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Franquicias ...Y sin embargo se mueven

El boom ya huele a historia. Las franquicias como &#34moda&#34 son cosa del pasado. Después de la r
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

La crisis atizó la adversidad, agudizó los errores y muchas franquicias quedaron maltrechas, algunas al grado de ser borradas del mapa. Eso sí, aunque las circunstancias cimbraron al sistema de franquicias no le impidieron crecer 15% el año pasado.

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Aún así, las inconsistencias de un crecimiento vertiginoso salieron a flote. Hoy se señala como la causa de muchos tropiezos —que no la única— el descuido de los franquiciantes por el perfil de sus franquiciatarios. Y es que no cualquiera puede operar una franquicia; ser capaz de pagarla no confiere esa aptitud.

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“La gente sentía que era muy chic tener una franquicia y eso contribuyó, en primer lugar, a desprestigiar el formato, tenemos que admitirlo; y en segundo lugar, a generar problemas con muchos franquiciantes que habían hecho un esfuerzo y que sucumbieron a la tentación de venderle al primero en pasar”, dice a EXPANSIÓN Juan Manuel Gallástegui Armella, presidente de la Asociación Mexicana de Franquicias (AMF).

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En eso coincide José Luis de Prado González, ex directivo de franquicias de La Tablita y hoy director general de la AMF. “Ante la necesidad de vender en franquicia sus primeros puntos de venta y de justificar el gran desarrollo que necesitaron para realizarlo —dice—, algunas empresas perdieron de vista el perfil del franquiciatario, y así le vendieron a grandes empresarios que compraban su franquicia como un cuarto o quinto negocio, lo que hacía que perdieran el interés básico en ella”.

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Al perderse de vista el perfil del franquiciatario, agrega, sucedía lo mismo con la proyección de la franquicia en el sentido financiero. Se dieron casos de empresas que no sólo aceptaron, sino que intercedieron en el apalancamiento de sus franquiciatarios (hasta con 80 ó 90% del valor total de la inversión a pagar en cinco o 10 años). Sobrevino “el error de diciembre” y los franquiciatarios se despertaron “casados” con la banca; estallaron entonces los conflictos entre franquiciatarios y franquiciantes. Los primeros decían a los segundos: “o le pago al banco o te pago tus regalías; y si no lo hago, ni le pagó a él ni te pago a -ti”. “Ninguna de las dos partes previno esa situación”, anota el director de la AMF.

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Hablando puede sobrevivir la gente
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Ante el problemático entorno se adoptaron diversas actitudes. Algunos -franquiciantes se sentaron con sus franquiciatarios para acordar estrategias y encarar la crisis (McDonald’s, -Blockbuster, Kentucky Fried Chicken, Pizza Hut, Mailboxes y Dry Clean USA, por ejemplo). Otros se reunieron sin llegar a acuerdos favorables para ambos (el caso más sonado fue el de Las Flautas). Hubo cadenas que eliminaron uno o más puntos de venta (cosméticos Linda y Sharper Image, entre muchos otros) y algunas que cerraron totalmente, como los gimnasios Toning Point e Inch by Inch y los cosméticos Nectar (aunque su -franquiciante en México le propuso infructuosamente a los propietarios de la franquicia británica producir en México y así sustituir el encarecido producto importado).

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Otras más fueron “guardadas en el cajón” (Ziebart Tidy Car, dedicada a la “cosmética” de automóviles), pues debido a lo suntuario de sus servicios ya no empataban con las necesidades más apremiantes del consumidor mayoritario.

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“Hubo cadenas que descendieron en su número de unidades —confirma -Gallástegui—. Cosa que nos le vino mal a muchas que habían crecido irracionalmente, llevadas de la mano de un -boom que nos dejó sorprendidos a todos”.

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Para el presidente de la AMF, el principal error del año pasado fue que muchos franqui­ciantes incumplieron con su función y olvidaron que deben estar en comunicación permanente con sus franqui­ciatarios, dándoles un soporte contínuo. “Los que lo hicieron —dice—, salieron fortalecidos de la crisis.”

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Tropezaron algunos, el sistema sigue en pie
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Las estadísticas muestran que las franquicias han adquirido carta de naturalización en México. De acuerdo con información de la AMF, se calcula que en el país existen actualmente 400 franquicias, mismas que tienen 40,000 puntos de venta; de esas 400, aproximadamente 180 forman parte de la asociación y hasta diciembre de 1995 tenían 14,500 puntos de venta y generaban 135,000 empleos, lo que significa más de 20% del empleo total en los establecimientos comerciales de tamaño mediano del país; es decir, -aquellos cuya plantilla de personal fluctúa entre seis y 20 personas.

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Otras cifras ilustran el creciente peso de las franquicias en la economía nacional: a pesar de la crisis, el año pasado el sector registró operaciones por un monto equivalente al 6% del Producto Interno Bruto (PIB) del comercio, los restaurantes y los hoteles. Asimismo, el valor anual de sus ventas totales representó cerca del 1% del PIB.

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Con todo y sus tropiezos, el formato de franquicia ya echó raíces en México. Se le reconoce como una atractiva opción para mantener, expandir y hasta relanzar un negocio. Ramón Vinay, presidente de Francorp México, firma de consultoría en el desarrollo de cadenas de franquicias, considera que muy pronto habrá empresas que comenzarán a franquiciar “por supervivencia pura”. Y ejemplifica: “Si alguien tiene una planta instalada para satisfacer a 10 tiendas, pero nada más tiene cuatro, si otorga seis en franquicia le da salida a su producción”.

