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Fausto Cuevas, de la AMIA &#341995 lo da

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Las grandes armadoras afiliadas a la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) figuran entre las empresas más poderosas de la economía, ninguna cotiza en la bolsa, todas tienen sus matrices en el extranjero y sus directivos en México rara vez conceden entrevistas a la prensa. Este año, EXPANSIÓN las solicitó sin éxito a los directores generales de General Motors, Chrysler y Volkswagen. En cambio, y según su generosa costumbre, el director de AMIA, licenciado Fausto Cuevas, accedió a responder a nuestras preguntas.

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¿Cuál es la visión de la AMIA respecto del comportamiento de la industria automotriz?
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No es un secreto la situación de la industria, y al mes de agosto tenemos una caída de las ventas internas de 73%. Es la peor crisis en la historia de la industria automotriz. La gran diferencia respecto de la de 1982 es la posibilidad de exportar, que no tuvimos en aquella ocasión. En 1994 se exportó 52% de la producción total del año, y al mes de agosto llevábamos exportado 80%. La producción total es 19% menor que la del año pasado, pero considerando la caída del mercado doméstico, se ve lo mucho que se ha podido salvar. Si fuera por el mercado interno, ninguna planta tendría viabilidad económica.

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Hay que considerar que el principal interés de los fabricantes sigue siendo el mercado doméstico. Sus inversiones no están pensadas para tener una plataforma exportadora, de modo que este cambio en la estrategia tendrá que ser temporal. No existen razones para pensar que alguna de las marcas quisiera retirarse, porque se trata de inversiones a largo plazo y existe seguridad en la recuperación.

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¿Cuál será la estrategia para reactivar el mercado interno?
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Se ha intentado prácticamente todo, pero la reactivación es muy difícil por la falta de liquidez y la inseguridad en el empleo. No es fácil pedirle a la gente que compre un vehículo cuando no sabe si podrá pagarlo. Esta resistencia se aprecia en la pobre respuesta a las estrategias promociónales de algunas marcas.

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También hemos insistido en la revisión de los impuestos, que son una carga sobre el precio final. No se ha logrado nada concreto, pero pensamos que podrían haber señales más adelante. Los planteamientos son parecidos a los de INA y ANIDA, organizaciones con las que compartimos esta problemática.

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¿Sufrirán cambios las estrategias para producir grandes lotes de autos de pocos modelos, completando la oferta con otros de importación?
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Desde que se negociaba el TLC se empe­zaron a hacer inversiones para adecuar cada empresa a su propia estrategia, y este año se concentró la producción en los productos de exportación. No es fácil hacer grandes cambios porque esta es una industria de medianos y largos plazos, y los productos se planean con tres o cuatro años de anticipación. La industria estaba en el programa de globalización, y revertirlo sería regresar a algo que de todos modos ya no es viable. De todos modos, hay plantas que están en un extremo, fabricando un solo modelo, y otras que tienen una gama más variada.

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¿Qué información tiene la AMIA respecto de los despidos y recortes de personal?
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No hay cifras de reducción de la planta laboral, pero la baja en la producción ha requerido ajustes en las plantillas. Las empresas han evitado los despidos masivos manteniendo el nivel de producción más alto posible, y han negociado paros técnicos. Es un esquema que permite a las empresas avanzar conservando los empleos. La crisis es muy evidente y los obreros, viendo que en otros sectores hay despidos muy fuertes, reconocen que no es el momento de sostener posiciones de controversia.

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Periódicamente se insiste en que la industria terminal no respeta los porcentajes de integración exigidos por los decretos automotrices. ¿Cuál es la posición de la AMIA?
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Las reformas legales que están vigentes desde enero de 1994 mantienen básicamente el porcentaje de integración nacional de 34%. La última información dada a conocer por la Secofi es que la industria está cumpliendo en exceso lo que solicita el decreto, con una integración de 39%.

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¿Cuál es su visión respecto de las posibilidades de recuperación de la industria?
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Este año ya lo damos prácticamente por muerto; quisiéramos que terminara hoy, para empezar otro mejor. No estamos esperando una recuperación sino una reactivación. La idea es que en unos cinco años habremos recuperado los niveles del mercado interno de 1994. Esto sin desatender las exportaciones, aunque su crecimiento no sea tan fuerte como en este año. Para fin de siglo debiéramos alcanzar un mercado interno de 700,000 unidades, con una producción total de 1.4 millones.

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