardina del puerto significaba tener la seguridad de ventas de un millón de cajas anuales de latas de sardina y atún.

- En lo que todos ellos coinciden es que se acabaron los sueños de exportación de productos no industrializados. Es el valor agregado la bandera que identifica a los empresarios sonorenses en los mercados internacionales. “Nosotros procesamos 2,000 cerditos diarios y las empresas estadounidenses una media de 30,000, pero nuestros productos compiten en igualdad de condiciones en Asia y América porque nuestra ventaja competitiva está en el valor agregado que podamos darle a nuestros productos”, dice Landgrave. Y comenta que Alpro puede satisfacer las más pequeñas exigencias del comprador en relación a cortes, tipo de carne, medidas de la pieza y hasta cantidades de nutrientes. Algo similar hace Propeguay, quien está decidida a conquistar los mercados españoles y canadienses bajo la consigna del valor agregado.

- Grupo México ha invertido grandes sumas en áreas finales de su proceso de integración: el refinamiento de metales para ofrecer no sólo cobre virgen, sino productos que servirán a la industria pesada, eléctrica, de construcción y al mercado doméstico.

- ADIÓS AL OBRERO
“Nosotros no tenemos obreros”, señala Islas. El gerente de Ford aclara que en su planta todos son “asociados de producción”. Lo que significa: igualdad de oportunidades de desarrollo, condiciones favorables de trabajo y una nueva relación entre el empleador y los asociados de trabajo. Aquí los 2,300 trabajadores, desde el gerente de planta hasta el personal de intendencia, visten el mismo uniforme, comen en el mismo comedor la misma comida, asisten a las mismas clases y acceden a las instalaciones por la misma puerta.

- Las razones para mimar al trabajador fueron parte de la estrategia de la empresa para hacer efectivo el sistema just in time: “Queríamos una planta con una nueva mentalidad, con el desarrollo de nuevos conceptos a través de los cuales diéramos un nivel de vida digno a los trabajadores, de tal forma que lográramos crecer y desarrollarnos juntos”, asegura Islas.

- “Soy el primer interesado en pagar la nómina”, afirma Sergio López, contralor de Chamex Internacional. El joven administrador, quien se queja del estigma de explotación que carga la industria maquiladora, ha impuesto en la empresa una estructura diferente de relaciones obrero-patronales: “Aquí todos somos asociados y existe una relación de cliente interno.”

- López dice que le gusta crear en sus 380 empleados la conciencia de compromiso: “Es importante que ellos sepan que son muy valiosos para nosotros y que queremos que se comprometan con la empresa”.

- A cambio, obtienen un salario más alto que la media nacional y condiciones agradables de trabajo, como asientos ergonómicos, uniforme, clima artificial y prestaciones superiores a la ley.

- Grupo México comparte la filosofía del trabajador contento. El año pasado otorgó, por primera vez en 18 años, utilidades a los trabajadores. En 1995 propuso crear convenios de productividad con los empleados y el resultado fue el aumento de la producción para la empresa y para los empleados bonos hasta por 100% de su sueldo. En Cananea –una de las cunas del movimiento obrero organizado– y Nacozari los mineros gozan, además, de escuela y transporte gratuitos, así como subsidios a la vivienda y la compra de alimentos básicos.

- Landgrave concluye: “Un trabajador al que se le facilita la educación y el desarrollo será más productivo y estará orgulloso de lo que hace”. A la salida de la procesadora, se le pregunta a un empleado qué opina de sus condiciones de trabajo. Con gusto enseña su nómina semanal que indica un pago de $1,114 pesos. Lo único que no le gusta al empleado es que, al restarle los impuesto, le queden sólo $920 pesos cada semana.

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