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eMéxico: eXcelente ...y eNredado

El gobierno de México quiere llevar las tecnologías de información a todo el país, pero ¿sabe c
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Luis Lach no puede hablar más de cinco minutos sin que un niño lo interrumpa: le piden CDs, hojas para imprimir, las llaves del baño o destrabar su computadora. A todos les pone atención, les pregunta por pendientes, bromea. Sociólogo y fotógrafo de profesión, Lach lleva una larga carrera haciendo trabajo social. Hoy coordina el Centro Nacional eMéxico. Ahí asisten niños y jóvenes que de otra forma no tendrían acceso a nuevas tecnologías: chavos de la calle, adolescentes que han cometido algún acto delictivo, hijos de sexoservidoras e incluso un seropositivo. La finalidad es disminuir la “brecha digital” entre mexicanos pobres y ricos.

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Ubicado en el Palacio Postal de la capital, el Centro Nacional eMéxico también es conocido como el primer clubhouse –centro de actividades extraescolares– verdaderamente electrónico del país. Posee 17 computadoras, funciona por las tardes de lunes a viernes y tiene capacidad para atender a cerca de 100 personas. Hay centros similares en distintas partes del mundo; son una aportación de la empresa Intel, fabricante de chips, que tiene un acuerdo con el gobierno para colaborar en el sistema eMéxico.

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En los planes nacionales de desarrollo de sexenios anteriores ya se daba importancia a la política informática, pero fue Vicente Fox quien presentó el programa eMéxico (a cargo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes) como el medio para extender el uso de nuevas tecnologías entre los habitantes del país.

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La idea tiene antecedentes: existen también un eEuropa, un eCanada y un eSingapur. En todos los casos, la preocupación de los gobiernos ha sido cerrar la “brecha digital” entre las naciones y los sectores de la población para evitar que las desigualdades se agudicen.

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Así, el Centro del Palacio Postal –uno de los muchos pequeños elementos que conforman el macroproyecto que es eMéxico– es un buen programa piloto, pero está lejos de tener un impacto social, aunque el Estado y la iniciativa privada lo presenten como un logro en su estrategia. Lach argumenta: “Para cumplir tales fines se necesitarían 3,000 clubhouse en la cuidad.”

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Determinismo tecnológico
Susana Espinosa Cruz se reconoce como “una enamorada de la informática”. Estudió la maestría en investigación en tecnologías de información y comunicación (TIC) en la Universidad Iberoamericana, donde ahora es profesora. Es analista senior de sistemas personales en Select, compañía de análisis del mercado mexicano de las TIC. Ella es observadora externa del proyecto eMéxico.

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“Que el gobierno y la iniciativa privada distribuyan computadoras e internet, generen contenidos y realicen cursos de capacitación para saber usarlos, es una idea muy loable –comenta–. Sin embargo, ¿cómo un tarahumara o un microempresario aprenderán a utilizar en su beneficio estas herramientas? El problema no tiene que ver con la tecnología, sino con la manera como aprovechamos la información.”

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La analista considera que cierto “determinismo tecnológico” lleva a pensar al gobierno que proyectos como eMéxico son la solución a problemas que tienen raíces mucho más profundas, como la miseria, la educación o los condicionamientos culturales. Información y desarrollo se ven como sinónimos y a la tecnología como el medio para entrar a un mundo digital que promete democracia, donde todos seremos iguales. Pero Espinosa acota: “La información puede generar bienestar cuando se aprende a explotarla; pero sólo permite la igualdad cuando las personas que la tienen a su alcance se encuentran en las mismas circunstancias. Mientras existan diferencias entre los distintos grupos sociales, la tecnología por sí sola no impulsará el desarrollo de los sectores marginados.”

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Lourdes Sánchez tiene programado cada minuto de su agenda. Es directora general de la Asociación Mexicana del Comercio Electrónico (Amece), que agrupa a 18,700 empresas en las áreas de manufactura, comercio, banca y servicios. Antes de que Vicente Fox tomara cargo como Presidente, la organización le entregó una propuesta para el programa eMéxico. Estaba basada en la experiencia de otros países, donde el gobierno federal dirigía el sistema y la iniciativa privada era el motor para desarrollarlo. A decir de la ejecutiva, la proposición surtió efecto y el Estado ha tomado en cuenta esas “mejores prácticas”.

