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Hágale frente

Mientras las compañías se fusionan o reestructuran, cientos de persona pierden su empleo.
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Quedarse sin trabajo es bastante más complicado que el simple hecho de no tener nada que hacer al día siguiente. Desde la autoestima hasta la subsistencia familiar, pasando por la presión social y el aburrimiento, el “despedido” se encuentra, de la noche a la mañana, en un mundo inhóspito del cual, finalmente, ya no conoce nada.

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Ante esta situación las reacciones pueden ser de la más variada índole. Hay quien, liquidación en mano, se siente millonario; pero existen otros que sufren una ruptura difícil de manejar... Estos, tristemente, son los más numerosos.

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“Si un individuo no está preparado para la contingencia, el golpe puede ser durísimo porque, en un abrir y cerrar de ojos, se le rompe el esquema y la ruptura puede llevarle a situaciones extremas. De hecho, el miedo a perder el empleo es una de las principales razones de motivación en el trabajo”,  explica Alfonso Valdés, miembro de la Asociación de Psicólogos Industriales.

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Siempre se recomienda guardar la calma ante este tipo de momentos extraordinariamente difíciles. Y aunque es cierto que es más fácil decirlo que hacerlo, Valdés aboga por una recuperación en etapas; abordar el problema por partes, dice, facilita su comprensión y evita comportamientos precipitados.

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En primer lugar, es necesario darse un respiro y no pretender entender la situación en cuestión de horas.

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Es muy difícil razonar bajo estrés. De hecho, resulta favorable tomarse un periodo de “vacaciones”, incluso sin salir del lugar de residencia habitual: volver a convivir con los amigos de antes; releer al que algún día fue el autor favorito; hacer deporte o reencontrarse con la familia.

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Estas actividades le recordarán que la vida no es un valle de lágrimas y le animarán a salir del hoyo. Después, enfrente el problema con serenidad... Le guste o no, le han despedido. Llegó el momento de saber por qué.

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“El hecho de haberse dado un respiro –añade Valdés–, permitirá que el individuo se ubique dentro de la realidad. En esos momentos es necesario ocuparse de lo importante y dejar lo urgente para recuperar un gran número de cosas que se habían olvidado, y que facilitará la estabilización emocional más adelante. Sin embargo, también llega un momento en el que hay que averiguar las causas y reconstruir la historia para entender el despido.”

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Por ejemplo, si se trata de una reestructuración, la causa son las leyes del mercado; en cambio, si su comportamiento generó esta situación, analice con calma tanto sus puntos positivos como los negativos e intente reforzar los primeros. No nos engañemos, la culpa no siempre la tiene el jefe.

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Expertos en despidos
En México existe una compañía dedicada a “endulzar” despidos: un negocio aquí desconocido, aunque frecuente en Estados Unidos y Europa, cuyo propósito es ayudar al desempleado en el difícil trance por el que está pasando. Y, aunque parece curioso, sus clientes son las propias empresas. Aun cuando, a la hora de los despidos, la ley laboral mexicana establece la obligación de pagar una liquidación en efectivo (equivalente a por lo menos tres meses de salario, 12 días por año trabajado y la parte proporcional de vacaciones y aguinaldo), esto no ayuda realmente a la reintegración laboral de quienes, “en un abrir y cerrar de ojos”, se ven en la calle. En DBM (Drake Beam Morin, llamado así por los apellidos de sus tres fundadores) lo saben, y también conocen cómo sacar tajada de ello.

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En 1994 se instalaron en México para ofrecer apoyo a aquellas compañías que, por cualquier motivo, realizaran un recorte de personal o, simplemente, despidieran a un empleado. La idea es muy sencilla: por una parte, ayudan al empresario a manejar una situación desagradable, incluso para él; por otra, le dan al despedido la posibilidad de reorganizarse... pero, aunque existen programas de apoyo, no se trata, en absoluto, de terapias.

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Desde su arribo a México, DBM ha sido consultada por empresas como Ford, Coca-Cola, Kellogg y Bancrecer. Se trata de la última prestación que otorgan estas corporaciones a quienes pierden su trabajo. El costo del servicio es de, aproximadamente, una quincena de sueldo para un empleado y de dos meses de salario para un ejecutivo.

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Tienen dos tipos de programas:
1. El taller de transición profesional se realiza en grupos de hasta 20 personas, y dura tres días. Su propósito es encaminar a los empleados despedidos a lanzarse de nuevo al mercado laboral, mediante sesiones de logística, manejo de reacciones emocionales, evaluación de riesgos, entre otros aspectos.

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2. El programa de transición profesional para ejecutivos es de carácter individual y de duración indefinida: el ejecutivo cuenta con asesoría integral además de la posibilidad de servirse de las instalaciones de DBM como base para realizar sus operaciones hasta su reintegración al mercado laboral (se estima que el objetivo se cumple en seis meses).

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“El peor enemigo del desempleado es el ocio –expresa Graham Sharp, director general de DBM México–. Levantarse y no tener nada que hacer es difícil. Aquí ponemos nuestras oficinas a la disposición del ejecutivo que busca trabajo y le damos asesoría y apoyo constante. Es obligatorio que el individuo venga trajeado, porque en cualquier momento le puede surgir una entrevista de trabajo; además, eso le hace sentirse inmerso en el mundo laboral.”

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Si bien es cierto que todavía son escasas las empresas que recurren a este tipo de consultoría, también lo es que los empleados tienen un mayor grado de confianza en las corporaciones que las utilizan. Saber que no se está solo ante la adversidad resulta siempre reconfortante para todos. Sin embargo, este sistema tiene una cláusula de admisión: nadie puede recurrir a él por la libre; es obligatorio que le envíe su compañía.

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Como sea, soluciones no faltan. De hecho, una de las herramientas indispensables para salir del mal paso es tener una actitud positiva. Si aborda usted el problema con “filosofía”, no lo dude, se irá dibujando la salida: ¿Dónde quedó su creatividad? ¿Ha pensado en hacer un negocio propio?

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Al mal tiempo, buena cara.

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