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Según Vinay, quien fue director de mercadotecnia y franquicias de Hertz International para América Latina y el Caribe por casi una década, “por lo menos 200 negocios que en la actualidad no otorgan franquicias, deberán comenzar a hacerlo en los próximos dos años, como máximo, para no correr el riesgo de desaparecer”.

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Alternativa para pequeños y medianos
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En los años del boom predominaban las franquicias extranjeras (sobre todo estadounidenses) y era extendida la creencia de que sólo se desempeñaban en el giro de la comida rápida. Actualmente 52.7% de las franquicias en México son conceptos nacionales y 47.3% extranjeros; además, la AMF dice tener registrados 50 giros. Hoy no sólo más y más empresas consideran a la franquicia un atractivo método de expansión, también hay personas con capital que deciden emprender mediante esta vía, convirtiéndose en franquiciatarios.

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Conviene recordar que un negocio operado en franquicia tiene al menos dos ventajas frente a uno independiente: la economía de escala, pues la fuerza consolidada de los establecimientos franquiciados les permite acceder a insumos y medios de promoción de ventas a costos menores; y sus patrones homogéneos de administración, tecnología y conocimientos sistematizados, que son bases permanentes en la calidad de los servicios y bienes que ofrecen al público.

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Citando cifras de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera, AC, Vinay menciona que entre enero y septiembre de 1995 cerraron más de 5,000 restaurantes en México, de los cuales sólo 19 eran franquiciados. “Es decir, las posibilidades de mantener un negocio abierto bajo el formato de franquicia son aproximadamente 263 veces superiores a las de un negocio independiente.”

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Además, el formato no es coto privado de los grandes inversionistas. “Son una alternativa importante para el inversionista medio”, recuerda Gallástegui. Y aunque acepta que “no hay inversión productiva que esté dando el cuarenta y tantos por ciento al mes de las tasas bancarias”, para alguien con deseos de emprender y con un capital de entre $100,000 y $1’000,000 de pesos “la franquicia es una opción a considerar”.

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“El inversionista —recomienda el también consultor— debe medir la franquicia en la que piensa invertir para comprobar que realmente ofrece ventajas”. En este sentido destaca la utilidad e importancia de la Circular de Oferta de Franquicia (COF), que le permite al franquiciatario tener un conocimiento a fondo tanto de la franquicia en la que está interesado, como de su futuro franquiciante. Detallada en el Reglamento de la Ley de la Propiedad Industrial, la COF se volvió obligatoria a partir del 8 de diciembre de 1994. “No entregarla —recuerda Gallástegui— representa para el franquiciante el incumplimiento de una obligación legal”.

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Tanto Vinay como De Prado coinciden en la emergencia de un fenómeno: cada día son más los ejecutivos despedidos y retirados que están optando por convertirse en franquiciatarios. “Cada vez tendremos más personas de dos -clases —anota el primero—: Una, que ya se tiene actualmente, que es aquélla que salió despedida de su trabajo y está pensando en qué invertir su liquidación; y otra, que será producto de una tendencia que ya se manifiesta en Estados Unidos: el retiro anticipado de un ejecutivo con, a veces, hasta el 100% del salario durante un periodo de cinco años.”

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El director general de la AMF transpira optimismo. Para él, se vive “el parto del nuevo inversionista mexicano”, signado por la incorporación de muchos ejecutivos desempleados (pero adecuadamente liquidados) a las tareas empresariales. La AMF estima que en 1995 sus afiliados abrieron 1,800 nuevos puntos de venta y para De Prado “probablemente 60% de las personas que abrieron esas unidades son de esos nuevos inver­sionistas, que eran empleados y se convirtieron en microempresarios”.

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Primero México, después el mundo
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Ahora el principal reto para las franquicias mexicanas es el mercado extranjero. No son pocas las que ya han seguido el camino de la exportación o están próximas a hacerlo: Bye -Bye, Bing, Compueducación, Copiroyal, D’Paul, Dormimundo, El Farolito, Electrónica Steren, Freedom, Furor, Holanda, Interceramic, Julio, La Baguette, Moy, Multivideo, Ópticas Devlyn, Parranda Sport, Reparto Directo, Santa Clara, Taco Inn, Ultravisión y Vips. Sin embargo, los especialistas consideran que el ritmo de internacionalización de la franquicia nacional es lento. “El empresario mexicano todavía tiene cierto temor a muchas cosas —acota De Prado—. Tendría que aventarse un poquito más; se le está olvidando el factor riesgo.”

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Vinay coincide en que “una gran falla de nuestro empresariado” es que todavía no está convencido de que puede tener calidad para interesar al mercado internacional. “Parece que tenemos que esperar a que alguien venga a descubrirnos.”

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Y si destaca esa actitud, dice, es porque considera que México tiene el potencial para convertirse en el año 2000 en uno de los cinco principales expor­tadores de franquicias en el mundo y en el mayor proveedor de franquicias originadas en mercados de habla hispana. “Conceptualmente —dice—, no veo una diferencia logística entre otorgar una -franquicia en Chihuahua y una en Bogotá.”

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El boom, la moda de la franquicia, quedó atrás. Así vislumbra Gallástegui el futuro inmediato de este formato de negocio en México: “Veo a un sector consolidándose; habrá muchas más exigencias en el otorgamiento de unidades; no se tratará de crecer por crecer, sino de crecer con paso firme. Veo también a un sector con nuevas franquicias extranjeras; para las firmas europeas, México puede convertirse en un excelente campo de pruebas para -americanizar sus conceptos. Veo a las franquicias mexicanas fuera del país, no en números exagerados, pero si a tal grado que en cinco años entre 20 y 25 estén en el extranjero.”

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Es su visión, las circunstancias harán el resto.

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