Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

Fin de año

-
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Uno a uno borro archivos, correos, presentaciones, presupuestos. Me convierto en una asesina de datos, mis datos, mi trabajo. Reviso el sistema, no queda ningún rastro de mi presencia. La computadora parece triste, nos estamos despidiendo, hemos compartido muchas horas, confidencias y hasta pláticas por el chat. Supo mis secretos y yo conocí sus defectos. La reinicio y es como si resucitara a mejor vida; se olvidó de mí, ahora es la computadora de escritorio que me fue asignada cuando entré a este puesto, que ahora dejo...

-

¿En qué trabajaba? No importa, cuando uno renuncia son los mismos sentimientos de alegría y tristeza enredados. Renunciar buscando algo mejor, un lavado de cerebro profundo de que la decisión que tomamos fue la mejor: no hay vuelta atrás, sólo camino por delante. Me despido de mis compañeros y algunos ponen cara de funeral. “Si nadie se murió, nos vamos a seguir viendo”, digo entre bromas, pero sé que a la mayoría no los voy a ver, y confieso que me halaga la pena en mi honor, aunque en realidad dudo que dure mucho. Salgo con mis pocas pertenencias en una caja, subo a mi coche. El ritual terminó y voy sonriendo.

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad