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Gloria Albarrán Valenzuela. Socia y Dir

Los empleados, dice, no deben sentirse &#34sólo un bultito que cumple horas en la oficina.&#34
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

En una semana cualquiera, Gloria Albarrán tiene que hacer viajes de trabajo a Tijuana, Morelia y Guadalajara. “Trato de regresar el mismo día, es medio matado, pero así puedo atender a mi familia.” No quiere que sus cuatro hijos –cuyas edades van de dos a 14 años– se consideren abandonados, así que al regresar de sus viajes o de la oficina se cambia de uniforme y empieza otra jornada: “Me pongo unos pants, tomo un café y entro al segundo turno, para convivir con mis hijos.”

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Gloria Albarrán es la iniciadora de Gaso Plus, una tarjeta electrónica para el pago de gasolina, que ya es aceptada en 1,500 estaciones –35% del total de México–. Convencer a las gasolineras de que la aceptaran no fue una tarea fácil. Su esfuerzo para introducir la idea a México empezó en 1994, como presidenta para América Latina de First Data Corp. (FDC), una procesadora estadounidense de tarjetas.  En aquel año, la empresa se proponía lanzar la tarjeta Pemex Plus. Ella encabezó las negociaciones de FDC con Pemex, Banpaís y un socio tecnológico. Poco a poco vio cómo cada uno de sus interlocutores tenía razones para salirse del proyecto –Banpaís, por ejemplo, fue intervenido a consecuencia de la mala administración de su presidente–. Y por último, FDC “se apanicó” con la crisis de 1995 y decidió reducir a su mínima expresión sus inversiones en México.

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Con permiso de la empresa, Gloria Albarrán se quedó con la idea y encontró en Fleet One de Estados Unidos un socio para ponerla en práctica. Pero en 1997, Fleet One también salió de México, porque fue comprada por un gigante multinacional que no tenía interés en el negocio. Otra vez, Albarrán pudo rescatar el proyecto, y consiguió inversionistas para que la empresa –bautizada como Gaso Plus– se convirtiera en mexicana. Para que la idea pegara, lo único que hizo fue “darle la vuelta”: si los gasolineros no querían pagar comisión, porque no veían la ventaja de aceptar las tarjetas, entonces había que vender este medio de pago a los dueños de flotillas de camiones, que podrían así controlar el presupuesto en combustible.

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Albarrán no sólo logró que prendiera la idea, sino que despegara la empresa. Empezó con ocho empleados, en el sótano de su casa, y ahora tiene 206 trabajadores y oficinas en el Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey, Puebla y León. Entre sus colaboradores está su esposo, quien funge como director de finanzas. “Eso es una ventaja, porque puede ver que no pierdo el tiempo por ahí”, bromea.

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No sólo en ese aspecto se tocan la vida laboral y la familiar de Gloria. Su experiencia como jefa le permite coordinar una red de colaboradores –que incluye dos nanas y un chofer– en los que delega parte del cuidado de sus hijos.

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El trabajo también le ha ayudado a organizar sus tiempos. Poco después de egresar de la maestría en finanzas de Harvard, se desempeñó como gerente para México del Bank of New York y en ese puesto entendió que en las grandes corporaciones “muchas veces sólo se siguen los lineamientos establecidos por el jefe del jefe del jefe”. En cambio ahora, a sus 45 años, es ella quien establece las condiciones para hacer que sus empleados “no se sientan sólo un bultito que cumple horas en la oficina”. Entre esas condiciones está la de obligarse a dedicar los fines de semana a su familia.

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