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Inseguridad y pólizas. Caminando en cí

A pesar de la guerra de precios y la depresión económica, el aumento en las pólizas es inminente.
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

La seguridad tiene un precio que lo mismo pagan quienes han padecido algún percance, que - aquellos (cada vez menos) que no se han visto en dicha circunstancia. Esto, porque los costos de la previsión, expresados en pólizas de seguros, siguen de cerca los pasos de la siniestralidad, que aumentó de 72 a 77% entre 1994 y 1995.

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Las aseguradoras buscan de ese modo salvar su situación financiera, algo que hasta ahora, explica Alfonso Castro, presidente de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), lograron hacer gracias a que las altas tasas de interés pagadas por los productos financieros les permitieron soportar las pérdidas técnicas ocasionadas por la siniestralidad.

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Pero en 1996 las compañías de seguros tendrán que pensar si continúan ofertando productos por debajo del valor real —advierte Castro—, aun cuando eso represente un decrecimiento en número de pólizas, pues las que no están en posibilidades de competir en la guerra de precios pueden sucumbir en el intento. Sin precisar el porcentaje que deberán subir las primas para cubrir su costo real, el directivo insiste en que los precios se tienen que adecuar a la realidad, de la que forma parte la inflación de más de 50% en 1995.

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El año pasado Grupo Nacional Provincial (GNP) incrementó sus primas de salud en 13.8%, las de daños en 41.1% y las de vida en 11.5% (las de automóviles bajaron en 7.1%), aumentos que no cubren en términos reales el valor de las pólizas. Aseguradora Obrera, a su vez, estima que el incremento mínimo que realizará muy pronto en sus tarifas tendrá que ser del orden de 25%, sin tomar en cuenta la inflación estimada para el resto del año.

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“Las empresas no se pueden arriesgar a perder su estabilidad por tratar de vender a toda costa. Cada uno de los seguros tendrá que incrementarse según las condiciones de la compañía y su riesgo. Ahí está la competencia”, enfatiza Jorge Pedroza, director ejecutivo de GNP.

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En todo el país, los robos y los asaltos han adquirido una peligrosa regularidad. Pero hay lugares en los que la frecuencia y gravedad de los delitos se han salido de las proporciones conocidas. Los 6,832 actos delictivos registrados en la ciudad de México en enero de 1995, ocho meses después habían aumentado en más del doble (a 13,516), de acuerdo con el informe de actividades de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal.

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Por orden de incidencia, según datos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, los delitos cometidos fueron: el robo sin violencia de automóviles, robo armado a transeúntes, robo con violencia de automóviles, robo a repartidores y robo con y sin violencia a empresas. Es a este clima, en el que el azar pierde fuerza ante las abrumadoras estadísticas, al que las aseguradoras apuestan para procurarse —a pesar de la crisis— -una cierta brisa de seguridad.

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Pero para hacer incrementos se requiere de algo más que una calculadora. No obstante la experiencia y la jerarquía que el sector ha adquirido, la calidad de sus servicios todavía es cuestionable. Adquirir un seguro en ocasiones significa comprar un fuerte dolor de cabeza y no el alivio, de acuerdo con los datos del Boletín del Consumidor que emite la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF).

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Las quejas más frecuentes de los asegurados son el retraso en el pago de las indemnizaciones o su supuesto pago, inconformidad con el plan adquirido o con el monto de la indemnización, rechazo por siniestro excluido o no cubierto en el contrato e inconformidad con la atención recibida.

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Los directivos de la CNSF dicen estar analizando nuevas formas de proteger a los consumidores contra estas prácticas, dado que, por ahora, lo poco que pueden hacer depende de una cuidadosa lectura de la póliza, que recomiendan sea con el auxilio de un asesor para que en el momento se aclaren todas las dudas y, en caso de insatisfacción, sepan que disponen de 30 días para rescindir el contrato sin perjuicio para ellos.

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