Experiencia de vida
Jerónimo Valle ve con buenos ojos el futuro. Piensa que la maestría que estudió en Wharton, la escuela de negocios de la Universidad de Pennsylvania, es una inversión a largo plazo que le ayudará a enfrentar la dura competencia laboral. Si bien su intención al salir de ahí era cambiar de rumbo y enfocarse al sector financiero, las oportunidades no se presentaron de ese modo. “La crisis estadounidense se reflejó en menos ofertas de trabajo. Las empresas de allá le estaban dando prioridad a la gente de ese país”, explica, tras mencionar que 30% de su generación aún no encuentra empleo en corporaciones trasnacionales.
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A dos meses de haber concluido la maestría se siente contento de estar nuevamente en la consultora AT Kearney, su primer trabajo profesional después de graduarse como ingeniero industrial en la Universidad Panamericana. “La compañía valora al 100% los estudios de maestría”, afirma Valle, quien ocupa ahora un puesto como consultor asociado, de mayor responsabilidad y también de mejor remuneración económica.
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Ve los dos años de su vida que pasó en Wharton como una experiencia que le aportó riqueza en el terreno intelectual y en el vivencial. Y si bien no desprecia las clases con profesores reconocidos, quizá lo que más peso tiene para él es el grupo de nuevos amigos que formó, mexicanos, venezolanos, argentinos, personas –según describe– brillantes, dispuestas a ayudar, abiertas y amigables.
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Pero en experiencias intensas también hay tragos amargos: “Sí hubo momentos en los que me cuestioné qué hacía allí, dejando una casa, una vida hecha, un trabajo.” En tales instantes sintió el apoyo de su esposa, con quien se había casado dos meses antes de irse.
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Él cree que no debe limitar su futuro a una lista de propósitos; entre las enseñanzas que obtuvo estudiando fuera del país está la de vivir el día a día.