Desde que en las escuelas sustituyeron el estudio de la gramática por el de una lingüística vulgarizada, capaz de confundir al propio Ferdinand de Saussure, mal hablamos, mal escribimos y, por supuesto, casi es imposible entendernos.
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Un síndrome característico del habla de los mexicanos cultos, sobre todo cuando están ante un micrófono, es el del "crioque".
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Sería divertido cuantificar el porcentaje de respuestas "cultas" a preguntas igualmente "cultas", que se inician con un "yocrioque". El "yocrioque" es el equivalente contemporáneo del escolástico "Respondo dicendum" utilizado en las argumentaciones filosóficas.
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Todo esto hace difícil entendernos, especialmente cuando hablamos de la "transición democrática" en México. Ese tránsito hacia la democracia está resultando de una complejidad pasmosa y las mejores respuestas "cultas" sobre si vamos bien o nos regresamos, por lo general se reducen a: "Yocrioque sí...", "Yocrioque depende....", "Yocrioque nos falta..."
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A ver: resulta que el martes 30 de septiembre el llamado "bloque opositor" en la cámara de diputados propinó al PRI una derrota inaudita. Logró por primera vez que una votación mayoritaria fuese contraria a los deseos de los legisladores del PRI. Algunos cronistas resumieron el hecho diciendo que los opositores le devolvieron a los del PRI la celebérrima señal de don Humberto Roque en la primavera de 1995 cuando el PRI solito aprobó un incremento al Impuesto al Valor Agregado. Semanas antes, don Porfirio (el nuevo) había anticipado y exhortado: "Tenemos que hacer ese gesto (el de Roque) pero al revés." No se trata de que ahora la señal fuese de abajo hacia arriba o del cuerpo hacia el exterior, sino de que sus destinatarios de septiembre de 1997 fuesen los emisores de abril de 1995. ¿Esto comprueba que la transición democrática marcha? Que el lector decida con una respuesta culta: A: "Yocrioque sí", B: "Yocrioque no", C: "Yocrioque depende" y D: "Yocrioque falta".
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La cosa se complica cuando vemos las consecuencias prácticas, concretas y tangibles de esa victoria del llamado "bloque opositor". Unos especialistas dicen que se trata de una victoria pírrica ya que las comisiones y comités en la cámara de diputados no otorgan una ventaja efectiva a sus integrantes al momento de votar sino que significan solamente tener acceso a información privilegiada y mucha "chamba" que, para colmo, ahora no será remunerada con ingresos adicionales.
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Algunos simples mortales vemos con asombro que este avance democrático se traduce en que presidan algunas comisiones "clave" en la cámara de diputados señores que en el pasado desempeñaron, con resultados aciagos para los ciudadanos, puestos de poder dentro de gobiernos ciento por ciento priístas. Suspicaces que somos, no acabamos de entender por qué es un gran avance democrático volver al pasado. ¿Cómo está eso de que ahora son pioneros de la democracia mexicana los mismos señores que antes eran encumbrados funcionarios de gobiernos del PRI?, ¿se convirtieron súbitamente a la democracia?, ¿cambiaron ellos o cambió el PRI?
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La respuesta culta a la última pregunta es: "Yocrioque el que cambió fue el PRI, que abandonó la senda revolucionaria y se entregó al malvado neoliberalismo globalizador".
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Si seguimos el razonamiento, resulta que la transición democrática para estos señores ex priístas consiste en un espectacular salto hacia atrás, una vuelta a un pasado en el que las cosas por definición eran mejores. ¿Tanto luchar para regresar a los "dorados años" de 1970 al 1982?, pues "yocrioque sí".
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¿Qué tiene que ver esto con esas cosas del sufragio efectivo, el equilibrio de poderes, la libertad de disentir, la tolerancia? "Yocrioque depende..." Si esas cosillas de la democracia sirven para que los desplazados regresen a tener la sartén por el mango, adelante. Si esas cosillas sirven para regresarle a Roque la señal celebérrima, ni hablar. Si esas cosillas de la democracia (formal, por supuesto) están a mi favor, no hay problema. Pero, atención, si una vez que hemos regresado al poder van a empezar los reaccionarios de ayer (neoliberales de hoy) a fastidiar con que no podemos hacer nuestra real gana, y con esas cosillas de la democracia, "yocrioque no".
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¿El gobierno ha vuelto a nosotros con estos expriístas adalidades de la democracia? Yocrioque no.