Hace cuatro años, en Europa, se daba por hecho que el destino del flamante presidente Vicente Fox era consumar las tan esperadas reformas económicas que habían apolillado al país por décadas.
- En Norteamérica el panista era la promesa de México. Mientras que en Europa se vaticinaba que a México le esperaba un porvenir de prosperidad parecido al de España en la Unión Europea (UE).
- Pero la fascinación del otro lado del Atlántico, por el hombre que acabó con 71 años de reinado del PRI, se ha convertido en escepticismo, simple y sencillamente porque las reformas siguen pendientes. “Entre la élite británica hay decepción porque Fox pudo lograr más y no lo ha hecho”, comenta el profesor Victor Bulmer-Thomas, director del prestigioso Royal Institute of International Affairs, la conocida Chatham House.
- Bulmer-Thomas le critica a Fox no haber atacado antes los obstáculos al cambio porque ahora la elección presidencial de 2006 concentra todos los esfuerzos políticos. En ese sentido, la Comisión Europea advierte por primera vez que tal “incapacidad” del Gobierno foxista para empujar la reforma fiscal, energética y laboral, “disminuirán la competitividad del país y lo harán menos atractivo a los inversionistas extranjeros”.
- La privilegiada posición de México junto a Estados Unidos se ve amenazada por China y otros países cada vez más competitivos, alerta la institución. Rolf Linkohr, ex diputado del Parlamento Europeo y buen conocedor de política internacional de América Latina, observa con preocupación que en la región el entusiasmo por un gobernante se convierte rápidamente en decepción. “Ese proceso lo pasó Fox y está atravesándolo el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva”, remarca. Lo peor, escribe en un reporte, es que esa desilusión fortalece a los políticos populistas.