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Estabilidad contradictoria

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Tranquilidad cambiaria, bajas tasas de interés, menores cambios dramáticos en las Bolsa Mexicana de Valores y hasta una inflación mensual que se puede presumir a los demás países. Eso parece ser la economía mexicana al primer trimestre de 1999. Si en 1995 nos hubieran descrito el futuro, habría sido suficiente para pensar que la crisis se superaría por completo.

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Pero la serenidad de las variables financieras y de la inflación no significa necesariamente estabilidad económica permanente. La mayoría de estos logros son el resultado del mayor flujo de capitales extranjeros volátiles, cuyo monto se incrementó 20% en marzo. Sobre todo son resultado de una política monetaria orientada al control de la inflación.

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La aparente calma de la que gozan algunos y se jactan otros esconde grandes contradicciones que, a mediano plazo, pueden revertir el pequeño avance logrado hasta ahora.

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Por ejemplo, la disminución de las tasas de interés de los Cetes, no se traducirá en una reactivación inmediata de la economía a través del crédito bancario, en tanto el funcionamiento de la banca comercial continúe como hasta ahora.

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En México, los márgenes de intermediación de la banca siguen siendo muy altos. Este indicador es la diferencia entre la tasa pasiva —que paga el banco por conseguir recursos— y la tasa activa —que cobra el banco por créditos—. El margen financiero mexicano es del nada despreciable 11% real, mientras que en Estados Unidos alcanza 4%.

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Este esquema, y la estructura de los créditos industriales y al consumo, ha ocasionado en gran medida el problema de las carteras vencidas. Lo curioso es que en un claro contexto de globalización financiera, donde la estrategia de apertura económica se aplica para elevar la competitividad empresarial, los costos de los créditos, lejos de disminuir e igualarse con los de nuestros socios comerciales, se incrementan.

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Los resultados de este proceso no son alentadores. En diciembre de 1998, el financiamiento cayó 3.59% en términos reales, y el destinado al sector privado disminuyó 3.63%. Para el primer cuatrimestre de 1999, la incertidumbre que dominó a la mayoría de los agentes económicos provocó que esta situación se agravara y, hasta abril de 1999, el saldo del financiamiento total fue 4.82% inferior contra un año antes, mientras que el destinado al sector privado cayó 12.36%.

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Estas cifras reflejan en primer lugar una política monetaria cuyo principal objetivo es el control de la inflación, sin reparar en las consecuencias negativas que ello significa para el desarrollo industrial en términos de financiamiento.

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Además, esta fuerte disminución del financiamiento es el reflejo de un sistema bancario cuyos créditos son notoriamente costosos para el sector privado. Las grandes corporaciones han buscado subsanar esta deficiencia con créditos externos contratados en moneda extranjera, con el riesgo de enfrentar una devaluación de la moneda.

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Por su parte, el resto del sector privado, por ejemplo, el que depende de tarjetas de crédito o créditos empresariales, tendrá que consumir a una tasa promedio de 55% anual, o esperar mejores tiempos. Lástima, tan bien que sonaba eso de la estabilidad.

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La autora es editora ejecutiva de Tendencias Económicas y Financieras

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