Irlanda, el mejor país del mundo
Según el último estudio sobre “ calidad de vida” de The Economist Intelligence Unit, entre 111 países, el mejor destino para vivir es Irlanda.
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Curiosamente Estados Unidos, a pesar de ser el segundo país más rico del mundo en cuanto a PIB per cápita (detrás de Luxemburgo), se desplaza al lugar número 13 en calidad de vida. Inglaterra, por ejemplo, languidece en el sitio 29 del ranking.
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Desde hace algún tiempo se acepta que el bienestar material por sí solo no mide adecuadamente la calidad de vida. Sin duda, el dinero importa, pero las encuestas sugieren que los grandes aumentos de ingresos se traducen en modestos incrementos en los niveles de satisfacción. Si bien se valoran mucho los ingresos en alza y las amplias opciones individuales, estos factores se ven en parte contrarrestados ante otros asociados con la modernización, como el colapso de las instituciones tradicionales y la erosión de los valores familiares.
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Pero ¿cómo combinar en una sola estadística comparativa aquellos factores que se cree influyen en la felicidad de las personas? Ya ha habido varios intentos, pero ninguno ha sido totalmente exitoso: los factores que se seleccionan y el peso que se le asigna a cada uno de los mismos tienden a ser arbitrarios.
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Las encuestas subjetivas de “satisfacción de vida” cada vez atraen más interés, especialmente porque existe evidencia de que la gente de diferentes países y culturas se refiere a criterios similares de felicidad, pero es difícil lograr encuestas comparativas a través de muchos países y hay mucho margen de error para lograr un índice de calidad de vida que sea realmente objetivo.
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Por lo tanto, la nuestra tiene un enfoque nuevo. Usamos las encuestas de satisfacción de vida (reuniendo los resultados promedios para 74 países) como punto de partida para ponderar los diversos factores que determinan qué es calidad de vida. Un análisis regresivo sugiere que existen no menos de nueve factores que influyen significativamente en la calidad de vida y que pueden ser transformados en una ecuación que explica más de 80% de variación en los resultados de satisfacción de vida en los países.
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El factor principal es el ingreso, pero también hay otras cosas importantes a tener en cuenta, como salud, libertad, desempleo, vida familiar, clima, estabilidad política y seguridad, igualdad entre géneros y vida comunitaria y familiar. Sumamos estos factores en la ecuación y los medimos usando las proyecciones para 2005 y los datos más recientes de indicadores de cambios más lentos, como la vida familiar y la libertad política. El puntaje resultante, en una escala de uno a 10, da el índice de calidad de vida.
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Irlanda gana porque combina exitosamente los elementos más deseables de lo nuevo: el cuarto PIB per cápita más alto del mundo en 2005, bajo desempleo, libertades políticas, con la preservación de ciertos elementos acogedores del pasado, como una vida familiar y comunitaria estable.
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En contraste, Inglaterra combina un alto ingreso per cápita con altos niveles de ruptura familiar y social; aparece al final de los 15 países previos a la ampliación de la Unión Europea. Estados Unidos se sitúa en este ranking por encima de los 15 países promedio de la Unión Europea. Italia está bien calificada, pero no es el caso de Alemania y Francia –desmintiendo la idea de que las naciones de las grandes zonas europeas compensan su inercia económica con una mejor calidad de vida que la de Estados Unidos–.
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A pesar de todo el entusiasmo que desata el desarrollo de China, sigue apareciendo en la mitad más baja del ranking mundial. En el ultimísimo lugar se encuentra Zimbabwe, donde las cosas han ido de mal en peor desde el gobierno de Robert Mugabe.
El autor es director de los servicios de proyección de países de EIU.