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Europa Saldos de la integración

Una encuesta entre ejecutivos europeos expresa resultados de la integración. Uno de los riesgos es
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Después de haberse barajado múltiples modelos para lograr la unidad europea -cesarianos, alejandrinos, napoleónicos o hitlerianos-, hoy día ésta es prácticamente una realidad para los empresarios de la región.

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Sin embargo, ahora cabe preguntarse sobre el impacto que han tenido en las empresas europeas las profundas reformas económicas, que han significado mayores libertades de producción, comercio y servicios.

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Resulta evidente que el fenómeno más notorio en la actual realidad económica del continente es el de la competitividad. Las empresas han transformado sus estrategias en cuanto al tamaño del mercado; han constituido nichos de mercado para resguardarse de los monopolios; se ha magnificado la especialización regional; la subcontratación es parte de la estrategia de las empresas medianas; los gobiernos han diseñado un proceso orquestado para que la liberalización de sus mercados y la reciente oleada de privatizaciones en Europa del Este promuevan como herramienta de competencia a la tecnología como forma de influencia en los mercados.

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Asimismo, la integración europea ha supuesto cambios en la estructura de su industria. La racionalización se ha llevado a cabo especialmente en empresas industriales de automóviles, alimentos, telecomunicaciones y transportes y servicios financieros. También se ha enfatizado una mayor especialización y la fabricación de productos a medida, todo ello acompañado de inversiones multinacionales en las que las fusiones y adquisiciones son la norma para el establecimiento de alianzas estratégicas.

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Pero, ¿que piensan los ejecutivos de las características de esta nueva Europa? ¿Cuál es su percepción sobre las principales políticas y su impacto sobre sectores específicos? ¿Cuáles son las empresas más capacitadas para competir con Asia o la zona del Pacifico? ¿Qué medidas han tornado los empresarios para transformar sus estrategias (rumbo e implantación), estructura (organización y operaciones) y sistemas (flujos de recursos e información)?

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Una Europa integrada. Para muchos ejecutivos europeos, el cambio nodal en el continente se produce en 1989. Este año marca el fin de una era con una Europa dividida y amenazada desde el Este. La realidad paneuropea se inicia con la perestroika de Mikhail Gorbachov, sigue con los Tratados de Maastritch y la unificación alemana, y culmina con el desmembramiento de la influencia comunista y sus nuevas alianzas económicas con Europa central.

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Muchos analistas miden la confianza de los inversionistas según la percepción que estos tienen de la estabilidad. La paz y la seguridad son los ingredientes vitales, no solamente en cada uno de sus países sino en toda Europa, porque ya no se piensa en términos nacionales estrictos sino en un continente integrado. Desde luego que hoy en día los empresarios no están pensando sólo en la Europa comunitaria. Según Lyne Hall, especialista en estrategias globales del European Institute for Advanced Studies in Management, Europa abarca no sólo los países de la actual Comunidad Europea y la Asociación Europea de Libre Intercambio, sino que incluye también a los antiguos países de la parte Este, constituyéndose así lo que se denomina el Espacio Económico Europeo.

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Las tareas aún pendientes permiten ser optimistas, pero la voluntad política de los gobiernos todavía deja mucho que desear, en opinión de los ejecutivos. Giovanni Agnelli, presidente de FIAT, decía hace unos meses que "irónicamente, fueron los políticos quienes concibieron por primera vez en 1957 la idea de un mercado común, a menudo con las objeciones de la comunidad empresarial. Ahora la situación se ha invertido: son los empresarios y las empresas quienes están presionando a los políticos para que se trasciendan las consideraciones de intereses locales y nacionales".

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Si la integración de los mercados de la Comunidad Europea, que en 1995 pasó de 12 a 15 miembros, ya constituía un enorme potencial económico, los ejecutivos europeos hacen sus apuestas por la incorporación paulatina de los mercados de la antigua Europa del Este. "Una vez que amaine la tormenta de cambios drásticos en esta última zona, la tasa de crecimiento económico en esa región podría llegar hasta 10% anual, lo que la convertiría en la región de crecimiento más rápida del mundo", señala David Thompson, presidente de Rank Xerox en e-1 Reino Unido.

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Según una encuesta de Andersen Consulting a ejecutivos europeos, los planes de inversión han variado muy poco para la presente década. Sus recomendaciones de inversión describen una amplia pero uniforme gama de escenarios que se basan en gran medida en la interacción de dos factores: las barreras del mercado y las políticas gubernamentales.

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Cuatro escenarios. Según estos dos factores, es posible deducir cuatro escenarios probables. El primero -malo y poco verosímil-, es que Europa se convierta en una fortaleza; esto supone el fracaso de las negociaciones en materia comercial con los bloques comerciales de Norteamérica y Asia. El segundo escenario seria una especie de archipiélago europeo en el que los empresarios y gobiernos de la región se preocupen más por las instituciones internas y el mayor desarrollo del continente. El tercero contempla un mercado libre paneuropeo, en el que el comercio intraeuropeo sea más importante que el que se mantiene con el resto del mundo; esta situación de desequilibrio es prevista como la más probable por los ejecutivos, aunque muchos de ellos la ven como un preludio para el incremento de su competitividad con Norteamérica y Asia. El cuarto escenario es una especie de "Estados Unidos de Europa", en el que las iniciativas combinadas de la Comunidad Europea y de Europa del Este se materializarían en un plazo más allá del 2005.

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Según el análisis de Andersen Consulting, la mayoría de los ejecutivos afirma tener un plan de contingencia para este último escenario y uno más cercano para la Europa de la presente década, que significa la integración de Este y Oeste y la implantación de la Unión Europea. En este sentido, 95% de los entrevistados coincide en que el mercado europeo en el año 2000 será casi el doble del existente en 1993, con 550 millones de personas y un potencial de 800 millones.

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Sin embargo, a pesar de este augurioso futuro, las paradojas subsisten en la región: mientras que efectivamente se crea un mercado mis libre también se vuelve más proteccionista. Esto último, tal vez por la necesidad de definir lo que constituye lo europeo y lo que no lo es. Seria por lo tanto conveniente establecer un sistema homologado de normas técnicas que definan la calidad de los productos y servicios, porque en la práctica esta carencia se convierte en barreras al comercio exterior.

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