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“Coincidimos en las metas del sistema eMéxico –dice–; ahora cada quien tiene que hacer su tarea: el gobierno debe ser más eficiente frente al ciudadano y en la parte de eEconomía tenemos que dividirnos el trabajo.”

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“Gobierno, haz tu tarea, nosotros la nuestra y trabajemos juntos.” Como correspondencia, la función de la iniciativa privada es “generar cadenas colaborativas”. La oportunidad estriba en que las grandes corporaciones han comprendido que no viven sin las micro, pequeñas y medianas, que representan 97% de las firmas nacionales. “Cuando hablamos del desarrollo del país hay que buscar eficiencia. En lugar de hablar de austeridad, se debe pensar en cómo puedo hacer más eficaz el dinero que tengo.” La ejecutiva se resiste a pensar que México no pueda crecer.

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¿Cuál es la prisa?
En 1995, Fernando Romo trabajaba en un cuarto pequeño y semioscuro, lleno de equipos armados y desarmados en el departamento de Sistemas de Acer. Ahora tiene una amplia oficina, dos computadoras en su escritorio, unos kilos de más y usa traje. También es director general de Linux México. Entre los asuntos que lo ocupan, está financiar un desarrollo de conmutadores telefónicos a bajo costo. Pero hay otro asunto que lo inquieta.

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Resulta que en mayo de 2002 Bill Gates, fundador y dueño de Microsoft, donó a México $30 millones de dólares para la adquisición de computadoras que se colocarían en 1,000 bibliotecas del país, además de $10 millones más en software. Según el directivo, el gobierno puede usar la tecnología para salir del subdesarrollo, pero “¿con software de Microsoft? –pregunta indignado–.

Eso sólo generará una dependencia bestial. Es como un Fobaproa tecnológico, se reciben en donación licencias… ¿y las actualizaciones? Proponemos crear software libre (cuyo costo es simbólico y se puede reproducir sin problemas, aunque requiere de consultoría). De este modo, a la vez que desarrollamos tecnología apoyamos a profesionistas nacionales y dejamos el dinero en el país.”

¿Cuáles son las propuestas específicas de los partidarios del software libre? “Uff –responde–. Dennos la agenda nacional de necesidades y sobre eso vemos cómo le hacemos. Así es el software libre: es abierto, siempre hay alguien que ya trabajó algo.”

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¡Liberen al software!
En septiembre de 2001, durante una reunión de los integrantes de Linux México, se presentó el Plan de Xalapa como una “síntesis de ideas y opiniones de personas, empresas e instituciones con el fin de dar a conocer, apoyar y enfocar los movimientos de software libre en el país, y proponer alternativas para el desarrollo tecnológico nacional”. Sus principales puntos –que pueden beneficiar a eMéxico– son:

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  • Crear el censo nacional de personas, empresas e instituciones que utilizan o desarrollan software libre para tener un catálogo de recursos que se pueden compartir.
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  • Crear un órgano que permita ayudar a gobierno, entidades públicas y privadas en la toma de decisiones sobre infraestructura tecnológica.
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  • Crear la Fundación de Software Libre de Latinoamérica, para que busque mecanismos de patrocinio e inversión, y dote de recursos a personas y compañías que desarrollen este tipo de soluciones.

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Romo, impulsor del proyecto, añade: “Hay que crear software especial con el fin de unificar el lenguaje y después superar la brecha digital. ¿De qué sirve interconectar comunidades si se llega a un niño que no habla español?” Inexplicablemente, hasta ahora la respuesta del gobierno ha sido evasiva.

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¿Sabemos cómo hacerlo?
“Esto es a título personal –aclara Lourdes Sánchez–: [Fox ha tomado el mando en el sistema eMéxico] pero le falta marketing, mejor comunicación con los medios sobre este tema. En ocasiones las propuestas del gobierno son muy conceptuales, cuando ya hay avances aterrizados.”

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“El gobierno no se debe tomar las cosas tan a pecho, siente que le estamos diciendo que no está haciendo bien las cosas, cuando nuestras posturas son complementarias”, afirma Susana Espinosa.

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Por último, Lach considera: “Hay que ser críticos con la tecnología, pero no podemos ignorarla: llegó para quedarse, tenemos que aprovecharla y adaptarla a las necesidades de nuestro país. Yo lo veo con los polis del Palacio Postal: quieren aprender computación para encontrar un mejor trabajo.”

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