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En el congelador

El sector empresarial mexicano enfrenta los efectos de la incertidumbre. Alianzas y reestructuracion
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Las principales variables macroeconómicas del país aprobaron, con relativa facilidad, el inesperado examen que trajo consigo el ataque terrorista en Estados Unidos. Sin embargo, los empresarios son menos optimistas y evitan confiarse en los primeros resultados.

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Algunos dueños de capital corrieron con suerte al lograr finiquitar operaciones financieras o corporativas antes del 11 de septiembre, gracias a que muchas de ellas se negociaron con antelación. Otros menos afortunados tienen que pisar a fondo el freno para replantear los pasos a seguir, visualizar otras opciones y esperar a que la confianza y estabilidad regresen a los mercados. Esta situación abre una ventana de riesgos, pero también de oportunidades: compañías con agudos problemas y empresarios dispuestos a abrir su cartera para aprovechar las "ofertas de temporada".

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Los analistas dicen que un recuento es aún muy prematuro y que la tarea fundamental será tratar de estimar la profundidad y duración del inevitable paréntesis corporativo que arrojó el fatídico martes negro. Ahora los hombres de negocio deberán enfrentar la creciente desconfianza de las fuentes de crédito, una mayor desacelaración de la economía de Estados Unidos –junto con sus repercusiones directas en la doméstica– y en algunas ocasiones la presión de acreedores.

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El infortunio no es exclusivo del sector empresarial: la sequía de los mercados cobrará una onerosa factura también al gobierno federal, impedido por el momento de vender sus intereses en distintas organizaciones, desde bancos hasta aeropuertos… A menos de que la administración decida participar también en la "gran barata".

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Automáticamente el nombre de Carlos Slim se asocia con la caza de oportunidades. El magnate en otras ocasiones ha demostrado su habilidad para adquirir el control de firmas subvaluadas –Sears, El Globo– e incrementar su portafolio de inversiones temporales con acciones de empresas que acuden a él para recibir recursos frescos, esperando recuperarlos en el mediano plazo –Televisa, Gigante–. Sin embargo, no es el único que cuenta con fondos y experiencia. También otros hombres de negocio y grandes fortunas analizan opciones de crecimiento y expansión de cara a la coyuntura.

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Ahora o nunca

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Previamente a los acontecimientos trágicos muchas compañías analizaban, e incluso negociaban, transacciones corporativas. Buena parte de ellas fueron suspendidas o, en el mejor de los casos, seguirán adelante a un ritmo mucho más lento. Elektra busca el control de Farmacias Benavides, cadena agobiada por una deuda de $700 millones de pesos, y también de Banca Quadrum, recientemente intervenida.

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Se presume que fue Gigante el consorcio detallista mexicano que decidió dar marcha atrás a la alianza con Fresh Direct, organización con base en Nueva York. Los planes para crear un supermercado de distribución a domicilio en el área de Manhatan quedaron olvidados, afirmó Christian Schjetnan, consultor de Finacorp. También quedó en el tintero la colocación de $175 millones de dólares en bonos de IUSA, que servirían a la reestructura de deuda de corto plazo.

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Lejos de ser sólo un momento de menor crecimiento, la supervivencia de algunas compañías pende de un hilo. Mirando este negro horizonte están Dina, Altos Hornos de México (AHMSA) y San Luis Corporación, que han visto afectados sus proyectos de reestructura. La primera busca renegociar un bono por $164 millones de dólares, proceso del cual depende la continuidad de su planta en Hidalgo; la segunda recalendarizó la presentación de su plan de refinanciamiento ante las autoridades bursátiles de Estados Unidos y los tenedores de bonos; por último, San Luis Corporación incumplió el 20 de septiembre con el pago de $8.9 millones de dólares por concepto de intereses, con el fin de no afectar la liquidez de los integrantes del grupo.

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Los acreedores de Sidek, entre los cuales destaca BBVA-Bancomer, tienen que vender complejos turísticos antes de que finalice este año o de lo contrario pasarán a manos de gobierno como pago de adeudos fiscales. La crisis que vive este sector a partir de los atentados en Nueva York hará mucho más compleja la venta y presionará a la baja el precio de tales activos.

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Aunque otras corporaciones mantienen sus planes de expansión, cruzan los dedos para que las condiciones mejoren. Tal es el caso de Cemex, que anunció avances en la adquisición de TPI Polene de Tailandia, pero hizo evidente su cautela ante posibles contingencias que le dificulten acceder al crédito necesario para lograr la adquisición. TMM tendrá que aguardar su turno con el fin de colocar un bono por $200 millones de dólares, orientado a comprar el 24.5% que tiene el gobierno federal en el Ferrocarril del Noreste. Por su parte Argos, Procorp y Arma tienen en espera una oferta accionaria que les permita reunir recursos para crear el Grupo Refresquero Arca.

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Igualmente dos transacciones que le hubieran dado al gobierno fondos frescos se remitieron hasta mejor ocasión: la venta de las dos principales aerolíneas mexicanas, –Aeroméxico y Mexicana de Aviación– y la colocación de 85% del capital de Grupo Aeroportuario del Pacífico.

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Un puñado de firmas pueden presumir de su buena suerte: el grupo financiero Banorte se quedó con Bancrecer al pagar $1,650 millones de pesos; IMSA adquirió la constructora estadounidense VP Buildings; Iusacel desembolsó $82 millones de dólares por 100% de Portatel; Televisa colocó sólo días antes del 11 de septiembre deuda por $300 millones de dólares en los mercados internacionales; y Jugos del Valle vendió el primer tramo de una emisión de papel comercial para financiar nuevos proyectos hasta en $50 millones de dólares.

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El panorama corporativo no se antoja fácil. Las compañías del país tienen que incluir en sus previsiones los escenarios económicos más desfavorables, considerar nuevas variables y ajustar sus estrategias para hacerlas más flexibles ante los cambios en el contexto. En el reporte semestral de emisoras, en las siguientes páginas, se analizan los indicadores de la salud financiera de las empresas.

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