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Juan Soriano

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El maestro provoca infinita ternura, con sus grandes manos, esas que dibujan, moldean, acarician, tranquilamente asentadas, abrazadas una a la otra, sobre la mesa. Soriano alcanzó un hito en su camino, una cierta altura que le deja ver hacia atrás como quien se asoma para apreciar un paisaje. Desde ahí, mira y comenta.

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Del mundo
No está hecho para el hombre. Somos desnudos y frágiles. Nuestro poder es el pensamiento. Hay que aprovecharlo para romper las recetas. Cada uno tiene muchas formas de expresarse, se está interrogando toda la vida, hay que vivir lo que el día traiga. Lo difícil fue inventar tanta teoría y religión para ser infeliz.

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Del arte
Ir solo, meterse al museo y pararse donde el cuadro te atraiga, no leer la firma. Verlo como quien ve algo que va a comprar, sentirse con el objeto. La obra en sí no es nada, son colores embarrados por un maniático, que es el pintor. El que lo ve es quien decide qué es lo bello. La obra es como ella misma se deje decir. Si no se defiende, será su culpa.

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De la muerte
Uno es feliz cuando no está, cuando es parte de los árboles y del aire, del pasado, que es muy corto de todos modos.

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