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En busca de un modelo

Bajo la atenta mirada de América Latina, Ricardo Lagos promete recorrer el inconcluso camino del cr
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Chile atrapa la atención mundial desde hace meses. Pero no sólo por el sonado caso del ex dictador, Augusto Pinochet, sino también por los recientes comicios y las expectativas generadas por las nuevas propuestas y alternativas de desarrollo que levantara quien resultó ganador, el actual presidente Ricardo Lagos. Su programa de gobierno plantea como primicia básica que el siglo XXI exigirá el fin de la dicotomía entre las políticas económicas y las políticas sociales, con el propósito de alcanzar el “crecimiento económico con equidad social”.

- La duda que ha surgido entre los observadores políticos, sin embargo, es cómo hacer de los programas de alta inversión social del Estado –como los anunciados por el nuevo gobierno– una política compatible con la tendencia proveniente de los organismos multilaterales, que propugnan exactamente lo contrario para las economías de América Latina. La fuerte presencia de la centroizquierda en la coalición de gobierno, a diferencia de lo que podría ser una derecha populista en la conducción del país, permite esperar una mayor defensa de las funciones públicas.

- La difícil encrucijada no es exclusiva del país andino, que padece rezagos estructurales en materia de pobreza y distribución del ingreso de corte similar, aunque no idénticos, a los de México y el resto de América Latina. Los modelos económicos aplicados también se parecen, pero hasta hoy no han resuelto tales retrasos sociales. Por tanto, el caso chileno permite a los demás países de la región vislumbrar los posibles derroteros de sus propios procesos y obliga a los gobiernos y analistas internacionales a prestar especial atención a lo que suceda en dicha nación.

- Con poco más de 16 millones de habitantes, pequeño incluso a escala regional, “desde hace mucho, Chile se ha convertido en una verdadera placa petri, muestra de estudio y análisis de los más diversos experimentos sociales (…), de ahí el permanente interés que el proceso chileno despierta en los países que andan tras la búsqueda de modelos a seguir”, comenta Rafael Agacino,  investigador del Programa de Economía del Trabajo (PET), uno de los principales centros académicos independientes de estudios económicos, políticos y sociales de ese país.

México “tardío”
El economista identifica lo que él llama revoluciones neoliberales tempranas, de edad media y tardías. “La primera revolución neoliberal data de entre 1973 y 1975, y fue impuesta en Chile (al inicio de la dictadura). Le siguieron la Inglaterra de Thatcher, en 1978, y los Estados Unidos de Ronald Reagan, en 1980. A nivel regional, fue bastante más tarde –a propósito del periodo de crisis generalizada de 1982-1983– que esta contrarreforma se impuso gradualmente en México con Miguel de la Madrid, y luego se iniciaron procesos de neoliberalización (ya a comienzos de la década de 1990) en la Argentina de Menem y en Bolivia con Sánchez de Losada.” - ”Todas las revoluciones de edad media y tardía se iniciaron en el contexto de Estados formalmente democráticos –sostiene–, lo que explica que, hasta la fecha, en Argentina o en México, por ejemplo, los trabajadores levanten aún discursos y movilizaciones gremiales en defensa de las obras sociales del Estado cuestionadas por el neoliberalismo, o que los estudiantes y académicos de esos países se encuentren permanentemente en lucha por la defensa de la universidad gratuita y popular (la UBA en Argentina y la UNAM en México).”

- Pero en el caso en cuestión, todo el entramado del Estado de bienestar fue disuelto antes de recuperar la democracia, porque “en Chile ninguna de las características económicas, sociales, políticas o culturales del modelo de acumulación anterior (el de sustitución de importaciones), logró sobrevivir”, dice Agacino.

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- La contrarrevolución neoliberal ha dotado a ese país de tasas de crecimiento promedio del producto interno bruto que, a excepción del año 1999 (donde cayó 1.1% por la crisis asiática), han superado 7% anual. El llamado “milagro” de la economía chilena contó a su favor con prolongados procesos de privatización de las empresas estatales. Para ilustrar la envergadura de los ingresos que produjo, baste mencionar las ventas recientes, correspondientes al periodo 1998-1999: $500 millones de dólares por Enerquinta (eléctrica), $600 millones por el Banco de Santiago, $1,500 millones por Enersis (eléctrica), $2,350 millones por Endesa (eléctrica), y $964 millones por Emos (sanitaria y agua potable).

- Pero debe verse también la otra cara de la moneda: 20% de los sectores más ricos se lleva más de 62% de lo que el país produce y 80% restante de los chilenos obtiene menos de 38% del producto, además de que, dentro de este último grupo, 20% tiene que vivir con apenas 3.3% del producto, lo que los ubica en un rango de pobreza absoluta.

- Con este panorama, la apuesta impulsada por el gobierno de Lagos es mantener aquel ritmo de crecimiento a la vez que se vayan potenciando mayores índices de equidad social. “Así como rechazamos la concentración de los mercados, debemos rechazar también la concentración de oportunidades en unos pocos grupos sociales”, dice el flamante presidente de Chile.

Tercera vía inadecuada
A mediados de 1999 el primer ministro británico Tony Blair y el canciller alemán Gerhard Schroeder firmaron un documento destinado a promover la modernización socialdemócrata como una alternativa al control de los mercados financieros sobre la actividad política. En este documento de los dirigentes estrella de la llamada Tercera Vía se apela a la construcción de un mercado robusto y competitivo, de una política fiscal cuyo objetivo sea el crecimiento económico fuerte y sostenido, de un Estado de finanzas sólidas; se quiere también la modernización radical y a la reforma estructural del sector público, a la reducción del impuesto a las empresas, al otorgamiento de amplios espacios de acción para el sector privado, eliminando las trabas y regulaciones asfixiantes, a la reforma de los sistemas sociales y a la flexibilización de los mercados laborales. - En Chile, empero, poco antes de su tercer triunfo electoral la Concertación de Partidos por la Democracia evaluaba estas indicaciones como insuficientes e inadecuadas para la realidad latinoamericana.

- Por un lado, Lagos parece mantener en esencia la economía de mercado y un modelo acorde al actual esquema de la globalización económica y financiera mundial. Para él, como dijo en exclusiva para Expansión, la base de la prosperidad se construye mediante una fórmula que conjugue una alta competitividad como país a escala global; una economía sana, y la verdadera competencia entre las empresas. Además, aclara que nada debe perturbar la flexibilidad de la economía nacional para adaptarse a los desafíos de la economía internacional.

- Por otra parte, sin embargo, el líder de la Concertación también sostiene que el mercado no debe ser el determinante de los aspectos sociales. Su programa económico propugna una alta inversión social en las áreas de salud, educación y seguridad ciudadana; amplios esfuerzos estatales en la innovación y modernización tecnológicas y en la infraestructura nacional; el fomento de las iniciativas privadas medianas y pequeñas; la modernización de la empresa, y una mejor regulación de las condiciones laborales.

- La pregunta es: ¿Cómo compatibilizar todos estos objetivos? “Con responsabilidad macroeconómica y fiscal, pero también con voluntad política, es posible conciliar las exigencias de la internacionalización de las economías, con protección social y flexibilidad de los mercados”, asegura Lagos.

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