Calificada generalmente como una artista new age, Enya se ha mantenido en el candelero (y las listas de ventas) gracias a la pacífica y lánguida sonoridad de sus creaciones, muy a contracorriente de otros géneros musicales. Menos locuaz y espectacular que su colega Yanni, y más misteriosa, utiliza diferentes idiomas occidentales y orientales (incluso el latín), para crear atmósferas llenas de poesía, inspiración y esperanza. No es precisamente la música que se usaría para animar una velada juvenil, pero es un hecho que miles de personas en todo el mundo la utilizan para musicalizar sesiones de yoga, meditación y otras actividades más o menos esotéricas. En The Memory of Trees (WEA), Enya interpreta todos los instrumentos musicales e introduce su primera canción en español (La soñadora), antecedente que podría abrirle el interés de algunos mercados hispanos. Música suave, sin ritmos, que fluye como el agua mansa.
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