Cuando Silvia N., directora de Calidad de una empresa multinacional recogió su ropa de la tintorería, no podía dar crédito a lo que veía. Era la primera vez que llevaba a limpiar un elegante modelo de la firma -Valentino que le había costado $6,000 pesos en una boutique de Presidente Mazarik y lo que tenía delante era un traje lleno de manchas.
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“Calmé a la clienta diciéndole que este episodio se -repetía con frecuencia en mi negocio, que se trataba de una prenda defectuosa desde su fabricación y una tienda seria respondería a su reclamación”, cuenta Franco Saccucci, quien se ha vuelto experto en reconocer calidades de las telas y prendas luego de estar más de 20 años en el negocio de limpieza de ropa.
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Antes de acompañar a su clienta con el vendedor, Saccucci desmontó el vestido y descubrió que estaba confeccionado a mano, seguramente por alguna costurería local, y sólo le habían pegado la etiqueta de una marca de prestigio. Aunque parezca mentira, en México gastar mucho en una prenda de vestir no siempre es garantía de que se obtendrá calidad a cambio.
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Algunas tiendas mexicanas compran en Europa lo que se conoce como “segundas”. Allá, según el entrevistado, el control de calidad es más estricto y los fabricantes son sancionados si introducen en el mercado una prenda con pequeños defectos. “Ocurre que aquí no vemos esos detallitos o nos aguantamos y pagamos igual. Aunque no siempre es así: hace tiempo, Woolworth Mexicana trajo ‘segundas’, pero lo anunció, sin engañar a nadie.”
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Otras veces, todo un metraje de tela sale defectuoso. “Cierta marca conocida importó seda de China que, al limpiarla, se despintaba en una parte del estampado”, dice el tintorero. Para evitar sorpresas, Saccucci pide a sus clientes que avisen -cuando se trate del primer lavado de la prenda para realizar una prueba en una parte no visible de la misma.
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¿Cómo hacer para que el dinero invertido en ropa resulte eso: una inversión, y no un fuerte gasto que hay que hacer con frecuencia? Saccucci hace varias recomendaciones al respecto:
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Compre menos cantidad y más calidad. Es preferible verse bien, aunque repita el modelo, que traer un traje con las solapas “hechas chicharrón”. Adquiera su ropa en una tienda de prestigio, donde le den garantía de lo que lleva y, en caso de resultar mal, le repondrán su dinero.
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La ropa debe tener etiquetas que contengan dos informaciones básicas: la composición de la tela y su forma de lavado. No es lo mismo adquirir prendas de rayón, que ropa confeccionada con fibras naturales, como seda, lino, algodón y lana, las cuales además de ser térmicas, duran mucho más y siempre se ven bien. Un traje de lino es de lo más caro y elegante, sin embargo, los mexicanos aún no nos hacemos a la idea de que “la arruga es bella”, lema que impuso el diseñador Adolfo Domínguez en Europa. En cuanto a la lana, vale la pena invertir en un traje con este componente porque, además de que tiene buena caída, dura años.
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Antes de comprar, revise la prenda a contraluz. De esta manera, podrá hallar los errores en el estampado o confección. En las prendas más delicadas, el defecto puede consistir en que los hilos están corridos y se transparentan.
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No se “vaya con la finta”. Si en una rebaja le ofrecen trajes “italianos” que cuestan $200 ó $300 pesos, convierta el dinero a liras y piense que con esto le alcanzaría para comer una pizza en Roma. Aunque no se trata de una cifra excesiva, sume lo que gasta al año, para obtener a cambio un armario lleno de ropa que no podrá ponerse cuando quiera estar bien presentado.
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No adquiera prendas con estampados muy contrastantes. Es muy probable que, al limpiarlas, la parte oscura se destiña, estropeando la tela.
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En el caso de las pieles, cuantos más cortes tenga, menor es su calidad. Al estar elaborada con retazos de diferentes pieles, la prenda tendrá distintos teñidos y cuando se mande a limpiar le conferirán diferentes colores.